Adelante con la Castilla Comunera

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El 23 de abril de 1976 se volvió a retomar el homenaje popular a los/as comuneros/s y, ¿cómo no?, las fuerzas represivas del Estado -la Guardia Civil a caballo y sable en mano- intentaron impedirlo. Fue un vano intento, pues varios centenares de personas consiguieron reunirse en los pinares para conmemorar una de las páginas más gloriosas de nuestra historia colectiva. Entre las personas participantes, no podría ser de otra manera, estaba una jovencísima Doris Benegas, casi recién llegada a Castilla, pero que ya se había convertido en una referencia del movimiento popular.

Asistentes al Villalar de 1976 en las campas, antes de su desalojo por parte de la Guardia Civil

A partir de ahí, las cosas discurrieron siempre con una actitud de beligerancia extrema por parte de las instituciones del Régimen de la Transición hacia la celebración de Villalar. Ya fuera con intervenciones directas de las fuerzas represivas, ya con medidas administrativas tendentes a limitar la incorporación popular a la celebración de Villalar; ya estuviera el PP o el PSOE en el Gobierno central, la Delegación del Gobierno en Castilla y León siempre puso todas las dificultades posibles para que la conmemoración no discurriese con normalidad. Por otra parte, desde la Junta de Castilla y León, gobernada ininterrumpidamente por el PP desde 1987, la actitud ha sido similar; incluso bajo la presidencia autonómica de Aznar se desentendieron totalmente de la celebración, lo cual fue una auténtica bendición para quienes realmente estábamos en la línea de impulsarla. A los pocos años tuvieron que retomar su presencia, porque la presunción que habían hecho de que la celebración sin apoyo institucional caería como un castillo de naipes no ocurrió, sino todo lo contrario.

El Gobierno de Pedro Sánchez es una maldición para el conjunto de Castilla. En estos años, los problemas que sufrimos no han hecho más que intensificarse dramáticamente: la despoblación y descapitalización siguen a un ritmo galopante, y aún peor, la línea de neocolonización de Castilla, asociada al capitalismo pretendidamente verde, avanza despiadadamente en nuestro medio rural. Las macrogranjas porcinas son un factor de envenanamiento de nuestras tierras y aguas, como se demuestra en diversos estudios científicos; los campos eólicos y fotovoltaicos constituyen un brutal impacto sobre el paisaje, pero también en la vida y salud de las personas y la fauna en un sentido profundamente negativo; además se ha de tener en cuenta que cuando el ciclo útil de esos artificios finalice nadie los va a retirar, y ahí quedarán, como expresión de la nueva ruina de los campos de Castilla. Para más inri, Castilla produce mucha más energía de la que consume, siendo exportada a Euskadi, Cataluña o Europa en un claro indicador de neocolonialismo (el caso de la provincia de Burgos y los macroproyectos eólicos es paradigmático).

Desde IzCa siempre hemos apoyado, y lo seguiremos haciendo, el derecho a la independencia para Cataluña. Es más, pensamos que en lo fundamental ese proceso sería positivo para Castilla. Pero lo que no sólo no compartimos, sino que rechazamos profundamente, es que se “compre” su permanencia en el Estado español mediante mercadeos entre el Gobierno de Pedro Sánchez y la burguesía catalana. Madrid se ha convertido en la mayor urbe metropolitana del Estado, con bastante diferencia, y con una potencialidad económica y social muy significativa en el contexto europeo e internacional. La izquierda del Régimen no se cansa de criticar la política de Ayuso a través de unos personajes tan poco creíbles y con una política tan inmadura que no consiguen más que resultados contrarios a los pretendidos. Por ejemplo, los datos sociosanitarios de Madrid no son peores que los de Cataluña, a pesar de que en Cataluña gobierna el PSC -y lo han hecho durante largos periodos de su historia autonómica-. En algunos indicadores como la natalidad o la esperanza de vida, Madrid está por encima de esa Comunidad. Sin embargo, en su simplificación intelectual y política, los “agitadores” cercanos al “Gobierno de Progreso” no dejan de insistir en los desastres que ocurren en la Comunidad de Madrid, que por supuesto son reales en lo esencial, pero no muy diferentes a los de las Comunidades donde Gobierna el PSOE, empezando por Cataluña.

Estamos en una situación internacional compleja, donde la guerra global impulsada por el imperialismo -que ahora casi todo el mundo acepta como hipótesis y que nosotros/as venimos denunciando desde hace años- parece ya evidente. El artículo de la Vanguardia «Habrá guerra entre China y EEUU» publicado el pasado domingo es expresión de ello. Hay alguna gente en el mundo progresista, incluso entre los activistas sociales honestos, a la que le resulta insoportable aceptar tal eventualidad, y se revuelven contra ella y contra quienes la analizan, como si eso sirviera para cambiar la realidad. A nadie le agrada esa expectativa, pero si está ahí, hay que prepararse para ella de la mejor manera posible. Tampoco a nadie le generaba satisfacción la expectativa de que las fuerzas de la reacción se fueran a levantar contra la II República, pero en las zonas en las que se tomaron muy en serio esa amenaza fue precisamente donde el alzamiento fue contundemente derrotado por el Pueblo, como fue el caso de Madrid. Aunque finalmente los fascistas, con la colaboración de las democracias occidentales, ganaran la guerra, hay que recalcar que ello se debió a la intervención de los ejércitos nazi-fascistas extranjeros y a la suspensión de la ayuda a las fuerzas antifascistas. En esta ocasión la coyuntura internacional es mucho más favorable para la victoria del antiimperialismo y del antifascismo. En ese proceso, la oportunidad para construir una Castilla soberana, feminista y comunera está abierta, y no podemos desaprovecharla.

Cuando estábamos a punto de publicar este editorial, se ha hecho pública la información de que el papa Francisco ha fallecido. La noticia era esperable debido al deterioro de su salud en las últimas semanas, y en sí misma no constituye ninguna sorpresa. En nuestra opinión, el cónclave para elegir nuevo papa será tremendamente conflictivo. La Jefatura de la Iglesia Católica sigue siendo un poder de gran importancia a nivel global, aunque con seguridad no el que tenía hace unas décadas. Para hacerse con ese poder va a haber muchas tensiones y todo tipo maniobras. La coyuntura de preguerra se reflejará también en el ambiente para la elección del nuevo Pontífice. Iremos observando y analizando el desarrollo de este relevante proceso.

Izquierda Castellana, 21 de abril de 2025.

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