El que juega con fuego se acaba quemando

El avión de Nancy Pelosi aterriza en Taipei
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El que juega con fuego se acaba quemando

El imperialismo, como Sistema global con la pretensión de controlar el mundo, está cerrando -por supuesto, contra su voluntad- un ciclo histórico. Desde hace bastantes años exhiben reiterados síntomas de descomposición, que en los últimos tiempos se ha acelerado. Esta reflexión no significa que el imperialismo vaya a caer por su propio peso; su plan es causar el mayor daño posible durante esta etapa terminal. Y la guerra, la vía militar en la que aún se creen relativamente fuertes, constituye su herramienta privilegiada para ello.

Desgraciadamente avanzamos hacia un escenario de guerra globalizada, que solo se podrá parar o reconducir hacia procesos revolucionarios derrotando al imperialismo financiero global, y en particular a sus gobiernos títeres en cada uno de los Estados respectivos.

Desde el movimiento comunero asumimos la tarea, difícil y compleja, de derrotar al Gobierno títere del imperialismo financiero global en el Estado español y al Régimen de la II Restauración Borbónica al que este sirve. El Estado español, muchas veces lo hemos comentado en nuestros editoriales, es el eslabón débil del capitalismo europeo, como a principios del siglo XX lo era el Imperio zarista en relación con el capitalismo en general; con el paso del tiempo esa debilidad se pone más de manifiesto. Ello no ocurre solo porque haya unas circunstancias estructurales condicionantes, sino también porque la gobernanza del Régimen del 78 es cada vez de una peor calidad y está más entregada a la rapiña social desde una perspectiva corporativa partidista. No tienen otro interés en las elecciones que acceder a los puestos institucionales. Y no tienen otro interés en acceder a los puestos institucionales que obtener por esa vía una vida de privilegios que no podrían alcanzar mediante el desarrollo de una actividad laboral ordinaria en la sociedad, por una sencilla razón: se mueven en la más absoluta mediocridad, siendo generos@s. Los partidos políticos que en un sentido amplio sostienen el Régimen de la restauración borbónica, especialmente los que se autodenominan progresistas, están compuestos mayoritariamente por gente que de ninguna manera podría tener un estatus de vida similar si no se dedicasen a la política profesional.

No “aciertan una” en sus previsiones, aunque teóricamente para ello cobran: sobre la Covid-19 fallaron estrepitosamente; con la inflación y la crisis económica, exactamente igual; en relación con la viruela del mono, somos el país de Europa con un mayor número de casos (más de 4.500), pero como si no sucediera nada; miles y miles de personas se mueren por la ola de calor, pero tampoco se hace nada serio para evitarlo, salvo ocurrencias sin el menor rigor científico. Apoyan la guerra en Ucrania y están aumentando en decenas de miles de millones de euros el presupuesto militar porque el jefe del Imperio así lo exige. Y aunque la lógica social en el Estado español marca otras prioridades, el Gobierno títere asume plenamente esas exigencias, sin rechistar, incluyendo las “fuerzas progresistas” que lo conforman, más allá de un leve postureo. Esa guerra que apoyan con entusiasmo en Europa Oriental, que no tardará en expresarse en el Mar de China Meridional, es la guerra del capitalismo imperialista, no la nuestra. Sin embargo, las tremendas consecuencias que esta trae consigo en el plano económico y social recaen y recaerán aún más sobre el pueblo trabajador en su sentido más amplio.

Las medidas tomadas por el Gobierno para ahorrar energía son una nueva ocurrencia y una huida hacia adelante. Tienen algunos enunciados genéricos que podrían tener cierta utilidad, pero su concreción parece aconsejada por asesores con unas capacidades tan limitadas como las de quienes les asesoraron sobre los problemas epidemiológicos. La oposición de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, como siempre, tiene un aspecto histriónico y achacable a la lucha partidista que tantos destrozos causa en nuestra sociedad y que tan útil es al juego que pretenden mantener de que el PP son los malos del Régimen y el PSOE/Podemos los buenos, trampa de la que hay que salir cuanto antes como requisito para la construcción de un auténtico movimiento popular al servicio de las clases trabajadoras. Pero además de ello, hay una oposición rigurosa por parte de los sectores afectados y de otros gobiernos autonómicos, como es el caso del vasco. Es evidente que el plan anunciado tiene una finalidad mediática más que de afrontar realmente los problemas energéticos.

La principal medida que tendrían que tomar es desvincularse de la guerra y de la OTAN, normalizando las relaciones comerciales con Rusia y con Argelia, previo reconocimiento del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, tal como reconoce la ONU. Esta sencilla medida nos evitaría todos los problemas de escasez y carestía de los recursos energéticos. ¿Por qué el Gobierno de Progreso español se alía con el bando del imperialismo capitalista en un conflicto cada vez más agudo y militarizado que no nos traerá ningún beneficio a los pueblos del Estado español y que está perdido de antemano desde el punto de vista militar?

El último dato sobre el paro -que no es un aumento brutal, como ha dicho el portavoz del PP- tiene una importancia cualitativa esencial, como es la expresión del cambio de tendencia en el mercado laboral, condicionado por la evolución de la crisis económica. Crisis económica cuya entera responsabilidad es del capitalismo en general y del Gobierno español en nuestro caso específico.

Las condiciones objetivas prerevolucionarias y las tareas del movimiento popular

En el Estado español nos acercaremos probablemente a finales de año, o a lo largo del invierno de 2023, a una crisis socioeconómica que generará, desgraciadamente, un deterioro brutal de las condiciones de vida de las clases populares. Y llueve sobre mojado. Ello nos acercará progresivamente a lo que podríamos calificar objetivamente como una “crisis prerevolucionaria”. Es nuestra obligación que esa realidad objetiva hacia la que avanzamos se vea acompañada de la construcción de las condiciones subjetivas, es decir, de un aumento del nivel de conciencia y de la organización del movimiento popular que permita poner en marcha proyectos que lleven a la derrota del Régimen de la II Restauración Borbónica y a la del Sistema capitalista, y simultáneamente avancen en la construcción de un modelo de República popular socialista. Es una auténtica vergüenza, que no deberíamos tolerar de ninguna forma, que la autodenominada Familia Real se dedique a pasear en yates y de palacio en palacio durante el verano mientras sectores amplísimos de la sociedad no tienen tan siquiera luz en sus casas.

En los últimos meses, especialmente en relación con los intentos de ilegalización de IzCa por parte del Ministerio del Interior y otros, periodistas y gente amiga nos preguntaban sobre nuestra presencia institucional, esto es, sobre nuestros cargos en tales estructuras. Nuestra respuesta, recogida de forma parcial en algunos editoriales anteriores, es que desde IzCa y el movimiento comunero actual no consideramos la lucha institucional como un eje prioritario, ni tan siquiera particularmente significativo en la coyuntura actual. En estos momentos, nuestras energías se dirigen en su totalidad a impulsar la organización y el movimiento popular, porque consideramos que es a través de esa vía como se consiguen cambios; la historia de las últimas décadas y muy en especial de los últimos años no deja lugar a dudas sobre ello. Será a través de esa vía por la que se consiga derrotar al Régimen de la II Restauración borbónica y al capitalismo en el Estado español. No descartamos la participación en algunas elecciones que puntualmente consideremos de especial trascendencia política, tal como hicimos en el pasado (por ejemplo con Iniciativa Internacionalista en 2009 o con Unidad Popular en 2015, en la que Doris Benegas fue la candidata al Senado más votada de esa coalición en Valladolid). Hoy ese frente de trabajo nos parece un campo absolutamente secundario, y por ello no le dedicamos ni recursos ni especial atención.

Para llevar adelante las tareas que planteamos, además de impulsar el movimiento y la organización popular en general, es imprescindible construir una “inteligencia orgánica”, a lo que algun@s llaman “organización comunista” y que nosotr@s llamamos Comuner@s, en el que está integrada IzCa. El movimiento popular castellano tiene la suerte de contar en su historia con lo que Marx consideraba la primera revolución seria en Europa, la revolución comunera. Esa “inteligencia orgánica” ha de dar coherencia y perspectiva estratégica a los diversos movimientos sociales. No es tarea fácil, pero la excelencia en su materialización condiciona absolutamente el futuro de un proceso revolucionario en Castilla.

Obviamente, cuando nos referimos a que se avanza hacia lo que denominamos “condiciones prerevolucionarias”, somos conscientes de que estas no se darán de forma homogénea en todos los territorios de Castilla, aunque todos ellos acabarán por incorporarse a ese proceso. Madrid, una realidad social de 6,6 millones de habitantes, en su mayoría trabajadores/as y de los cuales una buena parte están absolutamente precarizados (22% en riesgo de exclusión social, 800.000 en exclusión severa) y cada vez con menos que perder y más que ganar, supone una masa crítica de la suficiente amplitud cuantitativa y potencialidad cualitativa para ser la punta de lanza de la lucha revolucionaria en Castilla y, por extensión, un estímulo para el proceso de cambio en el conjunto del Estado español. A este proceso hay que incorporar a los movimientos sociales en defensa del patrimonio natural y del territorio, que se están expresando de forma contundente en las manifestaciones de rechazo a la gestión de los incendios forestales, totalmente prevenibles, en aquellas provincias que mediáticamente se han venido a denominar “la España Vaciada”, y que no son sino la Castilla que sufre las consecuencias del proceso de colonización interna impuesto tras la derrota de la Revolución comunera.

Agitando el avispero

En estos últimos días hemos asistido a una auténtica provocación realizada desde los EEUU hacia China, provocación que generó ciertas contradicciones incluso dentro del propio bloque dominante yanqui. Seguramente esperaban que China respondiera de una forma impulsiva y no planificada a esa provocación, pero el Estado chino, bajo la dirección de su Partido Comunista, tiene una larguísima experiencia en reciclar las provocaciones del enemigo en un sentido favorable a sus intereses, y bajo esa perspectiva construir una agenda propia, cuestión de la que todas las organizaciones revolucionarias deberíamos aprender. La República Popular de China expresó su rechazo a través de varios cauces al viaje/provocación de Nancy Pelosi -tercera personalidad en la jerarquía institucional de EEUU- a Taiwan, de forma clara, informando de que si tal visita se llevaba adelante, habría respuestas en el plano político, comercial y militar; a ello estamos asistiendo, con toda contundencia. Visto lo visto, parece que los dirigentes occidentales se han asustado y plantean que la cosa no es para tanto; ¿cómo pueden ser tan estúpidos e hipócritas, especialmente Josep Borrell, personaje condenado por corrupción en el Estado español y que sirve como mercenario entusiasta a los proyectos de guerra?

Soldados y vehículos del Ejército chino

El viaje ilegal de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU ha demostrado que el status quo vigente de Taiwan no es suficiente para garantizar la integridad territorial de China. Parece ser que China acelerará el proceso de reincorporación de esta provincia al conjunto de su territorio. Taiwan, desde nuestro punto de vista, no tiene derecho a la autodeterminación. Este es un derecho aplicable a las comunidades nacionales, y Taiwan no lo es. La isla históricamente ha formado parte del territorio nacional de China, con el que comparte lengua y cultura, y su situación actual es fruto de que fuese allí donde se retirasen las tropas nacionalistas del Kuomintang en el año 1949, tras perder la guerra civil (una alianza entre las fuerzas nacionalistas y las comunistas luchó contra la presencia occidental y japonesa hasta el final de la II Guerra Mundial; una vez expulsadas las potencias imperialistas, entraron en conflicto para decidir qué modelo habría de instaurarse en China). En tales circunstancias se estableció un nuevo estatus para la isla, compartido por el Kuomintang, en el que se reflejaba sin género de dudas que esta constituía una parte del territorio nacional chino.

Los propios EEUU aceptaron formalmente esa cuestión de “Una sola China”, que quedó reflejada en el Consenso de 1992. Es evidente que durante los últimos años los EEUU están tratando de cambiar por la vía de los hechos ese status quo, y el viaje de Nancy Pelosi ha sido la guinda de ese proceso.

El imperialismo yanqui, sus aliados, nos quieren presentar los conflictos internacionales bajo una confrontación entre Autocracia y Democracia. Ellos, por supuesto, dicen representar la Democracia. Es pura palabrería. Lo importante de un régimen político y de un sistema socioeconómico es que sirvan para dar solución a los problemas de su población, y es ahí donde debemos investigar y sacar conclusiones no condicionadas mediática o ideológicamente. Por poner un ejemplo sencillo de entender, que hemos empleado en varias ocasiones, la pandemia de Covid-19 le ha costado la vida a unos 6.000 chinos de entre 1.400 millones; mientras, con una población muy inferior, en la UE y en EEUU han fallecido respectivamente más de un millón de personas por esa patología, más de 100.000 de ellas en el Estado español. Estos son datos reales, y no propaganda. Podríamos hablar de los derechos de las mujeres, o del rechazo a la prostitución y a la pornografía… Otro ejemplo de actualidad es el mantra de la transición energética; de ella se viene hablando desde hace años como una transformación imprescindible para la supervivencia de la especie humana y del mundo. Una de las cuestiones esenciales de esa transición era el abandono del carbón como materia prima para la obtención de energía y el cierre progresivo, pero rápido, de las nucleares. El capitalismo ha dado marcha atrás en ambas cuestiones: el carbón vuelve a ser una materia primordial y se amplía el tiempo de vida de las centrales nucleares (no tardarán mucho en construir nuevas). Se ha criticado a China porque seguía utilizando el carbón, pero el país asiático dispone de un plan serio de transición energética que va cumpliendo a rajatabla, porque sí que se creen la emergencia climática. La diferencia entre un país socialista y los capitalistas es que en los primeros existe una planificación rigurosa de las actividades conducentes a conseguir objetivos beneficiosos para toda la población. Las democracias burguesas occidentales están en una fase de decadencia en todos los sentidos, algunas más que otras. En cuanto al Estado español, que no ha llegado tan siquiera a equipararse con las democracias burguesas -en tanto que el Régimen del 78 es simplemente una reforma del régimen franquista para llevar a cabo la II Restauración Borbónica-, su situación es patética.

La guerra contra las mujeres

Antes de finalizar este editorial, queremos hacer alguna consideración sobre los ataques que están sufriendo mujeres jóvenes en situaciones de ocio, especialmente a través de pinchazos. Creemos que se trata de un nuevo capítulo en la guerra contra las mujeres, que se añade a otros muchos puestos en práctica anteriormente, tal como son la limitación del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, los vientres de alquiler, la prostitución, la pornografía o el impulso a la ideología queer, que intenta llevar al borrado de las mujeres. Todo ello son partes de esa guerra global contra las mujeres, que no conseguirá sus objetivos, pero es una de las estrategias que el imperialismo pone en marcha con intensidad y con el apoyo entusiasta, consciente o inconsciente, de sectores que se autodenominan progresistas. En esta cuestión, la de los pinchazos en fiestas y discotecas, consideramos imprescindible que el Ministerio de Sanidad -el Ministerio, no cada Comunidad Autónoma-, ponga en marcha un protocolo para investigar la posibilidad de que esos pinchazos, además de servir para amedrentar a las mujeres, tengan como objetivo la transmisión de enfermedades infecciosas (hepatitis, VIH…); es tarea muy sencilla, se trataría de aplicar el protocolo ya existente a los pinchazos que sufre el personal sanitario en su actividad laboral.

Izquierda Castellana, 5 de agosto de 2022

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