Elecciones en Madrid: ha ganado Ayuso, pero sobre todo ha perdido el Gobierno de Coalición

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Elecciones en Madrid: ha ganado Ayuso, pero sobre todo ha perdido el Gobierno de Coalición

Para analizar con un mínimo de rigor las elecciones a la Comunidad Autónoma de Madrid hemos de evaluarlas al menos en dos grandes campos.

  • Las cuestiones estratégicas que tendrán una importante repercusión en el panorama político-electoral del conjunto del Estado en los próximos meses.
  • Las cuestiones de alcance táctico que se pueden explicar en el contexto territorial concreto y cuyas repercusiones afectarán a ese marco espacial y temporal.

En primer lugar hay que constatar que en estas elecciones se ha dado un salto cualitativo que nos parece de la mayor importancia desde una perspectiva revolucionaria. Madrid se ha convertido en un sujeto político de primer orden en el conjunto del Estado español. Había un proceso anterior en ese sentido, pero este se ha consolidado plenamente. Ello se corresponde con una realidad objetiva: Madrid, por su historia, por su dimensión socioeconómica y demográfica, tenía que jugar un papel central en el devenir socio-político del Estado español.

Tal como hemos dicho reiteradamente, hay dos Madrid, como hay dos Castillas: la imperialista, neoliberal y reaccionaria por un lado; y la comunera, antifascista, republicana e internacionalista por el otro. La que se ha expresado de una forma claramente hegemónica en las elecciones del 4M es la primera, algo que era previsible para quien quisiera “ver, oír y entender”. Todo lo que se ha estado sembrando desde el “Gobierno de Progreso”, intencionadamente o no, alimentaba tal proceso. Quien quiera seguir autoengañándose (o dejándose engañar) por las burbujas de las redes sociales o por sectores de la “prensa progre” puede seguir haciéndolo, pero ello no solo no va a cambiar la realidad sino que va a profundizar su propia idiocia.

Las gentes han configurado su propio “corpus político”, dicho de otra forma se han “empoderado”, aunque haya sido bajo la influencia de la derecha ideológica y política. La influencia de los mass-media progres, que tanta importancia tuvieron en todo el proceso de Transición, ya no han servido para cambiar la percepción que la gente tenía de la realidad. Similar fenómeno ha ocurrido con las redes bajo control de “las capillas progres”. Estamos ante lo que podríamos denominar -tomando prestado el título de la obra quizás más conocida de José Ortega y Gasset- la “rebelión de las masas”. Una rebelión hacia la derecha, pero que supone la apropiación de su propia subjetividad*.

Las masas ya no se dejan pastorear por las herramientas tradicionales, y esa es una realidad más que relevante; aunque ahora su expresión hegemónica esté siendo manifiestamente reaccionaria, no hay nada que impida que esa hegemonía bascule hacia un auténtico proyecto de progreso. No hubo posibilidad para el Frente Popular sin un Bienio Negro previo. Para ello, por supuesto, desde las fuerzas revolucionarias habrá que trabajar con mucho tesón, inteligencia, corazón y confianza en nuestro pueblo. Ese proyecto ha de pasar por la ruptura con el Régimen del 78. Si trabajamos seriamente en ello y con perspectiva estratégica, Madrid y el conjunto de Castilla se configurarán como una realidad sociopolítica con una influencia muy positiva en la construcción de un proyecto de cambio para sí misma y para el conjunto de pueblos del Estado español. Deberíamos encontrar un importante acicate para avanzar por ese camino ahora que estamos en la conmemoración del V Centenario de la Revolución Comunera.

La izquierda del Régimen del 78, muy particularmente las fuerzas políticas que conforman el Gobierno de Coalición, ni entienden ni están por esa labor, al menos en la medida suficiente; así les va.

Desde el punto de vista táctico, la izquierda institucional cometió error tras error, pasando de uno a otro mayor. La fracción del poder mediático que les acompaña dio plena cobertura y réplica a esos errores. Hay un primer error táctico, quizás el que esté en el origen del resto, como es el de creerse sus propias fantasías. El Gobierno de Coalición viene desarrollando una política inasumible para gran parte de la población que les votó en su momento, política que además va acompañada de tremendas falacias, medias verdades o burdas manipulaciones. La no derogación de la Ley Mordaza o de las Reformas Laborales, la continuidad en los desahucios, el apoyo pleno a la represión policial y judicial, la manipulación informativa más obscena… Todo ello hecho en la creencia de que el Régimen del 78 no tenía más instrumentos para su gobernanza y continuidad que el Gobierno de Progreso. Es muy cierto que este Gobierno ha jugado un papel de primer orden en la maniobra coyuntural para intentar estabilizar al Régimen de la Monarquía, consiguiendo algunos éxitos parciales en Cataluña y Euskal Herria. Pero el Sistema siempre tiene previstos recambios y mercenarios dispuestos a asumir tal papel; esa fase, que ha comenzado por Madrid, continuará por el conjunto del Estado. Que no sueñen los incautos con que la extensión de la vacunación y la llegada de las ayudas europeas permitirá recuperar un panorama similar al prepandémico, en el que el “Gobierno de Progreso” tenga la oportunidad de volver a lucirse. Eso es creer en quimeras. La situación socioeconómica, según todos los indicadores objetivos, va a empeorar significativamente y sus consecuencias para el pueblo trabajador, por desgracia, también.

Solo hay un camino, complejo pero certero, para salir de esta situación. Seguir construyendo hasta la victoria un proyecto de ruptura con este Régimen monárquico, antiobrero y corrupto hasta la médula.

El Señor Pablo Iglesias Turrión dice que deja la política institucional. Se presentó a bombo y platillo (y algunos le hicieron caso) como la herramienta para conseguir derrotar a la derecha; y, en base a la “mayoría de izquierdas” que su presencia en las elecciones iba a condicionar, poder configurar un gobierno progresista en la Comunidad de Madrid. Después nos contó que iba a impedir que el fascismo llegara a las instituciones autonómicas madrileñas, siendo uno de los instrumentos principales para conseguir tal cosa la negativa a debatir con Vox. Se pueden decir más estupideces, pero no es fácil. A Pablo Iglesias Turrión no se le han cumplido ninguno de sus enunciados, como era esperable. Se ha quedado en 10 escaños, siendo Unidas Podemos los menos votados de todos los grupos que han entrado en el Parlamento autonómico. Lo sentimos muy sinceramente por la otra parte de la coalición, a la que por cierto han ocultado de manera sistemática. Tenemos la convicción de que al menos entre esos diez diputados, precisamente de la parte que han ocultado, algun@s colaborarán con el movimiento popular madrileño de forma coherente.

Presentaron las elecciones en Madrid como un plebiscito entre Ayuso y el Gobierno de Progreso; y el Gobierno las ha perdido por goleada.

Comprendemos que haya gente desmoralizada y abrumada por los resultados electorales, pero es importante profundizar en el análisis de estos. Si así se hace, veremos que se nos ofrecen unas amplísimas expectativas para el movimiento revolucionario. Creemos que las condiciones permiten y justifican más que nunca la necesidad de la construcción de un movimiento popular que tenga como base los barrios, pueblos y sectores de Madrid. Venimos trabajando conjuntamente con otras muchas organizaciones de todos los ámbitos desde hace meses en esa dirección, por cierto con el intento permanente por parte de la Delegación del Gobierno en Madrid de impedirlo (sin éxito). Se está empezando a construir una Jornada de lucha para la segunda quincena de junio desde esa Asamblea de barrios, pueblos y colectivos. Es en esta tarea en la que hemos de volcar todas nuestras energías. Dicha movilización tiene que ser un aviso de primer orden para las tentaciones de más desmantelamiento de los servicios públicos, de más neoliberalismo y autoritarismo -que sin duda las habrá- del ayusismo pretendidamente reforzado. En las calles nos encontraremos.

* [No compartimos la filosofía del autor referido, que se enmarca en las corrientes del pensamiento prefascista de los años 20 del siglo pasado, pero nos parece de utilidad recurrir al título de la citada obra, e incluso alguno de sus contenidos].

Izquierda Castellana, 5 de mayo de 2021

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