No es una democracia imperfecta, es un régimen autoritario con algunos espacios de libertad.

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No es una democracia imperfecta, es un régimen autoritario con algunos espacios de libertad.

En las últimas semanas hemos asistido a un debate de salón sobre si el Régimen del 78 era una democracia imperfecta o una democracia, sin más. En nuestra opinión, el Régimen español actual es simplemente un Estado autoritario, transicionado con el franquismo, con ciertos espacios de libertad gestionados en función de los intereses políticos del poder en cada momento.

Hace pocas semanas fue el 40º aniversario del pronunciamiento militar del 23F de 1981. Aquel pronunciamiento militar cumplió su objetivo principal, que era, en lo fundamental, reconducir el proceso de Transición. Hasta ese momento el proceso había sido pilotado por Adolfo Suarez, pero a amplios sectores de los poderes fácticos, incluyendo a la Corona, les parecía que iba demasiado lejos en cuestiones como la política autonómica o en las relaciones internacionales. Esos sectores consideraban que había que dar el paso de integrarse sin ambigüedades en la OTAN e iniciar el proceso de incorporación en «régimen colonial» en la Unión Europea.

La integración en la OTAN la inició el Gobierno de Calvo Sotelo, que sucedió al de Adolfo Suárez en el mismo febrero de 1981 y la culminó Felipe González después de las elecciones de 1982. Por cierto, uno de los ejes centrales durante esa campaña electoral, la del 1982 por parte del PSOE, fue el lema «OTAN, de entrada no». Esto es, como siempre, engañando a la opinión pública.

No es difícil concluir, tal como se hace en el manifiesto suscrito por el BNG, CUP, ERC, BILDU y Junts (*manifiesto), que el 23F fue una operación de Estado bien orquestada y que además consiguió sus objetivos principales. Nadie serio y con capacidad de análisis se podía creer que en aquel momento se pudiera instaurar en España un gobierno militar o cívico-militar. Eso chocaba frontalmente con los proyectos de la inmensa mayoría del bloque dominante español y de sus apoyos internacionales más importantes.

El actual Régimen español es el de los GAL o de estructuras similares que le precedieron. El de cientos y cientos de torturad@s en comisarías o cuartelillos, en bastantes ocasiones con resultado de muerte. Es el Régimen de miles y miles de detenid@s y apalead@s en movilizaciones populares por los derechos sociales, civiles y políticos. Es el Régimen que se niega a que la gente se pronuncie sobre si quiere República o Monarquía. Es el Régimen de la corrupción institucional, incluyendo a la Policía y a la administración de Justicia, además, por supuesto, de la clase política, corrompida en su mayoría hasta la médula. Es el Régimen que masacra al pueblo de Cataluña y encarcela a sus representantes cuando democráticamente y a través de sus instituciones deciden votar sobre su futuro, porque dicen que votar es ilegal; y se quedan tan anchos.

Nos reiteran de forma estúpida y antihistórica aquella consideración de que los cambios hay que hacerlos dentro de la legalidad, obviamente un imposible, pero esto lo hacen siempre cuando se trata del movimiento popular; cuando las ilegalidades afectan a la familia Borbón o a otras estructuras del poder, entonces la cuestión cambia, ahí «no hay que entrar».

El miércoles día 3 de marzo, por cierto aniversario del asesinato de cinco obreros en Vitoria, salió de prisión el Sr. Villarejo, uno de los representantes más cualificados de la policía corrupta española. Sus primeras declaraciones fueron dignas del personaje: «Las cloacas del Estado no crean la mierda, la limpian», y se queda tan oreado.

Se ha publicado que dos periodistas muy próximos al Sr. Villarejo, del periódico digital Ok Diario, se reunieron con la actual Fiscal del Estado, parece ser que en continuidad de la que tuvo hace unas semanas con Florentino y Cía. No parece que vayan a darse explicaciones públicas sobre tal cosa. Aquí no se explica públicamente casi nada, y cuando se hace, casi mejor hubiera sido evitarlo.

El Delegado del Gobierno en Madrid viene prohibiendo de forma sistemática las manifestaciones de la izquierda social y política, la última el 14 de febrero, apoyada por más de 120 organizaciones. Mientras tanto, autoriza las de fascistas y negacionistas. Y ahora comunica que quedan prohibidas todas las manifestaciones del 8 de marzo en la Comunidad.

La ausencia de democracia es una evidencia empírica y cotidiana.

A veces nos llama poderosamente la atención que desde algún colectivo que se considera de la izquierda, además radical, se exprese gran extrañeza por las limitaciones a la libertad de expresión y de manifestación, muy especialmente en Madrid. Ello va en la naturaleza del Régimen, como la de aguijonear va en la naturaleza del escorpión. No hay que engañarse. Lo que hay que tener claro es que, en sí misma, la lucha por la libertad de manifestación, expresión y organización ha de tener un peso muy importante en las movilizaciones populares. Hay que derrotar al Régimen actual y proclamar la República, pero mientras estamos en ese proceso hay que luchar por mantener y ampliar en lo posible los espacios de libertad de los que hablábamos en el título de esta editorial. No son ninguna gracia que nos conceden, no; los hemos logrado a través de la lucha.

Sin la ruptura con este Régimen transicionado con el franquismo; sin la derrota de la Monarquía/familia borbónica, la peor plaga que se cierne sobre nuestro Pueblo; sin la proclamación de la República popular, no alcanzaremos ni la soberanía, ni una auténtica democracia. Ese proceso se tiene que alimentar también en el día a día con la lucha por la defensa de los derechos sociales, civiles y políticos, incluyendo por cierto los derechos de las mujeres cuestionados actualmente en varios frentes, incluyendo el de la prohibición a la movilización en las calles del 8 de marzo.

Queremos expresar con toda claridad que en cualquier pueblo o barrio de Castilla en donde las mujeres decidan salir a la calle el 8 de marzo en defensa de sus derechos, contarán con todo nuestro apoyo. La pandemia Covid-19 está sirviendo al Régimen para recortar los ya de por sí muy limitados espacios de libertad, especialmente en Madrid. Ello tiene su lógica: el bloque dominante español con el Gobierno de Coalición al frente, conoce perfectamente el alcance de la crisis, tanto en lo económico como en lo social, y potencialmente en lo político. Ya lo dijo Felipe de Borbón en su discurso de navidad: “El otro gran problema y reto es la crisis económica y evitar, sobre todo, que derive en una crisis social”. Saben que Madrid es el espacio con mayores posibilidades en la actualidad para que pueda articularse un auténtico proyecto de cambio progresista. Su misión, tal como dijo el Jefe de su Estado, es impedirlo a toda costa. No lo van a conseguir.

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