
Decíamos en nuestra anterior editorial (SOLO HAY UNA SALIDA: GOBIERNO PROVISIONAL Y ELECCIONES CONSTITUYENTES.) que era muy improbable que la moción de censura contra Mariano Rajoy triunfara. Decíamos también que, en caso de triunfar, el nuevo Gobierno sería extremadamente débil.
Obviamente nos equivocamos en cuanto al cálculo de probabilidades. La moción de censura ha triunfado y automáticamente Pedro Sánchez es el nuevo Presidente del Gobierno. Seguimos pensando que el nuevo Gobierno será uno débil. Pero vamos a intentar analizar lo ocurrido: Por qué contra pronóstico la moción ha triunfado, así como el impacto social y político inmediato que la conformación del nuevo Gobierno puede tener, también a medio plazo.
La moción triunfó en nuestra opinión, por una constelación de factores diversos. En primer lugar, parece claro que un sector de la «inteligencia del Sistema» comprendió, tal como ocurrió en 2004 con Zapatero, que la línea de trabajo puesta en marcha por el sector mayoritario del bloque dominante español, de nuevo cada vez más influida por el aznarismo (especialmente a través de su reencarnación en Ciudadan@s), conducía a un grado de confrontación social y de violencia institucional que la imagen internacional de la «marca España» estaba recuperando a pasos acelerados el perfil del franquismo, especialmente a partir del contraste entre la forma de hacer de la Administración de Justicia española y las europeas.
La decisión del Tribunal Superior del Estado Alemán de Schleswig-Holstein ante la solicitud de extradición por rebeldía de Puigdemont por parte del Tribunal Supremo español, no solo negando tal cuestión, sino cuestionando toda la argumentación jurídica de la solicitud, fue un brutal punto de inflexión para los sectores, llamémosles medianamente civilizados, del Régimen del 78, dejando completamente al desnudo al aparato de justicia español, en plena continuidad con el franquismo. A ello hay que sumar también los pronunciamientos similares de la justicia belga, escocesa, holandesa…
La «fábula» de la Transición tenía uno de sus pilares fundamentales ante la opinión pública del Estado español y en parte de la opinión europea, en la creencia de que el Régimen del 78 era equiparable en lo fundamental a las democracias parlamentarias de Europa occidental. El comportamiento de las organizaciones políticas del Régimen del 78, de las fuerzas policiales, y muy especialmente de la Administración de Justicia, de la que se espera una mayor neutralidad, ha puesto de manifiesto que esto no es así en absoluto.
La Administración de Justicia no funciona igual en Europa que aquí. Y eso llegó, de forma intensa y extensa, a amplísimos y significativos sectores de la ciudadanía, suponiendo una gran conmoción.
Esa fracción del Sistema que ha decidido impulsar un cambio de táctica para la supervivencia del Régimen del 78 a través de Pedro Sánchez, tal como hicieron en 2004 con Zapatero, es consciente de que con la continuidad de la línea actual mediante la confrontación pura y dura, las garantías de supervivencia a medio plazo no sólo no estaban aseguradas, sino que los apoyos hacia un proceso rupturista-constituyente tenían importantes opciones para dar un salto cualitativo en no mucho tiempo.
También en la victoria de la moción de censura han influido otras serie de factores más circunstanciales, incluso del azar: en ese sentido, la falta total de habilidad del Gobierno de Mariano Rajoy y de él mismo para enfrentarse a las repercusiones de la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el caso Gürtel, incluso a la propia presentación de la moción de censura, acelerando su tramitación. Pero estas cuestiones no son las sustanciales.
¿Qué impacto va a tener el Gobierno de Pedro Sánchez y cuál debe de ser nuestra línea de acción en relación con él?
Nada es igual, pero tenemos una referencia que ya hemos señalado anteriormente en esta editorial: el Gobierno de Zapatero en la primera fase de la legislatura de 2004.
IzCa participó muy activamente en la concentraciones ante las sedes del PP en Castilla cuando desde el Gobierno se intentó evitar que se celebraran las elecciones previstas para el 14 de marzo de 2004. Seguramente similar actitud hubieramos tenido que tomar si, en una maniobra para impedir el cambio de Gobierno, Mariano Rajoy hubiera dimitido, tal como le exigían desde Ciudadanos y la inmensa mayoría de la prensa del Régimen, empezando por El País, en una clara actitud golpista. En esto hay que reconocer que Mariano Rajoy ha tenido una cierta altura de miras.
Pero a partir de hoy, ¿qué? ¿realmente Pedro Sánchez va, en el caso de que esta sea su voluntad, a poder poner en marcha una «tercera vía» que resuelva los gravísimos problemas que afectan a los trabajadores y trabajadoras y Pueblos del Estado español, dentro del marco del Régimen del 78? Creemos que no, y además los mayores impedimentos le van a venir de los sectores del propio Régimen del 78, hoy por hoy mayoritarios, incluyendo a sectores de su propio partido, tal como le ocurrió a Zapatero a partir de la segunda mitad de su primera legislatura.
En cualquier caso, hay dos aspectos positivos del debate parlamentario en relación con la moción de censura que queremos destacar. Primero creemos que ha servido en bastante medida para desenmascarar a Ciudadanos y que esta fuerza aparezca tal y como lo que es, una reencarnación del aznarismo. Y en segundo lugar, una cierta normalización en el trato político a las fuerzas soberanistas-republicanas catalanas y a Bildu.
Demandaremos al nuevo Gobierno que cumpla los compromisos adquiridos, por pequeños que sean: derogación de la Ley Mordaza; recuperación del carácter universal del Sistema Sanitario Público, etc. Pero solo con eso, por supuesto, no se resuelve lo esencial de los problemas que nos afectan y que, por tanto, seguirán ahí con todo su dramatismo.
El problema de fondo no es la existencia de un partido gobernante corrupto hasta la médula; no, el problema de verdad es la existencia de un Régimen monárquico-postfranquista y de la mayoría de sus instituciones y agentes, que son estructuralmente corruptos y raíz de la mayoría de los problemas que nos afectan.
Aunque haya algunos retoques cosméticos, esa realidad seguirá ahí y más pronto que tarde la confrontación será inevitable. En los próximos tiempos tendremos que combinar inteligentemente esa máxima que tantas veces hemos utilizado: flexibilidad táctica y firmeza estratégica.
Izquierda Castellana
Castilla, a 1 de junio de 2018