Parece claro que hay dos únicas vías para avanzar en la solución del problema de las migraciones masivas de una forma coherente: en primer lugar, poner punto final a la política de intervenciones militares y destrucción de sociedades, con la finalidad del control geoestratégico y de sus materias primas. En segundo, poner freno a la política neocolonial y brutalmente depredadora en el África subsahariana que condiciona que las diferencias en las condiciones de vida entre lo que se conoce como primer y tercer mundo sean cada vez más brutales. No hay otro camino.