
La flotilla que lleva ayuda para Gaza por vía marítima afronta sus últimas horas de travesía. Unas 130 millas (poco más de 200 kilómetros) separaban la mañana de este miércoles los barcos de la Franja palestina. Ha pasado casi un mes desde que zarparon los primeros navíos del puerto de Barcelona y las próximas horas serán decisivas. La mayoría de las 47 embarcaciones que continúan la misión ―en torno a una decena se han quedado en el camino por diferentes problemas― han llegado a lo que la organización denomina como “zona de posible interceptación” por parte de los militares israelíes, donde los integrantes han detectado un “incremento de la actividad de drones” y la puesta en práctica de una táctica de hostigamiento de la Armada.
“Los buques de la Armada se acercan. Nos estamos preparando para la interceptación. Las cámaras de seguridad de varios barcos han sido interrumpidas”, comunicaron a los tripulantes los responsables de la misión durante la madrugada.
Durante la noche se vivieron horas de máxima tensión. Después de que la organización notificara que el riesgo había disminuido y que “lo más probable” era que no se produjera ninguna intervención inminente, detectaron al amanecer un barco aproximándose a una embarcación de la flotilla. De inmediato, se activó el protocolo de seguridad y muchos de los integrantes se deshicieron de sus teléfono móviles, lanzándolos al agua.

“Tuvimos nuestro primer encuentro con buques de la Armada israelí, que rodearon nuestro barco líder durante unos seis minutos, desactivando de forma remota todos nuestros sistemas de comunicación. Fue necesaria una fuerte maniobra evasiva por parte del capitán para evitar la colisión frontal y el equipo reaccionó bien”, ha informado esta mañana la misión. “Tras el ataque intimidatorio al Alma, el buque militar se dirigió hacia otro barco, el Sirius, y realizó las mismas maniobras durante más tiempo hasta que se marcharon. Hubo informes de otros navíos militares durante toda la noche. Esperamos un nuevo momento de tensión en unas horas, por lo que este es el mejor momento para dormir y estar preparados para ello», continúa el comunicado.

El Gobierno de España reiteró en la noche del martes a los integrantes de la flotilla que el buque Furor, enviado para asistir a la misión y que se suma al de Italia, no iba a poder entrar en la “zona de exclusión” establecida por el ejército israelí y que, por tanto, recomendaba encarecidamente que desistieran de proseguir. Fuentes de La Moncloa inciden en que la misión “es encomiable y legítima, pero las vidas de sus integrantes tienen que estar por encima”.
Sin embargo, la flotilla continuó su travesía. Se prevé que ninguna de las embarcaciones militares actúe en caso de interceptación o ataque debido a que su misión está restringida a la realización de rescates. “Entonces, ¿para qué han venido?”, se preguntan muchos de participantes a bordo del Captain Nikos, la embarcación en la que viaja EL PAÍS.
Desde Israel siguen considerando que las embarcaciones, que han sufrido hasta tres ataques con drones desde que iniciaron la travesía hace un mes, sirven a la milicia palestina Hamás. El ministerio de Exteriores del país insiste en que el rechazo de su oferta, que consiste en dejar la ayuda humanitaria en un puerto bajo su control para ser distribuida “pacíficamente”, demuestra que su objetivo no es llevar ayuda, sino “servir a Hamás”. Desde la organización argumentan que hay decenas de camiones de ayuda humanitaria en la frontera de Gaza y que Israel no permite su entrada, por lo que no pueden confiar en que lo vayan a hacer con las cajas de comida y medicinas que transportan.
Desde 2008 han zarpado alrededor de medio centenar de flotillas con rumbo a Gaza, de las cuales solo lograron llegar las cinco primeras. En 2010 se fundó oficialmente el movimiento Freedom Flotilla, que en esta ocasión ha pasado a llamarse Global Sumud Flotilla. La palabra sumud se traduce del árabe como “persistencia o perseverancia constante”.
España pidió a la flotilla que no se adentrara en la zona de exclusión