«El capitalismo se ha reorganizado una y otra vez a través de la guerra»

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Nacido en 1946 en Lengerich, Wolfgang Streeck es autor de análisis sobre las crisis y males de la economía y sociedad neoliberal. Pide el fin de la sumisión europea ante EEUU, descarta la amenaza rusa y reivindica la transformación de Europa y del orden mundial en sistemas de pequeños estados.

Acompañado de una buena cerveza alemana, el sociólogo filipino y columnista del “Foreign Policy in Focus” Walden Bello entrevista a Wolfgang Streeck, pensador social europeo de vanguardia. Publicada en “Counterpunch”, editamos abajo las reflexiones de este hombre de izquierda que se ha distanciado del SPD y de Die Linke en cuestiones de paz, inmigración y política social, y se ha identificado con el BSW de Sahra Wagenknecht en la campaña a las elecciones al Bundestag de 2025.

¿Qué cree que va a pasar con Trump y Europa?

Antes de abordar ese tema, permítame recordar que en Alemania tenemos 40.000 soldados estadounidenses, los mismos que en Okinawa. Tenemos también un número desconocido de ojivas nucleares estadounidenses. En Ramstein y Wiesbaden tenemos los dos centros de mando más importantes del Ejército estadounidense, aparte de los del Pacífico. Todo lo que hacen en Oriente Medio se hace desde el mando militar en Wiesbaden. La política exterior alemana debe considerarse siempre desde esta perspectiva. Tenemos una élite que durante décadas ha sido entrenada para creer que Alemania por sí sola no puede hacer nada a menos que EEUU nos apoye.

En cuanto a Trump, ¡es tan difícil hacer predicciones! Como líder, es una fuente de caos, y caos significa que no sabes lo que va a pasar a continuación. Hay que fijarse en el Estado profundo de EEUU. Trump tiene entre manos el ejército más grande de la historia de la humanidad y el mayor operador de espionaje y sabotaje. En Europa, los dos antiguos países fascistas que fueron derrotados en la II. Guerra Mundial, Alemania e Italia, siguen estando básicamente ocupados por EEUU. ¿Se irá el Ejército estadounidense si Trump les dice que lo hagan? No lo creo. Hay miles de millones de dólares en alta tecnología en suelo alemán. ¿La sacarán? Las oportunidades profesionales en el Ejército estadounidense tienen que ver con sus 750 bases militares en todo el mundo. ¡750! Si Trump estuviera pensando en «hacer grande de nuevo a EEUU», reconstruyendo la sociedad, construyendo por fin institutos, un sistema sanitario decente, tendría que llevarse a esas personas de vuelta a la vida real en EEUU. Tendrían que aprender a ser policías o médicos decentes. ¿Se lo imagina? Esto es lo que creo que Trump tendrá que hacer para mantenerse en el cargo si MAGA se centra en EEUU como sociedad y no como imperio.

¿Cree que las relaciones entre Europa y EEUU se van deteriorando de forma irreversible?

Cuando Trump llegó al poder, y también al comienzo del segundo mandato, existía la sensación de que los países europeos debían tener una política exterior y una seguridad común porque EEUU se marcharía. Luego, en muy poco tiempo, el jefe de la OTAN se puso a adularlo, pasando de un extremo al otro.

Permítame compartir mi mayor pesadilla: que el capitalismo se reorganice a través de la guerra. De hecho, el capitalismo se ha reorganizado una y otra vez a través de la guerra. Se reorganizó cuando los holandeses tomaron el relevo de Génova y el centro del capitalismo se trasladó del Mediterráneo al Atlántico; luego los británicos derrotaron a los holandeses y el centro se trasladó a Londres; después se desencadenó la I. Guerra Mundial que destruyó los antiguos imperios europeos cuasi feudales, sustituyéndolos por los modernos Estados-nación, tras lo cual vino el caos de la década de 1930, cuando Gran Bretaña ya no pudo mantener el orden mundial y EEUU aún se negaba a asumir la tarea, lo que condujo a la II. Guerra Mundial, en la que Alemania y Japón se aliaron, cada uno en busca de su propia «zona de influencia», siguiendo el modelo de la Doctrina Monroe.

Luego se llegó al acuerdo de posguerra, al orden bipolar y a las guerras coloniales de liberación, y finalmente el fin de la Guerra Fría, que convirtió a EEUU en la nueva potencia hegemónica, dando paso a tres décadas de neoliberalismo, que ahora está en ruinas.

¿En torno a qué poder o poderes se reorganizará el capitalismo esta vez? ¿Y lo hará, una vez más, mediante la guerra? Solo hay dos candidatos: Estados Unidos y China.

Lo que se debate en EEUU con frecuencia es el escenario que plantea Tucídides al intentar explicar por qué Atenas, la potencia líder de su época, perdió la guerra del Peloponeso. Según él, Atenas fue derrotada por Esparta porque no atacó lo suficientemente pronto, cuando aún tenía ventaja estratégica. Observó el ascenso de la nueva potencia hasta que fue demasiado tarde, cuando Esparta se había vuelto demasiado fuerte para ser derrotada. Cabe destacar la ambivalencia de la postura de Trump ante China. A veces se muestra muy belicoso, otras veces no sabes qué pensar. Si Trump les dijera hoy a sus estrategas militares que dentro de diez años probablemente tendrán que entrar en guerra con China, la respuesta podría ser que sería demasiado tarde, porque para entonces los chinos se habrían vuelto demasiado fuertes. Por lo tanto, el ejército podría preferir hacer el trabajo ahora.

¿Qué opinan las élites europeas sobre esta cuestión?

El actual Gobierno alemán, bajo el mandato del canciller Friedrich Merz, ha cambiado el tono. Ahora la retórica se centra en Alemania como la nación más poderosa de Europa. Quieren liderar, no solo pagar. Esto genera conflictos, sin duda con Francia. Los franceses siempre han visto la UE liderada por un tándem, con ellos al mando y los alemanes detrás. Creo que Merz aspira ahora a un papel protagonista para Berlín en la UE, más allá de limitarse a pagar la factura. En una perspectiva más amplia, esto apunta a Alemania como la potencia hegemónica del sistema de Europa occidental en un mundo multipolar.

En mi opinión, Alemania no tiene la capacidad militar para apoyar este tipo de proyecto. Desde la década de 1960, cuando París creó la Force de Frappe, los gobiernos franceses siempre han tenido en mente este acuerdo: la fuerza nuclear es cara, por lo que, si prometemos ampliar nuestra disuasión nuclear a la defensa de Alemania, Berlín debe pagar parte de ella. París hizo varios intentos, y Alemania se mostró en ocasiones dispuesta a considerar algo similar, pagando parte de los costes de la Force de Frappe a cambio de la protección nuclear francesa.

Pero cuando los alemanes pidieron el catálogo de objetivos de los misiles nucleares franceses, se les respondió que los objetivos debían seguir siendo una prerrogativa francesa como nación soberana. El problema era que la mayoría de los objetivos se encontraban en Alemania, ya que la idea era impedir que el Ejército ruso llegara a Francia, y el lugar donde se les podía detener era, y solo podía ser, Alemania. Por lo tanto, ni siquiera se llegó a estar cerca de un acuerdo, lo que reforzó la dependencia de Alemania respecto a EEUU.

Permítanme pasar a la cuestión de Rusia. ¿Es Moscú el enemigo?

No, yo no lo veo así. La retórica oficial es esa, y que en cinco años estará preparada para invadir Europa. Esta es una imagen que difunden sobre todo los tres países bálticos. Son muy pequeños, necesitan a alguien que luche sus guerras por ellos, y ese sólo puede ser Alemania. Ya intentaron esta alianza en la guerra mundial, y no les salió muy bien. De hecho, deseaban tanto la protección alemana que armaron varios regimientos de las SS que lucharon contra Rusia bajo el mando alemán. Muy parecido a lo que ocurre en Ucrania.

Una de las razones por las que los países bálticos están tan nerviosos es que tienen importantes minorías rusas a las que tratan muy mal. Las tensiones con Rusia podrían ser más manejables si se concediera a esas minorías plena ciudadanía, derechos lingüísticos y autonomía federal. Cuanto peor traten a sus rusos, más se verá Moscú obligada a hacer algo por sus compatriotas. Además, tienen el sueño descabellado de que Occidente derrote a Rusia en beneficio de las naciones pequeñas de la periferia rusa. Kaja Kallas, exprimera ministra de Estonia y actual responsable de la política exterior de la UE, sugirió que Rusia debería dividirse en cuatro o cinco estados, y que solo entonces los europeos -es decir, los bálticos- estarían a salvo. Esto ya se intentó antes y resultó ser un desastre que costó la vida a 15 millones de rusos.

¿Y dónde está esa Europa?

Europa es un conjunto de sociedades y estados antiguos, y la idea de que alguien pueda venir y fusionarlos en uno solo, ya sea en unos Estados Unidos de Europa o en una extensión transatlántica de América, es una muy errónea.

Debemos tratar con Rusia de manera positiva. La vieja idea de «paz y prosperidad desde Vladivostok hasta Lisboa», si se pudiera construir, nos permitiría ver el fin de nuestra dependencia de EEUU. ¿Es una ilusión? No lo sé, pero si me preguntan qué podría ser un legado positivo para nuestros hijos y nietos, diría que algo así.

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