¿Y si me suben el alquiler? ¿Y si me echan de mi piso? ¿Y si nunca consigo independizarme? La subida imparable de los precios y la inestabilidad del mercado del alquiler pasan una importante factura emocional sobre los jóvenes. Así lo evidencia el informe Jóvenes, Vivienda y Futuro, presentado este miércoles por la plataforma de empoderamiento político Talento para el Futuro, en colaboración con Ipsos e Ikea.
«Los alquileres, sobre todo en ciudades como Madrid, son directamente abusivos. Te toca compartir con cuatro, cinco compañeros, un piso que muchas veces no está debidamente acondicionado, que no se ajusta a la definición de habitable«, denuncia Elsa Arnaiz, presidenta de Talento para el Futuro. «En este contexto, la capacidad de ahorro es inexistente. Y para muchos es ya imposible pensar en ese futuro emancipado. ¿Cómo no va a afectar a nuestra salud mental?», se pregunta la graduada en Derecho y Relaciones Internacionales.
La carga emocional de la vivienda golpea especialmente al bienestar de las mujeres. Frente a un 59% de los hombres, el 64% de las mujeres jóvenes ha experimentado problemas de salud mental por su situación de vivienda. Una cifra que se eleva hasta el 67% en la franja de edad de entre 25 y 35 años. Once puntos porcentuales por encima de sus homólogos masculinos. Y es que la edad importa. Si entre los jóvenes de 18 a 24 años, refugiados en el hogar familiar, predominan la tranquilidad y un cierto conformismo, entre los mayores de 25, inmersos en sus primeras experiencias como adultos independientes, se disparan la frustración y la inseguridad.
La conclusión es evidente. Disponer de un hogar digno es un pilar fundamental para la salud mental, la autonomía y el desarrollo personal de los más jóvenes. Los datos lo corroboran. Con la variable vivienda cubierta, un 44% de los encuestados asegura que tendría más tranquilidad mental, un 43% que podría planificar mejor su futuro y un 30% que, por fin, estaría en condiciones de emanciparse. Mientras no sea así, se verán obligados a postergar ad infinitum el desarrollo de sus vidas. Un 44% vive sin generar verdadero ahorro, un 20% limita sus actividades de ocio y desarrollo personal y un 19% aplaza decisiones vitales como la posibilidad tener hijos.
No solo les afecta a los jóvenes. Y, desde luego, no a todos los jóvenes por igual. Más de la mitad continúa viviendo en el domicilio familiar. O bien recibe ayuda económica de su entorno para afrontar los gastos de su vivienda. ¿El resultado? La emancipación no depende del esfuerzo personal, sino de la capacidad patrimonial de los padres. «Tu futuro empieza a depender de si va a heredar la vivienda de tus padres, dinero suficiente para adquirir una vivienda o de si le toca la lotería. Y esta última es muy improbable», dibuja Arnaiz.
Una brecha intrageneracional en toda regla. «Dos jóvenes con el mismo sueldo y la misma formación pueden tener destinos vitales radicalmente distintos, simplemente en función de si cuentan o no con un colchón familiar», señalan desde Talento para el Futuro. «Es una brecha silenciosa, que convierte la vivienda en un factor de reproducción de las desigualdades sociales», completan desde la plataforma.
De vuelta a los datos. Según los jóvenes encuestados, la principal barrera para el acceso de la vivienda serían los precios. Una carga insostenible a la que a la que siete de cada diez dedican entre un 30% y un 50% de su salario. No son el único obstáculo. Los bajos salarios, los requisitos de alquiler, la especulación, la falta de regulación del mercado… La lista es extensa. La implicación institucional, insuficiente. Así lo reflejan las valoraciones recogidas en el estudio. El 86% de los jóvenes sienten que las medidas para garantizar su derecho a la vivienda son mínimas o nulas y más de la mitad colocan esa responsabilidad exclusivamente en el Estado y las administraciones públicas. Con el peligro que esto supone: la desafección política.
Redefiniendo el hogar ideal
Nada de lujos. Lo estrictamente esencial. «Esta es nuestra gran derrota. Los jóvenes están luchando no por tener una vivienda mejor, sino por tener una vivienda digna«, critica Arnaiz. Con unas condiciones mínimas. Precios razonables, servicios básicos y en buen estado de conservación. Sobre todo en lo referente al aislamiento, la luz y la ventilación.
Hay que hacer algo, insisten desde la plataforma. Y cuanto antes. «Nosotros llevamos tiempo defendiendo un pacto de Estado por una vivienda sostenible. Sostenible a largo plazo y desde el punto de vista medioambiental», defienda la docente de la Universidad Nebrija. «No es solo cuestión de construir más vivienda o de dar dinero a la gente para que compre casas. También haca falta una regulación efectiva del mercado. Y empezar a invertir en la rehabilitación del parque que ya tenemos, que es demasiado viejo e ineficiente«, completa la presidenta de Talento para el Futuro. Un pacto, matiza, impulsado desde la sociedad civil y que genere suficiente consenso entre las diferentes formaciones y gobiernos. «Puede parecer difícil, pero es una cuestión tan esencial que no podemos tirar la toalla».
¿Y si me suben el alquiler? Dos de cada tres jóvenes sufren problemas de salud mental por la vivienda | Público (publico.es)