
El pasado viernes 19 de septiembre se celebró en Valladolid un acto titulado “En defensa de la soberanía de los pueblos. El antiimperialismo que habla castellano”, organizado por la Fundación Doris Benegas y contando con la participación de Durga Ochoa, Ministra Consejera de la Embajada de Venezuela, y Adrián Ceballos, Primer Secretario de la Embajada de Cuba. El objetivo de esta actividad era profundizar en el conocimiento sobre los últimos sucesos acontecidos en el Caribe, donde se ha producido el mayor despliegue militar estadounidense en la región desde la invasión de Panamá en 1989: embarcaciones, aeronaves, submarinos y miles de tropas yanquis amenazan, utilizando la excusa del narcotráfico, la soberanía venezolana.
Durante el acto se señaló con abundantes pruebas cómo el tráfico de drogas es un falso pretexto, muy similar al que se utilizó para invadir Irak con la patraña de las “armas de destrucción masiva”; nuevamente, el Estado agredido es un país rico en combustibles fósiles y recursos minerales codiciados por los EEUU, ahora inmersos en un proceso de construcción de un proyecto fascista de dominación global liderado por el Gobierno de Trump.
Además de contextualizar estas amenazas injerencistas, se comentaron algunas características de la “guerra híbrida”, incluyendo la “guerra cognitiva”, a la que vienen siendo sometidos los regímenes progresistas en América Latina desde hace décadas, con todo tipo de agresiones cuya finalidad es derribar a Gobiernos y Estados soberanos a los que no se reconoce su derecho a desarrollar su propia agenda económica, política o de relaciones internacionales. Todas estas iniciativas han fracasado, y tanto los ponentes como los asistentes mostraron su convicción de que así seguirá siéndolo, pese a que la agresión se endurezca y alcance el nivel de conflicto militar abierto.
Como se expuso en la tarde del viernes, si la solidaridad internacionalista es un principio revolucionario insoslayable, la que se debe prestar a los proyectos progresistas y verdaderamente antiimperialistas de nuestros hermanos/as de América Latina es además una obligación moral.