
Tu ausencia física resuena como un eco de tu fuerza, claridad y compromiso. Recordarte no es un ejercicio de nostalgia estéril, sino expresión de nuestra gratitud militante, que no mengua. Son tiempos en los que hubieras sido brújula ideológica y moral; tiempos en los que el sufrimiento ajeno te hubiera hecho hervir la sangre, alentándonos a todos/as a luchar y a vencer.
Hiciste que la liberación de las mujeres estuviese en el corazón de cualquier proyecto emancipador. Del internacionalismo, una práctica concreta y un mandato de acción. De los derechos del pueblo trabajador, una exigencia innegociable.
Te fuiste, pero tu ejemplo sigue candente. Te llevamos en nuestra determinación, en nuestras banderas de justicia social para los pueblos y sus clases trabajadoras.
Para el año próximo, cuando se cumplan diez desde tu fallecimiento, l@s comuner@s que colectivamente encarnamos el proyecto que ayudaste a poner en pie, lo conmemoraremos adecuadamente.
Siempre eterna.