
Media Francia está ya de vacaciones, cautivada todavía por las imágenes de los prodigiosos juegos artificiales del 14 de Julio sobre la torre Eiffel, cuando llega el golpe, el diagnóstico más severo en mucho tiempo. El Gobierno receta una medicina muy amarga ante un riesgo muy real de acabar como Grecia hace unos años, en virtual bancarrota y forzada a una cura draconiana para salvarse.
El primer ministro, François Bayrou, anunció ayer unos recortes de envergadura para alejar el peligro de un Estado insolvente, una situación de consecuencias catastróficas en Europa dado el tamaño de la economía francesa y el inevitable efecto dominó.
Entre las medidas que deben figurar en el próximo presupuesto están la congelación de las pensiones en el 2026 y de otras prestaciones sociales, así como de los salarios de los funcionarios, la instauración de un nuevo impuesto de solidaridad para los ciudadanos más ricos –cuyo volumen será discutido en el Parlamento–, la eliminación de dos días festivos para aumentar la producción, la rebaja en el pago de medicamentos y una larga lista de propuestas. En total, el ahorro para el 2026 debe alcanzar 43.800 millones de euros.
“Es la última estación antes del precipicio”, advierte el premier Bayrou, quien habla de “peligro gravísimo”
El jefe del Gobierno habló en un tono grave y con un estilo muy pedagógico. El Gobierno en pleno estaba presente, junto a algunos diputados de todos los grupos, representantes empresariales y sindicales. Era una cita anunciada desde hacía semanas. Bayrou recordó que, desde hace más de cincuenta años, no ha habido en Francia un presupuesto sin déficit. Según él, es insostenible continuar en un sistema en el que “el país no puede llegar a final de mes sin endeudarse”, pues es la única manera de poder pagar a los funcionarios y a los pensionistas. “Es la última estación antes del precipicio”, resumió Bayrou, que habló desde un atril con este significativo lema de la jornada: “El momento de la verdad”.
Muy gráficamente, el primer ministro mostró un panel en el que se indicaba que cada segundo la deuda francesa aumenta en 5.000 euros. Bayrou evocó con énfasis la experiencia dramática de Grecia, con el giro espectacular que hubo de dar Alexis Tsipras ante la presión de Bruselas, de sus socios y de los mercados. Bayrou dejó claro que, sin un plan de urgencia, París podría correr el mismo destino que Atenas. En realidad, los tipos de interés ya son amenazantes y las agencias de calificación de la deuda están muy vigilantes con Francia.
El plan gradual para la reducción del déficit prevé pasar del 5,8% en el 2024 al 2,8% en el 2029. Para el 2026, el objetivo es el 4,6%. Todos los ministerios se verán afectados, salvo el de Defensa, debido a los riesgos geopolíticos en Europa y la firme voluntad de Macron de que el país se rearme para ofrecer una disuasión creíble ante la agresividad de la Rusia de Putin.
El plan de Bayrou
-El déficit público debe pasar del 5,8% en el 2024 al 2,8% en el 2029.
-De cada tres funcionarios que se jubilen en todo el país, solo se sustituirán dos.
-Congelación en el 2026 de las pensiones y los sueldos de los funcionarios.
-Supresión de dos días festivos.
-“Contribución de solidaridad” (impuesto) para los ciudadanos más ricos.
-Reforma de la prestación de desempleo para incentivar a trabajar.
-Tasa sobre los pequeños paquetes (mensajería) para defender los comercios de la competencia desleal.
El número de funcionarios se reducirá en 3.000 el primer año. Además, a partir de ahora, por cada tres empleados públicos que se jubilen, solo se incorporarán dos nuevos. El Estado creará una agencia inmobiliaria para gestionar mejor y vender mucho patrimonio hoy improductivo. Se suprimirán entes públicos “que dispersan la acción del Estado”. Eso puede suponer la eliminación de hasta 1.500 empleos.
El esfuerzo en el presupuesto para sanidad será de 5.000 millones de euros. Se incidirá en las bajas laborales no justificadas, la reducción del consumo de antibióticos, el aumento del copago de medicamentos e incluso la recuperación de aquellos en poder de particulares que ya no los usarán porque han fallecido.
Bayrou propone que los dos días festivos eliminados sean en Lunes de Pascua y el 8 de mayo, el día de la capitulación de la Alemania nazi. Sobre esta última fecha, el primer ministro recordó que el mes de mayo está lleno de “puentes” y “acueductos”, lo que ralentiza mucho la actividad.
La izquierda radical y la ultraderecha pueden volver a tumbar al Gobierno
La congelación de pensiones y de sueldos de los funcionarios en el 2026, lo que aquí se llama “año blanco”, será sin duda una de las iniciativas más polémicas y duras de aceptar por una población poco acostumbrada a apretarse el cinturón y que, como el propio primer ministro reconoció, vive por encima de sus posibilidades desde hace varias generaciones.
El plan de Bayrou entraña un riesgo político considerable para el Gobierno, que podría ser censurado en otoño si la izquierda y la extrema derecha unen sus fuerzas en la Asamblea Nacional, como ocurrió el año pasado cuando fue tumbado el breve gabinete de Michel Barnier.
Las reacciones de la oposición sugieren que el Gobierno no lo tendrá nada fácil. El presidente del Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha), Jordan Bardella, arremetió contra la supresión de dos días festivos por ser “un ataque directo contra nuestra historia, contra nuestras raíces y contra la Francia del trabajo”. “Ningún diputado del RN aceptará esta medida, que supone una provocación”, agregó. Marine Le Pen, avanzó que, si no hay cambios en el presupuesto, su partido apoyará una censura.
También desde la izquierda llovieron las críticas. “No es un año blanco lo que François Bayrou anuncia, sino un año negro para el pueblo”, dijo Clémence Guetté, diputada de La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical). Según ella, la supresión del 8 de mayo como jornada festiva es un intento de “liquidar” todo lo que significa 1945, la victoria sobre el nazismo, la herencia social y el Estado protector. Jean-Luc Mélenchon, líder de LFI, pidió poner fin al actual Gobierno. Los socialistas expresaron indignación por un presupuesto “brutal”.
Preguntado en rueda de prensa sobre la airada respuesta de la oposición, Bayrou insistió en que el país no resistirá que se torpedee su plan. “Estamos en un peligro gravísimo”, avisó, y volvió a repetir la frase.