
Cáritas alerta de una mayor exclusión social por el trabajo precario y la crisis de vivienda: «Parte de la sociedad se está quedando atrás»
Su historia es solo una de las 106.382 que la organización atendió durante el año pasado en la comunidad. Este miércoles ha presentado su memoria anual, alertando de un aumento del 20% en la tasa de exclusión social en la región madrileña, según los datos del último informe AROPE, elaborado cada año por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en España. «Pese a que los datos indican una mejora económica en la región, esta no llega a quienes más lo necesitan. El 44% de las personas que han llamado a nuestra puerta este año lo hacían por primera vez, muchas en una situación límite», ha precisado durante la presentación la directora adjunta de Cáritas Madrid, Carmen Polo. «Una parte de la sociedad se está quedando atrás», ha matizado.
El 30% de las personas acompañadas eran menores de edad. El 57% eran mujeres, el 24% pertenecían a familias monoparentales y más de la mitad, el 53%, no contaban con un empleo. En total, se entregaron casi 25.800 ayudas económicas por un importe de más de 7,4 millones de euros, y el 58% se destinaron a cubrir necesidades relacionadas con la vivienda. Y es que la atención de Cáritas en Madrid en este último año ha estado marcada por la precariedad laboral y la crisis de la vivienda. «Por estos dos motivos, la brecha social cada vez es mayor. Hay mucho terreno en el que avanzar y muchas cosas por hacer para que las personas puedan acceder a una vivienda y un empleo digno», ha subrayado la directora.
El Hogar Santa Bárbara es justamente una de las respuestas de la organización a esta emergencia habitacional. Allí, mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad cuentan con un alojamiento y la posibilidad de empezar de nuevo en una de sus 29 plazas. En 2024, esta residencia atendió a más de 60 personas, entre las que se encuentra Dayane y también Danielita. «Aquí no tenía a nadie, ni familia, ni apoyo», recuerda la joven. Vivió los primeros seis meses de su bebé arropada por un equipo que hizo del Santa Bárbara «su casa».
«Salir de ahí para enfrentarme a la vida sola con un bebé no fue fácil al principio, pero toca seguir. Sin esa ayuda no sé cómo habría sido mi vida. Si una maternidad de por sí ya no es fácil, imagínate si no tienes a nadie». Ahora, Danielita ha logrado reunir en Madrid a sus otros dos hijos, tiene un trabajo estable y un techo para los tres. «Fue el empujón para mi independencia».
La soledad en las personas mayores
Junto a la vivienda, otra de las grandes problemáticas subrayadas por Cáritas es la soledad no deseada. Una soledad que duele, sobre todo, en la vejez. Tal y como explica la organización, Madrid es una de las comunidades con mayor índice de envejecimiento del país, con más de 666.000 personas mayores viviendo en la capital. Así, en su último ejercicio, Cáritas atendió a más de 1.000 personas a través de 37 proyectos dedicados a acompañar en esa etapa vital.
María José Serrano lleva casi cinco años acudiendo semanalmente a casas y residencias para visitar a personas mayores que viven solas. «Acompañamos a personas de bastante edad, queremos que se sientan queridas, escuchadas, que no están solas», explica. Cuenta con emoción cómo en muchas ocasiones les hacen pequeños recados, comparten confidencias o simplemente les acompañan un rato. «Ellos lo agradecen muchísimo. Nos reciben como si fuéramos los Reyes Magos».
«Es un enriquecimiento para ellos, porque están más contentos y se van encontrando mejor; pero también para nosotros, porque cada persona tiene una vida que contar», reflexiona María José. Entre sus visitas más especiales, menciona a una mujer de 104 años con la que mantiene largas conversaciones. «Tiene la cabeza perfectamente, me cuenta de todo… incluso hablamos por WhatsApp», comenta entre risas. Por ahora no tiene intención de dejar el voluntariado. «Llevo ya varios años, y voy a seguir con ello», asegura convencida.
Salud mental en personas sin hogar
El tercer gran frente del trabajo de Cáritas en la región es la salud mental, especialmente entre personas sin hogar. Un colectivo para el que han consolidado este año consolidado el proyecto San Felipe Neri, un espacio de acompañamiento integral. «Cada vez se está implantando más en la sociedad como los problemas de la salud mental son centrales en nuestra vida», explica a este periódico Jesús Polo, responsable del proyecto. «Nuestro objetivo es apoyar y asesorar en esta materia a estas personas, ofrecerles nuestra ayuda y establecer un vínculo. Es entender que detrás hay una historia, una persona que quiere recuperar su vida«, aclara.
El proyecto, ubicado en Puente de Vallecas, ofrece atención psicosocial a personas en riesgo de exclusión social con problemas de salud mental o emocional. El proceso comienza con una valoración psicológica, a raíz de la cual se propone un plan de acompañamiento adaptado a las necesidades de cada individuo. «La persona nos explica hacia dónde quiere llevar su proyecto de vida. Les acompañamos desde lo más básico —descanso, comida, higiene— hasta lo más profundo: la reconstrucción de sus relaciones, de su autonomía, de su futuro», señala Jesús.
Este año han atendido a 67 personas en su centro de día, que ofrece servicios básicos que van desde el aseo personal a actividades de ocio. Acompañar a estas personas, explica Jesús, es «un aprendizaje constante», además de «un espejo». «Todos hemos atravesado alguna vez un momento en el que la salud mental ha sido central, y ayudar a otras personas desde esa perspectiva te ayuda a normalizarlo. Cada vez que vemos cómo alguien en esta situación, a pesar de una enfermedad grave y no tener ingresos, logra salir adelante… te hace verte pequeñito. Tratar con personas tan valientes te da esperanza. Esperanza de saber que, si mañana me pasa a mí, tengo un camino de vuelta«.