[Zamora] Los muertos sanabreses que vos enterráis gozan de buena salud

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«Como tantas veces hemos dicho: «No pasarán». Y hoy repetimos: No pasarán… los trenes de largo por Sanabria»

El entierro simbólico con el que los sanabreses denuncian la pérdida de paradas del AVE en la comarca no es sólo una performance para llamar la atención de un problema local, sino una alerta de que toda la provincia de Zamora puede morir si siguen enterrando servicios, proyectos y esperanzas.
Como ha pasado sin ir más lejos con las líneas de tren de velocidad normal que se construyeron con la expropiación de las tierras zamoranas, la inversión pública de los gobiernos con el dinero de todos los españoles de la época, y el trabajo de obreros de aquí y de allá porque la clase obrera es internacional.
El ferrocarril Ruta de la Plata desde Palazuelo hasta Astorga está definitivamente enterrado desde que se desafectaron las vías para el uso que fueron construidas, y se van hundiendo bajo tierra. O en el mejor de los casos transforman algún tramo en «vías» verdes para peatones o «carriles» bici para ciclistas ¡Vergüenza llamarlas vías o carriles como las del tren que ya no existe!
La otra línea desde Madrid a Galicia y vuelta, construido con el esfuerzo social y también con trabajadores llegados de otros lugares -como se demostró cuando tras el golpe militar de Franco sufrieron la represión en Sanabria– aún se mantiene sobre la tierra, pero las firmes construcciones en piedra de las estaciones empiezan a desfallecer en medio del cierre, el abandono y la soledad del vacío o vaciado que las rodea.
Ninguna de las líneas de tren que se han construido en Zamora, incluida la del AVE en tramos de esta provincia, ha sido de doble vía, para ir y volver sin riesgo. Eso ha impedido la existencia de un buen servicio de cercanías, por ejemplo entre Benavente, Zamora y Salamanca, y todos los pueblos intermedios. Un trayecto que sería rentable para la empresa, y sobre todo para los estudiantes y trabajadores que cada día se desplazan entre las tres ciudades, como ahora se desplazan entre Sanabria, Zamora y Madrid en AVE. La vía única, unida a la falta de electrificación en la zona de España que ya cuando se construyeron las líneas era una de las mayores productoras de kilovatios, nos ha impedido ir y volver en tren. Tal vez alguien pensó que Zamora era tierra destinada a emigrar para no volver: vía única transformada en vía muerta.
Porque en Zamora cada vez que nos hablan de progreso o nos instalan un presunto beneficio, acaban enterrando algo.
Como ha sucedido con los servicios públicos. En la educación construyeron flamantes escuelas comarcales con comedor y transporte cuando se implantó la EGB, pero enterraron las unitarias de cada pueblo para los más pequeños. A medida que algunas cabeceras de comarca se dotaban de centros de salud, se fueron cerrando y agonizando por falta de sanitarios los consultorios médicos. Ahora en eso que llaman el cuarto pilar del estado del bienestar, las nuevas tecnologías de los cuidados están sustituyendo con robots el trabajo sencillo de cuidadores ¡Y eso que no ha llegado internet a los pueblos!
Porque el internet prometido es la justificación para que no venga el cartero más que una vez cada quince días. O para que hasta la diputación exija hacer los trámites con la administración electrónica ¿Pero es que no saben dónde viven? Porque el robot de momento no hace papeles o descarga archivos o como quiera que se digan esas cosas.
Tampoco llegó la luz cuando el progreso de la energía hidroeléctrica con sus enormes construcciones de ingeniería y sus poblados, enterró pueblos enteros bajo los embalses. Como ahora las instalaciones de aerogeneradores y huertos solares acaban con las mejores tierras agrícolas; y las plantas de biogás rematan lo que va sobreviviendo. Y de la misma manera, la instalación de macrogranjas entierra la ganadería tradicional y mata de contaminación los campos.
Con otros servicios privados tampoco hemos tenido mucha suerte: privados de bares en el pueblo, se subvenciona que se conviertan en pequeñas tiendas; y privados de tiendas se compatibilizan con bares, como han hecho toda la vida en los pueblos más pequeños. Y el internet que pasa y no para ha enterrado también las sucursales bancarias con sus empleados, y hasta el cajero automático sin trabajadores.
Como decía, parece que cada vez que nos hablan de progreso e instalan algo, entierran aún más: con los embalses y el biogás, las tierras fértiles; con las macrogranjas, la ganadería tradicional; con el AVE, los trenes y líneas de cercanías. Y con la instalación de un servicio, desaparecen las cosas pequeñas como escuelas unitarias, consultorios médicos y cuidadoras de carne y hueso que no se llaman Alexa.
Y por si fuera poco, al final no paran ni la luz de las energías verdes, ni los chorizos de macrogranjas (o esos sí); ni el AVE en Sanabria. Y el robot se para por falta de energía por el apagón.
Así que Sanabria se pone de entierro, pero el muerto de Sanabria no se calla ni en el ataúd, y los quince minutos de entierro son como los cinco minutos de «Te recuerdo Amanda», te hacen renacer:
Son quince minutos,
a vida renace en quince minutos.
Suena el tren que para en nuestra Sanabria,
y si estás luchando
conseguirás todo.
Los quince minutos… son para vencer.
Porque en toda Zamora decimos que «los muertos que vos matáis, gozan de buena salud». Porque Zamora en Pie se pone en marcha. Porque nos sobra energía para exportar y nos mueve para reivindicar. Porque mantenemos la memoria de los trenes perdidos.
Y porque gritamos puño en alto como hace unos días en la estación: ¡Sí pararán!
Como tantas veces hemos dicho: «No pasarán». Y hoy repetimos: No pasarán… los trenes de largo por Sanabria.
Nos vemos en el andén (de andar, no se asuste nadie).
Laura Rivera, Portavoz de IU en la Diputación  
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