
Por enésima vez asistimos a una falta de respeto absoluto por la realidad -y por tanto, por la verdad- de las fuerzas sociales, sindicales y políticas autodenominadas progresistas, en este caso en relación con la asistencia a la movilización en defensa de la Sanidad Pública en Madrid del domingo 25 de mayo. Según los convocantes de la manifestación, asistieron 200.000 personas, ahí es nada; según la Delegación del Gobierno, no interesada en debilitar las cifras de asistencia, ésta estuvo alrededor de las 30.000, una cifra que parece generosa, especialmente viendo fotografías no sesgadas de la misma. 30.000 personas en una movilización a favor del Sistema Sanitario Público en un domingo veraniego en Madrid supone ya una asistencia importantísima, que habría que valorar en su justa medida. Multiplicar esa asistencia real por más de seis, hasta situarla en 200.000, no sólo es una falta de respeto a la verdad, y por tanto una absoluta falta de ética desde una perspectiva transformadora, sino que es un error político de primera magnitud.

Construir un movimiento popular exige unos mínimos valores éticos, además de una metodología lo más rigurosa y científica posible. Cuando no se tienen en cuenta ninguno de esos dos criterios en el trabajo sociopolítico, la derrota está asegurada. Ya pueden multiplicar por seis o por diez la asistencia, que en las elecciones cada voto se cuenta uno a uno; después llegan las sorpresas, la frustración y la recurrente valoración que se sintetiza en la famosa frase “la gente no sabe votar”, y que tanto hemos escuchado en los últimos años en Madrid; ¿la gente no sabe votar o las organizaciones progresistas no saben hacer política que empatice con las clases populares? Hay acumulada suficiente experiencia y perspectiva histórica para que ese tipo de errores no se reiteren, pero no se le pueden pedir peras al olmo. Obviamente, una parte significativa de las organizaciones que están detrás de la referida convocatoria en defensa del Sistema Sanitario Público del 25 de mayo no se sienten vinculadas a esa metodología científica de trabajo ni tampoco a la ética de la verdad; así les va después en los procesos electorales. El cambio de líder del PSOE en la Comunidad de Madrid y su nominación por parte de Pedro Sánchez es un tremendo error político que pagarán caro, aunque sus expectativas de entrada no sean demasiado halagüeñas. Óscar López fue ungido en Castilla y León para ser candidato en las Autonómicas de 2011 y el desastre electoral fue apoteósico. Curiosamente Luis Tudanca, el único candidato del PSOE capaz de ganar unas elecciones en la Comunidad desde los años 80 (en 2019) ha sido defenestrado para colocar en su lugar al alcalde de Soria, Carlos Martínez, que da la impresión de tener aun menos expectativas que las del actual candidato en Madrid. Ya veremos si llegan como candidatos a los próximos comicios.
En Comuner@s no tenemos una especial confianza, al menos en el corto plazo, en que se le pueda dar la vuelta a los resultados electorales/institucionales ni en la Comunidad ni en el Ayuntamiento de Madrid. Ahora mismo, en este ciclo político que durará al menos unos pocos años, lo que nos parece prioritario es articular un movimiento popular políticamente cohesionado y con una clara voluntad de victoria para que pueda dar la batalla en la calle con solvencia y garantía de éxito. Eso es una condición imprescindible para, en una posterior fase, derrotar electoralmente a la derecha en Madrid. Pero claro, aquellas organizaciones que viven de los sueldos que se dan en las instituciones no pueden permitirse esta posición ideológico-política.

Como decíamos, es sencillo llegar a tales conclusiones con un análisis mínimamente riguroso. Pero pretender que las fuerzas político-electorales que dan apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez y se constituyen en oposición institucional a la derecha en Madrid trabajen con rigor y ética es una ingenuidad. Su trabajo única y exclusivamente está orientado en seguir manteniendo un número suficiente de votos para participar en el reparto de cargos en las instituciones madrileñas. Los Comuner@s del siglo XXI tenemos una ambición (en el sentido gramsciano del término, no en el sentido burgués) mucho más profunda, y aspiramos a derrotar a la derecha institucional en todos los frentes, incluyendo el de las urnas, pero antes hay que pasar por las fases imprescindibles que lo hagan posible. La primera es recuperar el entusiasmo y la capacidad de movilización en las calles, así como la exigencia de rigor frente al engaño sistemático en cuanto a la descripción de la asistencia real a las movilizaciones. Quizás a algunos lectores/as les pueda parecer un planteamiento duro, pero no lo es, y solo así se les puede derrotar.
Otro déficit, sin cuya resolución es imposible desalojar a la derecha de las instituciones, es la ausencia de un proyecto político ajustado a la realidad de Madrid, tanto a nivel de la Comunidad como a nivel del núcleo metropolitano. Desde hace mucho tiempo venimos hablando de la doble faceta de Madrid. Por un lado, como capital del Estado, y en los últimos años algo que va más allá de eso, al haberse convertido en una ciudad referencial en el Sur de Europa y para una fracción de Latinoamérica, con importantes conexiones sociales, económicas y políticas entre las élites madrileñas y la oligarquía de ambos continentes; a sus intereses responde esencialmente el proyecto reaccionario que encabezan Ayuso y Almeida. Pero por otro lado hay que reconocer al Madrid popular y comunero, cuyos intereses son muy diferentes y están en línea con su tradición de lucha antifascista y antiimperialista, y que actualmente está huérfano de un proyecto alternativo dado que la izquierda institucional es incapaz de proponerlo debido a su pereza intelectual y política, así como por su falta de confianza en la gente a la que, como decíamos, achacan el “no saber votar”. En este sentido, es imprescindible recuperar la auténtica historia de la resistencia antifascista en Madrid y la victoria sobre el alzamiento del 18 de julio de 1936 y días siguientes, cuando se derrotó a los fascistas en el Cuartel de la Montaña, desde donde pretendían tomar Madrid. Recobrar esa memorable página de la historia de nuestro pueblo es clave para enlazar con nuevas victorias.

Vender humo es sencillo en lo inmediato, pero a medio plazo no sirve para nada, como se ve en la evolución de algunos proyectos. Por nuestra parte, apostamos por un minucioso y constante trabajo de cantera, que requiere mucho esfuerzo, pero que ya está dando resultados alentadores. En ello seguiremos, pues no hay otro camino posible para conseguir transformaciones.
Izquierda Castellana, 27 de mayo de 2025