Cachemira, la mecha para reactivar el conflicto regional indo-paquistaní e impulsar el yanqui-chino

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No deja de sorprender que el atentado terrorista en Cachemira del 22 de abril se haya producido coincidiendo con la visita programada de J. D. Vance a la India. No sacamos ninguna conclusión explícita de ello, pero obviamente es una curiosa casualidad. Vance no es un personaje cualquiera en la Administración Trump, no es otro Elon Musk. Vance es quizás, o tiene apariencia de tal cosa, el cerebro del proyecto de esa Administración. Es una persona con una sólida formación intelectual y con una importante capacidad resolutiva. Esto no quiere decir que no sea un nazi-sionista; sería bueno que nos acostumbráramos a diferenciar lo que es el pensamiento nazi y la falta de capacidad intelectual, puesto que no son cosas intrínsecamente unidas. Si se sigue con esa mentalidad tan generalizada en los últimos años entre la ‘progresía’, especialmente en el Estado español, de utilizar el calificativo nazi o fascista simplemente como un insulto, perderemos el sentido riguroso de tal concepto.

La India y Pakistán (antiguo Indostán) se independizaron del Imperio británico en 1947 (hasta ese momento eran países coloniales, es decir, colonias puras y duras), una vez finalizada la II Guerra Mundial. Durante este conflicto ambos países hicieron grandes aportaciones, especialmente en seres humanos. El Imperio Británico salió de la guerra muy debilitado y con sus capacidades para mantener la red imperial -tal y como había funcionado hasta ese momento- muy mermadas. El 15 de agosto de 1947, Jawaharlal Nehru, ya como Primer Ministro de la India, izó la bandera nacional en la Puerta de Lahore del Fuerte Rojo de Delhi, edificio de gran simbolismo y significación histórica en la India.

Fotografía tomada durante la hambruna de Bengala, 1943. Las hambrunas fueron recurrentes entre los siglos XVIII y XX en el Indostán bajo control británico

Es conveniente recordar que ante la gran hambruna de Bengala acontecida en 1943, con entre 1,5 y 3 millones de fallecidos, y de la que nadie parece querer acordarse, Churchill, Primer Ministro británico en aquel momento, tuvo una actitud claramente genocida. Churchill, que desempeñó un papel significativo en la confrontación con los ejércitos nazis en Europa, era un auténtico racista, especialmente en relación con algunos pueblos. El 16 de agosto de 1946 se produjeron importantes disturbios entre musulmanes e hindúes en Calcuta, capital de Bengala, en los que se estima que murieron 4.000 personas y 10.000 resultaron heridas. Estos disturbios y otros graves episodios pusieron de manifiesto la dificultad, por no decir imposibilidad, de crear una única entidad política que sustituyera al Régimen colonial británico en esa zona del mundo. Ello llevó a la constitución de dos Estados, en función del peso de las religiones: Pakistán, de mayoría musulmana, y la India, de mayoría hindú, aunque con una cierta pluralidad religiosa. A su vez, Pakistán tenía una rara particularidad, pues su territorio estatal inicial estaba dividido en dos zonas separadas y muy distantes, 1.600 km, con la India entre medias: lo que se conocía como Pakistán occidental y lo que era el Pakistán oriental, que en 1971, después de otro conflicto militar, acabó constituyéndose como el Estado independiente de Bangladés.

Mapa del Indostán, con los movimientos migratorios posteriores a la independencia.

La región de Cachemira era un principado antes de la época colonial, con rasgos particulares en diferentes aspectos, incluyendo el cultural. Reproducimos unas líneas de «El conflicto de India y Paquistán», informe editado en 2006 desde el Ministerio de Defensa:

El antiguo principado de Yamu y Cachemira ocupa una extensión de 222.236 km2 de valles y montañas al sur del Himalaya; algo menos de la mitad de la España peninsular. Actualmente está repartido entre tres países: India, Paquistán y China. India gobierna en un 45% de la superficie; Paquistán controla el denominado «Azad Kashmir» (Cachemira libre) desde la guerra posterior a la independencia de la India; China ocupa dos porciones, una denominada Aksai Chin, arrebatada tras la guerra de 1961 con la India y otra llamada Shaksgam, cedida voluntariamente por Paquistán, según se muestra en el mapa. El principado alberga una población de cerca de diez millones de habitantes, siete en la parte hindú y algo menos de tres en la paquistaní; son en su mayoría musulmanes, concentrados en los valles y llanuras fértiles. Se hablan varios idiomas como el urdu, el hindi, el dogri y el ladají. Las religiones principales son la musulmana y la hindú, aunque también hay un número significativo de sijs en Yamu y de budistas en la zona de Ladaj

Mapa de Jammu y Cachemira

Durante la retirada del Imperio británico de la región, en Cachemira surgieron movimientos pro-independentistas con una importante fuerza; el marajá del momento (hinduista) pidió apoyo a la India para sofocar ese movimiento independentista y la India aceptó la propuesta, a cambio de que Cachemira quedase en lo fundamental bajo su administración. En Cachemira la religión mayoritaria, con mucha diferencia, es la musulmana (profesada por un 75% de los habitantes); las simpatías populares están más cercanas a Pakistán que a la India, entre otras cosas por el factor religioso. Cachemira, el simbólico elemento de la discordia entre ambos países, gozó de cierta autonomía desde que pasó a formar parte de la India. A lo largo de los años ésta ha sufrido reiteradas limitaciones en sus competencias, que a su vez han supuesto restricciones en las libertades civiles. El recorte de competencias autonómicas en 1964 estimuló la Segunda Guerra indo-pakistaní, que finalizó gracias a la intervención soviética y del Consejo General de Seguridad de la ONU. La autonomía de Cachemira se instauró bajo el ámbito del artículo 370 de la Constitución India, con el compromiso de celebrar un referéndum de autodeterminación en el territorio, cosa que nunca se realizó, ni hay previsiones en tal sentido. En 2019 el Gobierno de Modi suspendió la Autonomía de Jammu-Cachemira mediante una reforma de la Constitución india.

Históricamente, desde su constitución, Pakistán fue un Estado muy próximo y colaborador con las potencias occidentales, particularmente con los EEUU. Hace pocos días una declaración del Ministro de Asuntos Exteriores relataba los tiempos en que en Pakistán se entrenaba a grupos terroristas para realizar atentados en la zona, incluyendo Cachemira. Desde hace algunos años eso parece que ya no es así, o al menos con la misma intensidad. Pakistán ha evolucionado para convertirse en un Estado con una posición más independiente en el contexto internacional, con bastante proximidad a China, de quien reciben diversas ayudas, también en el plano militar.

Reportera: «¿Reconoce que Pakistán tiene un largo historial de apoyo, entrenamiento y financiación a estas organizaciones terroristas?» Ministro de Defensa de Pakistán: «Bueno, llevamos tres décadas haciendo este trabajo sucio para Estados Unidos y Occidente…»

La India, por el contrario, ha tenido una evolución inversa: de ser un país muy cercano a la URSS, cuando ésta existía, ha pasado a ser un país muy cercano al imperialismo occidental. Esta cuestión relativa a sus relaciones exteriores encuentra un espejo en lo que se refiere a su gobernanza interna: el Partido del Congreso, el de Gandhi y Nehru, gobernante durante bastantes décadas y principal herramienta en la lucha por la independencia de la India, fue perdiendo apoyo social y desde hace años gobierna el Partido Popular Indio (BJP); este Partido ha tenido una visión nacional-chauvinista y racista desde sus orígenes, contando con crecientes conexiones ideológicas y en otros ámbitos con el nazi-sionismo. No es de extrañar que sus alianzas políticas internacionales se vuelquen cada vez más hacia los EEUU e Israel.

Puede llamar la atención que el mayor proveedor de armas de la India siga siendo Rusia, lo que tiene una explicación lógica desde el punto de vista técnico: el Ejército Indio estaba basado, desde el punto de vista de sus recursos militares, en el material soviético; eso es difícil de cambiar en un solo paso. Por ello necesitan seguir comprando una parte significativa de su material a Rusia, que tiene continuidad en la fabricación militar respecto a lo que producía la URSS. Por supuesto que la India sigue manteniendo relaciones de cierta importancia con Rusia a diferentes niveles, pero ese proceso se va diluyendo. India cada vez compra más armas a Israel y a los EEUU, pero especialmente a los primeros.

El asunto del agua, como ocurre en otras regiones del mundo, tiene una especial relevancia en el conflicto entre la India y Pakistán. De las aguas del complejo fluvial del Indo depende Pakistán en gran medida, desde el consumo humano hasta sectores clave de su economía -como la agricultura- que hasta ahora no se habían visto afectados por los numerosos conflictos militares entre ambos países, y cuyo flujo parece amenazado según recientes declaraciones de la gobernanza hindú. Pakistán ha avisado que esto sería un casus belli.

Mapa de la Cuenca del Indo, con todo su complejo fluvial naciendo en la montañosa región de Cachemira

Por desgracia, el conflicto bélico que parecía ir en aumento entre Pakistán y la India, con importantes movilizaciones militares hacia la frontera entre ambos países que presagiaban la preparación de algo más que una guerra de declaraciones políticas, ha estallado la noche del 6 al 7 de mayo, por cierto con una pérdida de al menos cinco aviones de combate indios; la presencia, reconocida, del Ejército Indio en Cachemira es muy significativa: entre 300 y 400.000 soldados.

Nos tendríamos que preguntar a quién beneficia un conflicto entre dos potencias nucleares, como India y Pakistán, en las fronteras de China. Desde luego, no beneficia a ninguno de esos dos países, que se verán afectados por la muerte y destrucción que conllevan las guerras de esta naturaleza. El sujeto principal de los repetidos conflictos entre India y Pakistán en las últimas décadas ha sido Cachemira, que también es fronteriza con China. Parece difícil concebir la hipótesis de que una guerra en sus límites beneficiaría a China en estos momentos. Por el contrario, le crearía problemas de gran importancia. En este punto no hay que olvidar que el objetivo principal de la Administración Trump, como han explicitado en reiteradas ocasiones, es la liquidación o debilitamiento de China en el mayor grado posible; y aunque no es una cuestión principal, también es reseñable que la cónyuge del Vicepresidente de EEUU, Usha Vance, es de origen y religión hindú.

J. D. Vance y Usha Vance se encuentran con el PM indio, Modi, el 21 de abril de 2025

Hemos de reconocer que no contábamos con esta posibilidad: nuestros análisis y reflexiones se orientaban a los escenarios que ya están militarmente en marcha. Es más que probable que veamos cómo escenarios potencialmente conflictivos pasan a una fase bélica en esta preparación de la guerra global en las mejores condiciones para el que aún sigue siendo el imperio dominante, aunque cada vez más debilitado, como podría ser también el caso del Sahel, donde ya se ven algunos indicios. A pesar de haber estallado ya el conflicto militar, no deja de llamar la atención la poca repercusión mediática que está teniendo en la prensa occidental, donde las referencias hasta ahora han sido muy limitadas. Como tantas veces hemos dicho, posiblemente una mezcla de mala fe e ignorancia.

No sabemos, y no resulta fácil, prever cómo va a evolucionar este conflicto. El hecho de que de entrada parezca que la India no está teniendo unos buenos resultados puede mejorar las expectativas de que el conflicto se desescale, pero si tenemos en cuenta que el objetivo prioritario parece ser China, nos tememos que esta evolución sea compleja.

Izquierda Castellana, 7 de mayo de 2025

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