De la guerra arancelaria a la guerra global

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Las guerras arancelarias como parte del proceso hacia la guerra global

Parece obvio que los aranceles impuestos por el Presidente Trump no tienen objetivos estrictamente económicos, sino político-militares. Al menos en estos momentos para Trump la política pasa a ser prioritaria sobre la economía; durante muchas décadas, los portavoces del Partido Demócrata de los EEUU y sus aliados en Europa se cansaron de repetir el eslogan electoral empleado por Clinton, “Es la economía, estúpido”; pero eso, al menos en este momento, ya no es así. La economía ha pasado a ser, bajo la Administración Trump, una herramienta más para impulsar sus proyectos político-militares. ¿Y cuáles son, en lo fundamental, éstos? Trump quiere conquistar el mundo, es decir, el conjunto del mundo; es su forma de entender la globalización. El “espacio vital” para los EEUU actualmente, según la propia Administración Trump, es la totalidad del globo terráqueo, y con esa finalidad orientan sus herramientas económicas, políticas y, por supuesto, militares. Si no se comprende este elemento esencial de la actual estrategia del imperialismo yanqui es imposible entender cada uno de los pasos que están dando adelante. Como hemos reiterado en numerosas ocasiones, Trump no está loco ni es tonto; por el contrario, demuestra que su equipo y él tienen bastante inteligencia y una estrategia coherente, aunque ésta sea absolutamente contraria a los intereses de los pueblos y de las gentes, es decir, del conjunto de la humanidad. Una estrategia criminal que se puede derrotar, y la derrotaremos desde las luchas populares de los pueblos y Estados antiimperialistas. Vencerlos no será tarea fácil ni se logrará en absoluto con las reflexiones y tácticas que salen de diversos marcos del mundo occidental. Esas estrategias obviamente llevarán a la absoluta derrota y a facilitar los objetivos que la Administración Trump se plantea: el dominio del mundo en todos sus aspectos.

Por supuesto que Trump y su equipo en general eran conscientes de que las medidas arancelarias impulsadas iban a poner patas arriba a la economía actual, de forma muy especial a la occidental. Parece ser que se han evaporado entre 9 y 10 billones de dólares de las Bolsas estos días, desde que se impusieron los aranceles; pero también parece que la tormenta en las Bolsas no va a hacer llegar la sangre al río. Las pérdidas seguramente continuarán, pero se intuye un cierto cálculo de los riesgos. Esta situación no solo no le traerá grandes preocupaciones a Trump, de lo que está dejando constancia, sino que es un indicador del éxito de los objetivos de su política arancelaria. Trump ha sido durante muchos años un empresario en el campo de los casinos, y por tanto conoce muy bien lo que es la “economía de casino” que se había vuelto hegemónica en el mundo occidental; sabe por tanto que este tipo de “economía de casino” es útil para pasar un rato -y si se tiene un golpe de suerte, hacerse con un cierto patrimonio-, pero también que ésta no sirve para mantener de forma sostenible y sostenida un proyecto para un país, para una nación, y mucho menos para uno como los EEUU, que no hay que olvidar que sigue siendo la mayor potencia económica y militar del mundo, aunque esté en franca decadencia y descomposición.

Pantallazo de los mercados estadounidenses tras la imposición de aranceles

El camino hacia la III Guerra Mundial está avanzando de forma muy significativa; China es percibida, y objetivamente es así, como el principal enemigo a abatir. Rusia no es el adversario fundamental del capitalismo occidental; aunque es un país antiimperialista y mantiene algunos rasgos y valores del país socialista que fue en el pasado, no tiene ambiciones para alcanzar una hegemonía mundial, sino que trata de recomponer parte de sus tradicionales espacios de influencia, o al menos que esos espacios no se conviertan, tal como ha ocurrido con Ucrania y otros países de la Europa Oriental, en enemigos declarados y beligerantes. Este impulso a la recomposición de sus espacios de alianzas sucede, además de en el Este de Europa, también en África, especialmente en el Sahel. El problema de Occidente con Rusia es que sus gobernantes estaban convencidos de que había pasado a ser un Estado paria, sin capacidad de resistencia ni de hablar “de tú a tú” a la UE y a las potencias occidentales, pero han demostrado sobrada capacidad para ello. Lo que hay en el mundo occidental hacia Rusia es, en lo fundamental, resentimiento, porque su situación es muy diferente de la que se imaginaban.

China tampoco tiene ambiciones de hegemonía global en el sentido imperialista, pero sí pretende ser una referencia de modelo de desarrollo y organización social equilibrado, respetuoso con la naturaleza y los derechos de los pueblos y las gentes, y lo está consiguiendo en buena medida; que siga avanzando es lo que no pueden permitir el imperialismo yanqui ni el europeo. Es por eso que han iniciado el proceso que finalmente conducirá a un enfrentamiento militar con la República Popular China (el político y económico ya hace mucho tiempo que están en marcha).

La Administración Trump se toma muy en serio el proceso de construcción del IV Reich y de la III Guerra Mundial. El alcance y sentido estratégico de muchas de las cuestiones que anunciaron (la anexión de Groenlandia, Canadá o incluso los movimientos relacionados con el control sobre el Canal de Panamá), y que algunos de forma ignorante se tomaron como una chirigota, se van comprendiendo de forma progresiva: no son sino piezas en la construcción cuidadosa de ese puzzle que lleve al enfrentamiento directo con China en las mejores condiciones para el imperialismo yanqui, y finalmente a la construcción de un Reich a nivel mundial, auténtica pretensión de Trump y su equipo. En esa tarea tiene una gran importancia el Estado nazisionista de Israel.

Trump y Netanyahu en la Casa Blanca, reunidos el miércoles 7 de abril

La Administración estadounidense sabe perfectamente que la preparación adecuada de una guerra (que será larga, costosa y difícil de ganar, y que no se resolverá en su sentido estricto con cuatro días de bombardeos -eso servía para los procesos militares totalmente asimétricos, como el de Irak o Libia-) precisa disponer de unos puntos de partida sin los cuáles no tiene sentido siquiera iniciarla. Entre otras cuestiones está garantizar las posibilidades de navegación marítima con las menores limitaciones por todo el globo terráqueo, lo que incluye el Ártico; el acceso a recursos minerales y de todo tipo, tan necesarios en una perspectiva como la que estamos hablando; y una cohesión social que permita construir un ejército con los suficientes recursos humanos, alimentado entre otras cosas por una épica creíble entre los sectores sociales que tienen que nutrirlo, aunque se recurra también a tropas mercenarias, algo que por supuesto harán. En ese proceso es imprescindible alcanzar el estatus de potencia reconocida como hegemónica en el mundo occidental. Esto lo han conseguido ya en buena medida. La comprobación de la reacción ante la imposición de los aranceles va claramente por ese camino, y ahí es muy importante diferenciar la que ha tenido China, que ya ha dicho que responderá con aranceles reactivos, con la respuesta de la Unión Europea, empeñada, como corresponde a su naturaleza, en abrir negociaciones lo antes posible, concediendo todo lo que sea necesario para calmar al líder del nazisionismo internacional. Trump dijo recientemente que había una larga lista de espera de voluntarios dispuestos a “besarle el culo” para que retire los aranceles; entre estos obviamente se encuentran los mandatarios de la UE.

Nada que no haya ocurrido en la historia de los últimos cien años en el mundo, aunque por supuesto, con nuevas características e importantes novedades. Pasamos de la construcción del III Reich en los años 30 y 40 del pasado siglo, encabezado por Alemania y ante la pasividad de la Europa Occidental -excepto el Reino Unido y el movimiento antifascista en el Estado español y en la parte Oriental del Mediterráneo (Grecia y Serbia)- a la actual situación, en que ese intento de construcción de un IV Reich es geográfica, política y económicamente más ambicioso, con la pretensión de que abarque a todo el globo terráqueo. Nadie debería situarse en una perspectiva fuera de esta confrontación cada vez más cercana e intensa. Aunque la mayoría de los Estados europeos, así como sus clases dominantes, tuvieron una actitud de apoyo más o menos activo, más o menos resignado con el proyecto del III Reich, hubo en esos mismos Estados sectores muy importantes de los pueblos, encabezados por las fuerzas comunistas y revolucionarias en general, que organizaron la auténtica resistencia popular al nazifascismo. Volvemos a una situación con características similares a aquella: parece evidente que aunque los Estados de la UE, e incluso en esta ocasión el Reino Unido, se sumen al proyecto imperialista neonazi, habrá sectores significativos en los pueblos de Europa, y desde luego en Castilla y en el Estado español, que nos opondremos con coherencia a ello. Para no llegar tarde a esta tarea hay que empezar ya a reflexionar y organizarse.

Viñeta de 1899 que refleja la larga tradición del imperialismo estadounidense y la importancia de la navegación para los planes expansionistas yanquis (a finales del siglo XIX los planes para construir un canal en Centroamérica todavía pasaban por Nicaragua)

Durante estas últimas décadas nos han impregnado de una ideología pequeñoburguesa en la cuál el hedonismo y la insolidaridad -o la solidaridad mal entendida- eran valores hegemónicos impuestos por todos los medios, incluyendo una buena parte de las redes sociales. Pero la realidad es terca y se impone a cualquier tergiversación ideológica y filosófica. En ese punto estamos. Entender tal cosa y actuar en la práctica en coherencia es cuestión de vida o muerte, al menos desde el punto de vista colectivo. Hay personas que no quieren ver la realidad como es, tal como le sucede al paciente que no quiere saber la enfermedad que tiene, o como cuando el Gobierno español se negaba a ver las repercusiones de la pandemia de Covid en el Estado, diciendo incansablemente que aquí habría sólo un puñado de casos. El pensamiento científico es lo único que nos permite comprender la realidad y organizarnos para intervenir de la forma más efectiva en ella. Todas las corrientes de pensamiento y acción que quieren escapar de la realidad, y no entenderla ni confrontarla, se sitúan objetivamente en el campo del enemigo, aunque esa no sea su actitud subjetiva. Como recoge el dicho, “el camino al Infierno está empedrado de buenas intenciones”.

La actitud de Rusia, que según Trump tenía que aceptar en unos pocos días la propuesta para negociar un armisticio, ha sido respondida adecuadamente por el Kremlin: Rusia tiene mucha experiencia heredada de la URSS sobre estos temas, y sabe, tal como hizo ante Hitler y el Estado nazi alemán, poner buena cara y dar buenas palabras mientras se organiza para afrontar la peor de las hipótesis de forma seria y eficaz; en eso están en estos momentos. China no tiene nada que disimular, es una gran potencia, perfectamente comparable a los EEUU, pero con una base socialista de tremenda dignidad humana. Los resultados de morbimortalidad en China respecto al Covid-19 en comparación con los EEUU (aproximadamente 120.000 fallecimientos frente a 1.200.000) son un ejemplo de la superioridad del sistema socialista chino sobre el occidental. Las cosas no ocurren por casualidad. En un conflicto bélico -aquí es bueno recordar lo que decía Clausewitz sobre la guerra como continuación de la política por otros medios- es probable que ocurra lo mismo. Hemos dicho muchas veces, y lo reiteramos, que hay que intentar parar el avance hacia la guerra; en este sentido se están impulsando movilizaciones en diversas ciudades castellanas y en otros lugares. Pero si ese objetivo no se consigue, es obligatorio para la supervivencia de la humanidad y la civilización ganar esa guerra. Si no es así, nos veremos viviendo en un IV Reich global, cumpliéndose los deseos de Hitler décadas después de su fallecimiento.

Izquierda Castellana, 9 de abril de 2025

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