
Estamos ante una nueva maniobra estratégica del capitalismo puro y duro, especialmente en Europa, cuyo objetivo no tiene nada que ver en lo fundamental con la salvaguarda de la naturaleza, incluyendo en ella a la humanidad, sino con dar una vuelta de tuerca para poder abrir un nuevo ciclo de explotación y expansión imperialista. En esta ocasión lo tienen francamente complicado, pero no por eso van a dejar de intentarlo, dado que para ellos es una cuestión de vida o muerte. La situación es muy compleja para todos/as, pero sobre todo para el enemigo, que no se acaba de poner de acuerdo en una estrategia unificada. Ello condiciona las diferencias sustanciales entre los EEUU y la UE, las dos grandes fracciones del imperialismo capitalista en la actualidad, aparentemente con grandes divergencias en cuanto a la estrategia a seguir. Éstas se manifiestan de manera particular en el conflicto que se desarrolla en Europa Oriental entre Rusia y algunos de sus aliados por un lado y la UE/OTAN por el otro. Aunque ahora esos desacuerdos aparezcan como muy sustanciales, realmente no lo son tanto, estando sujetos a “cuestiones de oportunidad”, y probablemente con el paso del tiempo se irán resolviendo.
En lo referente a los otros dos grandes escenarios de preparación de la guerra global, Oriente Medio y el Mar Meridional de China, Europa y EEUU no mantienen desacuerdos significativos en lo esencial, más bien lo contrario; esto es plenamente evidente en cuanto al primer escenario por el apoyo de todo el capitalismo occidental -aunque en algunos casos lo hagan de forma vergonzante, como ocurre con el Estado español- a la guerra/genocidio sionista contra el Pueblo palestino y los otros pueblos que en la zona lo apoyan, entre los que destaca por su humildad y su impresionante eficiencia el movimiento hutí de Yemen.

Saben que es imposible crear un ejército europeo capaz de sustituir al ejército yanqui, ni a corto ni a medio plazo, aunque lo repitan hasta la saciedad. En el fondo saben que realmente eso es una quimera, pero lo fundamental no es tanto el objetivo como el proceso que condiciona su puesta en marcha; de hecho ya han conseguido una de las cosas más significativas: aprobar un presupuesto europeo de guerra de 800.000 millones de euros para gasto militar, que irán aumentando con el paso del tiempo. Ese presupuesto, por cierto, es un capítulo distinto al del incremento de los presupuestos militares de cada Estado miembro hasta el 2-3% del PIB, que en no mucho tiempo se transformará en el 4-5%. Es curioso cómo el Gobierno español, que tanto se ha afanado en los pasados años para solapar gastos militares en otras partidas, pretenda resolver ahora rápidamente esta engañifa, y no es por casualidad. Los pueblos no quieren las guerras imperialistas, y en el Estado español, según la última encuesta europea, menos (solo un 20% de los españoles considera prioritario el gasto en Defensa). Decíamos que lo que les interesa realmente es el proceso en el que se van a invertir cientos de miles de millones de euros, que acabarán siendo billones. Esa gran cantidad de dinero, que intentarán como siempre que recaiga sobre la espalda de los trabajadores/as, es la gran oportunidad para el “capitalismo verde caqui” europeo, impulsado de forma autoritaria y antiecológica.
El 31 de marzo se publicaba en La Vanguardia un artículo que recoge cuáles son las minas que la UE considera imprescindibles para llevar adelante este proceso de rearme. De las explotaciones que están en territorio ibérico, una gran parte se encuentran en Extremadura, Andalucía, Galicia, Castilla y Asturias (donde ya ha acontecido una gravísima tragedia con la muerte de cinco mineros y cuatro heridos graves). Ni Cataluña ni Euskal Herria constan en el nuevo programa de la UE; están proyectadas para los territorios que de una u otra manera han sido colonizados por el capitalismo español e internacional. El Pueblo castellano no ha dejado de movilizarse ante estas agresiones, muy especialmente desde los años 80 y 90 contra la nuclearización y militarización del medio rural, pero la respuesta tiene que incrementarse y planificarse más. Hay que forjar conciencia de su carácter estratégico en defensa de la tierra.

Quienes impulsaron las Cruzadas en la Edad Media sabían que sus teóricos objetivos finales tenían poca viabilidad, pero estaban interesados en el proceso que generaba la organización de cada una de ellas: fundamentalmente la obtención de grandes volúmenes de recursos materiales, encargándose de ello Roma en estrecha colaboración con las autoridades civiles y, sobre todo, militares. Las fórmulas concretas eran variables, pero siempre productivas. También debe señalarse la movilización de recursos humanos, incluso de infantes, como ocurrió con la “Cruzada de los Niños” de 1212, una forma de intervenir sobre las cuestiones demográficas. El adoctrinamiento en un momento en que la heterodoxia ganaba terreno y las verdades inmutables de la Iglesia se veían cuestionadas por el pensamiento científico, la lucha contra el infiel se convirtió en un elemento importante de cohesión social. Ahora también la lucha contra Rusia y su líder actual, Putin, al que se representa como la plena encarnación del mal, juegan un papel significativo en ese sentido. Es por ello que el choque de las posiciones de Trump con ese relato cuidadosamente construido en Europa ha resultado tan conflictivo.
Europa no es un sujeto político con conciencia subjetiva de tal. Los intentos de fabricarla fueron un fracaso, como sucedió con el rechazo popular en 2005 a la propuesta de Constitución Europea. No les queda sino construir una subjetividad a la contra, en este caso contra Rusia. Según el relato del capitalismo europeo, ese país es el peligro principal; esto es acogido con mucha diversidad de opiniones, y también son diversas las respuestas que se está dispuesto a dar ante ello. Por otro lado, EEUU es un proyecto imperialista, pero con una importante identidad nacional, con una subjetividad y conciencia colectiva ya construida, al menos parcialmente. El trumpismo pretende estimular esa conciencia colectiva para poder enfrentar en mejores condiciones los escenarios de guerra que la Administración yanqui tiene previstos.
Cuestión muy diferente a la de la UE como conjunto es la particular situación de algunos Estados europeos, comunitarios como Alemania o extracomunitarios como Reino Unido (el caso de Francia es más controvertido), que sí tienen capacidad de obtener un aprovechamiento económico de la “estupenda oportunidad” que se le brinda a su industria (para)militar, notablemente desarrollada y con fuertes conexiones con la estadounidense.
La II Guerra Mundial no acabó con una derrota plena del nazifascismo. Es una de las razones importantes de la puesta en pie de la política antisoviética ya desde antes de que ese conflicto finalizase. El franquismo fue un Régimen aliado del Eje que supo maniobrar con cierta habilidad e inteligencia cuando la derrota de la alianza nazifascista se hizo clara. Su supervivencia -a la que la URSS se opuso- fue posible por el acuerdo al que llegaron con EEUU. La existencia del franquismo fue un elemento clave en la supervivencia del fascismo a nivel internacional. Similar reflexión se podría hacer en relación con el neofascismo, amparado en el Régimen del 78, el de la Monarquía Constitucional. El conjunto de Europa, menos el Reino Unido, estuvo en los años 40 bajo la hegemonía del nazifascismo, y eso dejó profunda huella.

Mientras tanto, ¿qué está sucediendo en el Estado español? ¿qué cambios estructurales han sucedido? Hay uno que nos parece de gran significación y alcance: Madrid se ha convertido en un núcleo clave desde el punto de vista económico, social, demográfico… con todo lo que eso tiene de negativo, pero también de positivo. Madrid ha desplazado en buena medida a Cataluña como primer impulsor de la economía española, y además ese proceso ha sido en parte en base a una política de alianzas transatlánticas, para las que Cataluña o Euskal Herria, en caso de querer, tendrían muchas dificultades. El franquismo, en contra de una opinión muy extendida, sólo promocionó a Madrid como capital administrativa y de servicios; tampoco tenía otra alternativa. El franquismo, y Franco especialmente, temían a Madrid, no solo por su papel en la guerra antifascista (Madrid no fue derrotada militarmente, sino traicionada desde dentro y entregada al enemigo) sino también por otros episodios de su historia, como los Levantamientos del 2 de Mayo, en los que quedó constancia de la dignidad del pueblo trabajador madrileño.
La derrota del Alzamiento en Madrid fue una clara muestra de valentía y compromiso antifascista popular. Los rebeldes, después de fracasar en su intento de levantar al conjunto de Madrid contra la República, se refugiaron en el Cuartel de la Montaña: allí se congregaron miles de miembros del ejército, otras fuerzas armadas y falangistas. Pero el Pueblo de Madrid, aunque no se le distribuyó armas de forma adecuada, derrotó y conquistó este cuartel y eliminó a la mayoría de los facciosos que allí estaban, tal como correspondía con esa situación de guerra ante la fracción más reaccionaria de la sociedad. En ese episodio tuvo una considerable implicación la Guardia Civil, muy útil por sus conocimientos sobre tácticas de guerra; es bueno recordar que un sector significativo de la Guardia Civil se comprometió con la defensa de la República, lo que llevó a que Franco estuviera a punto de disolver el cuerpo, tal como hizo con el de Carabineros. Posteriormente a aquellos acontecimientos, la Defensa de Madrid fue ejemplo constante de tenacidad y sentido épico de la lucha antifascista. Ello llevó a convertir la defensa de la ciudad en un símbolo internacional para la lucha antifascista, como se deduce del popular lema “No Pasarán”.
¿Qué hubiera ocurrido si las tropas franquistas en vez de entrar en un Madrid previamente liquidado por las fuerzas que traicionaron la causa antifascista -un sector del PSOE vinculado a Besteiro y Casado y el sector de la CNT vinculado a Cipriano Mera- hubieran tenido que tomar la ciudad calle a calle, edificio a edificio, defendida por la resistencia antifascista, dirigida especialmente por las Juventudes Socialistas Unificadas y el Partido Comunista de Madrid? La toma de una ciudad del tamaño que ya tenía Madrid por aquel entonces, más de un millón de habitantes, con una configuración en base a numerosísimas y estrechas calles y plazas -cosa que aún se puede comprobar visitando los barrios más céntricos de la ciudad, como Malasaña o Lavapiés- era de muy difícil realización. La defensa de Zaragoza ante la invasión francesa fue muestra de ello, aun siendo una ciudad mucho menor. La defensa de Stalingrado y Leningrado posteriormente, con la derrota de los nazis, también son ejemplos de las ventajas tácticas que se obtienen desde los edificios en la guerra urbana. Probablemente esa resistencia pudiera haber enlazado con el inicio de la II Guerra Mundial, que comenzó cinco escasos meses más tarde de la caída de Madrid. Con seguridad la historia de nuestro país hubiera sido muy diferente.

La esperanza de vida en Madrid es la mayor entre las capitales europeas (86,1 años), cosa que no suele aparecer, mucho menos de forma destacada, en los medios de comunicación de la progresía española. La gestión de la sanidad pública, orientada evidentemente a favorecer su mercantilización, es vergonzosa y criminal en el caso de la Comunidad de Madrid, pero no es muy diferente de lo que ocurre en otras Comunidades, como Cataluña, gestionada actualmente por el PSC. Mientras no se construya una línea coherente y rigurosa para confrontar con la derecha en Madrid, los resultados serán desesperanzadores para aquellos que lo hacen de esa manera.
Izquierda Castellana, 1 de abril de 2025.