Heridas invisibles… ¿es correcto el camino para prevenir la violencia de género?

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Las marcas visibles en su cuerpo tan solo eran un pequeño atisbo de lo que realmente pasaba. Seis años de relación. «Al comienzo no era agresivo, pero luego comenzaron los celos, las prohibiciones, los golpes…».

Dice que no la dejó trabajar, que se la llevó para otra provincia en contra de su voluntad, que administraba cada centavo, y las salidas eran, únicamente, en su presencia.

Ella quería escapar, «pero no tenía para donde ir con mi hijo». Afrontando su pasado, reconoce el ciclo de violencia del cual formó parte. Y buscó ayuda a tiempo. Temía la muerte. Bien podía haber sido unas de las 60 mujeres que en el año 2023 –según datos del Observatorio de Género en Cuba– fueron asesinadas por razones de género, a manos de sus parejas, exparejas u otras personas.

 

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Acosos, revictimización, machismo, violencia de género… Los nombres de las víctimas varían, las historias poseen multiplicidad de manifestaciones. Sin embargo, aunque existe un cuerpo legal que ampara a las mujeres cubanas, muchas expresiones de este flagelo se ocultan tras la puerta, son normalizadas en la sociedad, y acarrean hondas consecuencias, la más cruenta: los feminicidios.

La socióloga y especialista en temas de género, Clotilde Proveyer Cervantes, en innumerables entrevistas ha destacado que la violencia de género no es una suma de hechos aislados, sino que se asienta en estereotipos, mitos naturalizados y comportamientos sexistas perpetuados por el sistema patriarcal, al cual se debe hacer frente. Según onu Mujeres, este mal tiene su origen en la desigualdad de género y en el abuso de poder.

Para la sicóloga y especialista del Departamento de Investigación y Docencia, Carla Padrón Suárez, y la jefa del departamento Asesor Jurídico, Fátima Abdulá Ruiz, ambas del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el fenómeno está tan expandido en la sociedad que la mayoría de las mujeres ha estado en una situación de violencia, y aunque la agresión física es la más evidente, existen otros modos imperceptibles de maltrato que laceran el alma.

«Ahora es que estamos alzando la voz, pero ha sido una problemática silenciada, que genera mucha vergüenza. Sin embargo, ya se ha aceptado que la violencia basada en género es un fenómeno social que se necesita prevenir y enfrentar.

«Si no se actúa con rapidez puede terminar con daños muy graves para la mujer y la familia, porque el agresor lo primero que hace es aislarla de ese núcleo que la protege. Entonces, muchas personas externas la culpan, pues no entienden que la víctima está desprovista de sus recursos personales y que se siente incapaz de salir del círculo», agrega Carla Padrón.

Sobre ello, las estadísticas de onu Mujeres lo corroboran: el 40 % de las mujeres que sufren violencia busca algún tipo de ayuda, y menos del 10 % de quienes asisten a ese amparo denuncian en la Policía.

Es oportuno precisar que, en muchos casos en los cuales la mujer violentada acude a la institución legal responsable, no es atendida correctamente o el proceso se dificulta. Al respecto, Fátima Abdulá argumenta que esto se complejiza porque son delitos que se realizan en soledad, y muchos victimarios son personas integradas en la sociedad.

Por eso es clave que en el servicio no exista negatividad: lo más probable es que esa víctima retire la denuncia al día siguiente; y aunque no lo haga, y gane desde el punto de vista penal, socialmente sigue experimentado las consecuencias, enfatiza Fátima Abdulá.

De ahí la importancia de concebir, en estos casos, una red de apoyo, para que así disminuyan los sentimientos de vergüenza, y la víctima pueda rehabilitarse emocionalmente, agrega.

 

EN CUBA: ¿AVANCE O RETROCESO?

Era 2023. Como un suplicio describía Sonia el asistir a su trabajo. Fueron las llamadas consecutivas de su jefe, los insultos degradantes, las órdenes de quedarse después del horario laboral… Todo ese acoso ocasionó perjuicios en su salud mental.

Para ese entonces, en la Isla no se había implementado el Protocolo de actuación ante situaciones de discriminación, violencia y acoso en el ámbito laboral, y la decisión que tomó la comisión médica, luego de ella dirigirse a la Casa de Orientación a las Mujeres y las Familias de Santiago de Cuba, fue jubilarla. Sin embargo, el mal ya estaba hecho, y aquel hombre continuó acosando a otras mujeres.

 

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No es cierto que las mujeres y las niñas disfrutan de las mismas oportunidades y que la batalla para enfrentar la violencia de género se ha ganado. Aún quedan batallas.

En diálogo con Granma, Teresa Amarelle Boué, miembro del Buró Político del Partido y secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (fmc), expuso que de las 9 579 familias que viven en situación de violencia, más de 16 000 mujeres y niñas son las afectadas.

Erradicar cualquier vestigio de desigualdad es meta para el Gobierno cubano y, aunque con pasos lentos, se evidencian los progresos:

«Desde los avances legislativos que respaldan proyecciones y políticas del país, como la aprobación del Código de las Familias, el Código Penal, la Ley de Ejecución Penal, la Ley de Proceso Penal y el Código de Procesos, además de la Estrategia Integral de Prevención y la Atención a la Violencia de Género y en el Escenario Familiar; hasta las acciones y medidas que contempla el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, que transversaliza todas las normas con su enfoque de género», puntualiza Yaneidys Pérez Cruz, ideológica de la fmc.

En ese sentido, se crearon 896 comités de Género y se cuenta, además, con siete órganos, organismos e instituciones que implementan la Estrategia con la creación de protocolos de actuación para dar su justo tratamiento.

De igual forma, se trabaja de conjunto con la Fiscalía General de la República, en la puesta en marcha de un Registro Administrativo Interoperable de seguimiento, monitoreo e información en tiempo real de los feminicidios, desagregados por indicadores, destaca.

Para Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Unión de Juristas de Cuba y miembro del Comité de Expertas de la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación hacia la mujer en la onu, que Cuba cuente con un marco jurídico protector sobre la violencia basada en género significa que el Estado ha puesto en el centro de sus prioridades la tolerancia cero al flagelo.

En su diálogo con Granma, fue evidente la franqueza de quien sabe que, aunque existen resultados positivos, mientras haya una mujer, una niña o un niño en situación de violencia y no se dé la atención más efectiva, «no podemos sentirnos satisfechos».

 

SOLO ES UN COMIENZO

«Hay muchos estereotipos de género que generan prejuicios, que están instalados en la subjetividad de nuestros profesionales, y también en la propia población, y es un elemento en el que se requiere trabajar con mucha fuerza», comenta Yamila González.

Ella sabe bien que en la comunidad está la mayor debilidad, y que ir hasta allí es uno de los retos: «Estamos trabajando en los servicios integrados e integrales para que realmente exista una articulación de todos los actores».

Porque, a decir de la asesora jurídica Fátima Abdulá, muchas de esas instituciones proporcionan una respuesta fragmentada: «Algunos de los casos que entran por Salud Pública o por la Fiscalía no tienen seguimiento; otras historias no reciben la respuesta inmediata y hay infantes implicados que son víctimas secundarias».

Sobre este tema y todos los otros que transgreden los derechos humanos, las políticas públicas no suponen el destino final. Se requiere impregnar en la sociedad una educación sexual integral, una cultura jurídica, comprender qué es la violencia de género y cómo en ella inciden los comportamientos prestablecidos de lo que es ser hombre y mujer.

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