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Las luces se apagan sobre la relación transatlántica. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca alarga las sombras sobre una alianza que parecía indestructible. Resistió al primer mandato de Trump, pero ahora es mucho más frágil.
Así lo indica, al menos, el último sondeo del Centro Europeo de Relaciones Exteriores, que La Vanguardia publica en exclusiva en español.
La mayoría de europeos ya no considera que Estados Unidos sea un aliado. Prefieren calificarlo de “socio necesario”. Es la misma categoría que la mayoría de europeos atribuye a China.
Que los europeos vean a China en los mismos términos que a Estados Unidos indica que el orden internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial está al borde del colapso.
Países muy atlantistas como Dinamarca y Polonia han dejado de considerar a Estados Unidos como un aliado.
Sin duda, la fijación de Trump con Groenlandia –un territorio danés– contribuye a esta desvinculación.
Las medidas que está tomando Trump afectan directamente a Europa. Los aranceles, son un claro ejemplo, pero también Ucrania.
A diferencia de lo que opinaban hace seis meses, la mayoría de los europeos consideran ahora que es necesario un “acuerdo de compromiso” entre Moscú y Kyiv. No creen que Trump pueda arrancar una paz justa, pero opinan que la tregua es la salida más pragmática.
Los ucranianos pierden la fe en la victoria y su pesimismo arrastra a sus más fieles aliados, los estonios, daneses, británicos y polacos.
Cuando un país pasa de aliado a socio significa que la relación es menos altruista. Los europeos entienden que necesitan una relación más transaccional con Estados Unidos, lo que implica negociar con la cabeza fría y las posiciones muy claras.
Europa, sin embargo, no es una unidad. Hay divergencias claras sobre qué relación establecer co Rusia –un adversario para casi todos los europeos– y también con China, un socio, sobre todo para los países del Mediterráneo, incluida España.
Mientras la mayoría de países consideran que Ucrania es parte de Europa, solo el 40% de los italianos y el 39% de los franceses opinan lo mismo.
Trump aprovechará estas divisiones para debilitar a la Unión Europea. También utilizará el tirón de la ultraderecha. Alternativa por Alemania tiene el apoyo del trumpismo, con Elon Musk a la cabeza.
Durante la presidencia de Biden, este partido consideraba que Europa estaba sometida a EE.UU. Ahora, sin embargo, cree que EE.UU. ya no es un rival sino un “socio necesario”, un cambio de opinión notable en apenas unos meses.
A medida que se apagan las luces en la relación transatlántica, la Unión Europea debería encender las suyas para navegar por sí misma.
Falta, sin embargo, mucha autoconfianza. Los europeos no creen en sus propias fuerzas. Una encuesta anterior del Centro Europeo de Relaciones Exteriores indicaba que Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica, China y Arabia Saudí ven a la UE al mismo nivel que China y Estados Unidos. Sin embargo, cuando se pregunta a los europeos, solo una minoría es tan optimista.
Sin duda, el trumpismo y sus efectos sobre Europa contribuyen a este pesimismo. Pero también es verdad, como apunta Pawel Zerka, uno de los autores del estudio, que “los europeístas tienen una batalla que ganar y cuentan con nuevas oportunidades para conseguirlo”.
Solo necesitan ser más pragmáticos y reconducir el debate político hacia un centro más responsable y empático con las necesidades de la gente corriente.