
La Cabalgata Participativa de Vicálvaro, que recorrió las calles el pasado domingo con cerca del millar de participantes y varios miles de vecinos y vecinas recibiéndola a su paso, es en sí misma una victoria popular de gran importancia moral.
Desde, al menos, la década de 1960 del pasado siglo, los vecinos y vecinas de Vicálvaro han organizado su Cabalgata de manera participativa, con mayor o menor colaboración de la Junta Municipal, pero siempre siendo protagonistas principales de la misma. Este año, ante el intento del Ayuntamiento de pasar la fecha al 4 de enero y expulsar a las entidades vecinales de la misma, entregando a una empresa privada su gestión, el descontento era generalizado y solo era necesario que alguien tomase la iniciativa de intentar coordinar a todas esas personas para dar una respuesta. La existencia de un antecedente similar, con la Cabalgata Participativa de Hortaleza, fue también fundamental para que se diera un paso adelante.
El propio proceso de gestión de esta Cabalgata es de gran relevancia. Cientos de personas con diferentes inquietudes, ideologías o creencias religiosas, se han volcado en organizarla sin recursos materiales ni económicos, pero con un gran amor por su barrio y grandes dosis de dignidad colectiva. Tuvieron que hacer frente, además, a toda una campaña de mentiras y desprestigio orquestada desde la Junta Municipal y sus satélites, intentando criminalizar y asustar al vecindario con falsedades. Y no sólo el Ayuntamiento del Partido Popular puso trabas, sino que la Delegación del Gobierno de PSOE y Sumar les dejó totalmente vendidos sin organizar ningún dispositivo policial que garantizase el corte de vías de circulación, hecho que fue solventado por la rápida actuación del cordón de seguridad de la cabalgata junto a las diezmadas patrullas de la Policía Municipal presentes en aquel momento, que demostraron profesionalidad poniéndose al servicio del pueblo cuando se les necesitaba. Nunca sabremos si se trató de un despiste o si la falta de dispositivo fue un boicot a propósito por parte de Delegación del Gobierno; cualquiera de las dos cosas es muy simbólica del estado de decadencia de las instituciones, especialmente de sus cargos políticos.
Habrá quien pueda pensar que este tipo de celebraciones, ya sean celebradas de manera religiosa o laica, carecen de interés político. Se equivocan. Ningún proyecto revolucionario se puede desenvolver de espaldas a la cultura y la idiosincrasia del país en el que se desarrolla. El significado de lo ocurrido en Vicálvaro no se limita a la Cabalgata del pasado domingo, sino que es el inicio de nuevas victorias en el futuro, porque también es a su vez fruto de las victorias del pasado. La identidad vicalvareña se ha forjado a través de las luchas vecinales desde el pasado siglo: por la urbanización de las calles, los institutos y colegios, los accesos, el Metro, contra la droga, por las instalaciones deportivas, etc. Esta es una batalla más que ha quedado grabada en esa conciencia colectiva y que impulsará a las nuevas generaciones a organizarse en el futuro cuando lo necesiten.
El movimiento popular funciona de manera similar a un músculo. Si el músculo se deja de ejercitar durante un tiempo prolongado, éste se debilita y cada vez cuesta más ponerlo de nuevo en forma. Pero en el entrenamiento de fuerza también existe la llamada «memoria muscular», que es la capacidad del cuerpo para recordar a largo plazo adaptaciones musculares que se han ejercitado previamente, produciendo una ganancia muscular más rápida tras un período de falta de entrenamiento. El intento de institucionalización de los movimientos sociales en la etapa post-15M, así como la pandemia de la Covid-19, supusieron un duro golpe para la organización popular y sus formas tradicionales de movilización, pero no fue ni mucho menos un golpe definitivo, tal y como ha demostrado esta capacidad de respuesta que ha tenido el pueblo de Vicálvaro en un tiempo récord.
Cierta izquierda surgida de ese proceso post-15M visualiza el movimiento popular únicamente desde el punto de vista del oportunismo y pretende ponerlo al servicio de sus batallas partidistas en las instituciones, mareando la perdiz y generando aversión por parte de la gente. Los y las militantes comuneros entendemos la militancia como un servicio a nuestro pueblo: no vivimos de la política institucional sino que tenemos nuestros propios trabajos y dedicamos nuestro tiempo a fomentar la organización popular, sin que muchas veces nadie sepa siquiera cuál es nuestra afiliación política. Es la diferencia entre servir al pueblo y pretender servirse de él. Nuestra tarea consiste en analizar la realidad concreta y proponer desde la humildad cuestiones que siendo mínimamente coherentes suelen ser aceptadas por la gente, y para ello nos basamos en la plena confianza ante nuestro pueblo, pues sabemos que éste nunca falla, como ha demostrado nuevamente Vicálvaro.
Estamos convencidos/as que si el pueblo de Vicálvaro no abandona esta vía, la de la organización y unidad popular, recuperará su Cabalgata, igual que lo hizo el vecindario organizado de Hortaleza desde 2007. Si desde la Junta Municipal son mínimamente inteligentes cederán ante la presión popular. Si por el contrario, deciden mantenerse en sus posiciones, ese desprecio al pueblo les saldrá caro a la Junta, igual que le pasa a esa presunta izquierda que acostumbra a despreciar cualquier muestra de cultura popular.
¡Viva Vicálvaro y su cabalgata del pueblo y para el pueblo!