El avispero sirio

Comparte este artículo:

Vivimos circunstancias muy complejas en el escenario internacional, cada día más polarizado, que va configurando, en general, una situación de reagudización de los viejos escenarios de conflictos político-militares de larga data no resueltos, además de los iniciados actualmente. De alguna manera podríamos decir que estamos asistiendo a una tercera etapa de las dos grandes guerras mundiales que se dieron en el siglo XX, condicionadas por el Sistema imperialista-capitalista y por el nazi-fascismo.

Estamos acabando el primer cuarto del siglo XXI y entrando de forma intensa y acelerada en lo que podríamos llamar III Guerra Mundial, que debería ser el epílogo de las guerras imperialistas-capitalistas y tendría que ser el nacimiento de un nuevo orden internacional basado en reglas más justas, democráticas, respetuosas con los derechos de toda la humanidad -y cuando decimos de toda la humanidad, queremos decir estrictamente eso-, así como hacia la naturaleza.

Este proceso no será ni fácil ni rápido, pero será; y tampoco se alargará excesivamente en el tiempo, simplemente porque no lo hay. Vale la pena apostar por él, sin duda alguna. La alternativa es la profundización en lo que actualmente existe: corrupción e idiocia generalizadas; pérdida de valores éticos y/o morales; avance de la irracionalidad como método de pensamiento; y con ello, impulso al fascismo en cualquiera de las variantes a las que hoy asistimos. En síntesis, la pérdida de las más sustanciales conquistas de la humanidad a lo largo de los siglos, muy especialmente las del XX, con el inicio de la construcción del socialismo.

La caída del Gobierno de Al-Assad en Siria es obviamente de una gran importancia, y no se trata de hacer maniqueísmo ni distribución de responsabilidades desde el púlpito virtual. Estas cosas, incluso en procesos que estratégicamente tienen las mayores posibilidades de triunfar, ocurren. Son derrotas parciales, siempre dolorosas (muy en particular para quienes las viven directamente), pero que no deberían determinar el resultado final del proceso. Eso sí, hay que estudiar a fondo los hechos para aprender de ellos e intentar que no se repitan, al menos con similares características.

Se acaba de demostrar, una vez más, que el enemigo sigue siendo muy poderoso, a pesar de que en determinados ambientes llevados por un idealismo entusiasta y pretendidamente positivo, pero nefasto en los procesos de análisis y organización de la lucha, esto se minusvalore o ignore. Esa potencialidad del enemigo se expresa especialmente cuando, a pesar de las diferencias, aunque sean inicialmente importantes, son capaces de unirse con el objetivo de conseguir una victoria en la que están interesados. La confluencia de Turquía, Israel y EEUU, asociada a una debilidad del Régimen sirio que se venía gestando desde hace años, pero acelerada en los últimos tiempos, ha potenciado una victoria importante de las fuerzas del imperialismo en Oriente Próximo. Eso es una realidad incuestionable, pero que no nos tiene por qué abrumar; por el contrario, tiene que ser un acicate para estudiar más y, en aquello que de nosotros/as dependa, hacer las cosas mejor.

Islamistas desfilan con banderas del Estado Islámico en la costera región de Latakia.

Esas fuerzas que han confluido para impulsar la derrota del Estado sirio tienen cada una sus propios intereses específicos, que en buena medida son contradictorios, e incluso antagónicos. Se irá viendo hasta qué punto son capaces de resolverlos y dar algún tipo de continuidad a esa victoria coyuntural. Pero de momento, esa victoria es una realidad que hay que reconocer y que ya está teniendo consecuencias concretas para la resistencia antiimperialista en la zona.

La «teoría política» para afrontar y ganar en esta tercera etapa de conflictos político-militares globales que arranca desde el siglo XX de la mano del imperialismo no está escrita, ni sus resultados están predeterminados. Tampoco lo estaban durante las dos anteriores guerras mundiales. Podemos y tenemos que aprender del pasado, pero hay que construir una teoría política con el mayor rigor científico para este momento histórico, porque ello es la única garantía para la victoria.

En nuestro anterior editorial, dedicado a Siria, se traslucía una limitación en nuestros conocimientos concretos y actualizados sobre esa realidad. Fue por ello que no hicimos una hipótesis de resultados. Ese desconocimiento fue por otra parte generalizado, salvo para aquellos que estaban en el núcleo del asunto. Tener un conocimiento parcial y relativo de una realidad (que, por otra parte, no es directamente la nuestra, aunque nos afecte mucho) no es razón para una autocrítica formal, pero sí motivo de reflexión para mejorar nuestros conocimientos sobre la realidad, porque de ello depende el futuro del movimiento popular y de nuestra propia organización. Viendo las interpretaciones que se han hecho, y se siguen haciendo, desde otras organizaciones y medios de comunicación, se puede comprobar el grado de degradación ideológica y desconocimiento sobre la cuestión; nos referimos a los del Estado español, pues en otros ámbitos políticos y geográficos, aunque surjan de estructuras reaccionarias, éstas interpretaciones son bastante más serias.

Desde que publicamos nuestro último editorial, la situación ha sufrido, como es plenamente conocido, una rápida evolución que ha concluido con la derrota del Gobierno sirio y el exilio de Al-Assad en Moscú. Señalemos algunos acontecimientos que están ocurriendo, así como ciertas consideraciones que vienen haciendo algunos agentes muy influyentes en el actual devenir de Siria.

Netanyahu, que actualmente está declarando ante la Justicia de su país, y al que la situación le viene de perlas, ha reiterado que el Estado sionista de Israel quería reconfigurar Oriente Próximo, y en ello andan. En principio, parece que están aprovechando la coyuntura a fondo para ese objetivo. Israel ha llevado a cabo la invasión de territorios más allá de los Altos del Golán, que ya ocupaban ilegalmente, así como centenares de intervenciones sobre bases militares del antiguo Ejército Sirio, especialmente bombardeos aéreos y navales. Se trata de centros que no están teniendo ya actividad militar alguna desde la caída del Gobierno.

A Turquía se la podría denominar como el “cisne negro” de este episodio del conflicto. No es ningún secreto que Turquía viene desde hace bastantes años impulsando el proyecto de crear un gran espacio pantúrquico, que incluye la región bajo jurisdicción china habitada por los uigures, y que han tenido un significativo protagonismo en la lucha para derrotar al Régimen de Al-Assad. Es también evidente que desde hace años Turquía viene preparando militar y políticamente al HTS y a sus líderes (Abu Mohammed al-Julani y otros, tan promocionados últimamente desde la CNN y el Wall Street Journal) para asumir la dirección de Siria después de la caída de Al-Assad. Por otro lado, la neutralización o eliminación de la población kurda en Siria, auspiciada por Turquía, está en marcha.

Mapa que muestra la extensión de los idiomas túrquicos. Unos 200 millones de personas distribuidas en Europa Oriental y Asia Central comparten esta raíz cultural

Ha podido sorprender el bajo perfil de Rusia en esta etapa del conflicto. Es necesario tener algunas cuestiones presentes: a diferencia de 2011, Rusia está en guerra contra la OTAN en el territorio de Ucrania, guerra que por cierto tiende a expandirse. El único paso de la flota rusa desde el Mar Negro hacia el Mediterráneo es a través de los Estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, ambos bajo control turco por la Convención de Montreux (1936). Confrontar plenamente con Turquía en estos momentos tendría derivadas de alto riesgo para Rusia, y este país tampoco puede prescindir de ese paso hacia el Mediterráneo. Por otro lado, Rusia tiene un comprensible interés en mantener sus bases naval y aérea en el Mediterráneo sirio, y parece que Turquía es la única potencia que puede colaborar eficazmente en resolver por vía diplomática este asunto.

El parecido, también físico, entre Zelensky y Al-Julani, es evidente

EEUU está de facto ahora mismo sin presidente, pero Trump deja hacer lo necesario para dar satisfacción a los proyectos sionistas, por extremos que estos sean. Trump no es ningún pacificador, por si alguien aún se lo creía.

Asistimos a un escenario en Oriente Próximo cada día más complejo, y que nos va acercando al escenario de la guerra global. ¿A quién beneficia la reciente destrucción del Régimen sirio? Esencialmente a todo el campo del imperialismo. La caída de Al-Assad sin ningún género de dudas es un desastre parcial para la lucha antiimperialista en la zona. Ya veremos cómo evoluciona este asunto, que tendrá aún mucho recorrido, pero de momento, y siendo realistas, ha sido un auténtico traspiés para la resistencia antiimperialista, especialmente la antisionista, en la región.

Siria, tal como decíamos en nuestro anterior editorial, era una zona de paso clave para trasladar ayuda desde Irán a las diferentes fuerzas de la resistencia pro-palestina; esa ruta se ha debilitado claramente, al menos por el momento. Por otra parte, al margen de las diversas interpretaciones que se puedan hacer sobre el perfil relativamente bajo de Rusia en estos últimos episodios, lo que parece evidente por diversas razones es que la capacidad de intervención directa de Rusia en ese conflicto ahora mismo está condicionada, y no solo por su implicación en la guerra en Ucrania.

Aquí aparece esa novedad, la del “cisne negro” que estaba semi-oculto, y que de pronto ha irrumpido en toda su extensión: Turquía es una gran potencia militar y política en la zona y confrontar directamente con ella son palabras mayores. No es un agente cualquiera, el turco es el segundo ejército de la OTAN y puede ser condicionante en cualquier escenario para la derrota o para la victoria militar; es por tanto de pura responsabilidad reflexionar sobre ello antes de tomar decisiones. Rusia parece que ha optado por la posición de prudencia en este caso, además de por otros aspectos que ya hemos abordado en este editorial. 

Blindados israelíes

Los frentes de resistencia antisionistas han quedado debilitados. Seguramente encontrarán vías para su recuperación, como ha ocurrido históricamente, incluso en situaciones más complejas, pero en estos momentos esto es así. Irán también se ve perjudicado porque sus conexiones con las fuerzas de la resistencia antisionista se han deteriorado. Quizás empiecen a considerar aún con mayor urgencia la posibilidad de convertirse en un Estado con capacidad nuclear, una de las vías que tienen para alcanzar el reequilibrio de poder en la región.

En síntesis, con toda claridad lo ocurrido en Siria supone de hecho un golpe a la resistencia antiimperialista en la zona, por supuesto reversible. Es muy importante profundizar y conocer más al detalle sobre cómo ha ocurrido todo, y también habrá que observar atentamente cuál es el proyecto para Siria de esta coalición, contra natura en muchos aspectos. Veremos si hay un intento por estabilizar de alguna forma el Estado sirio, o si directamente avanzan hacia su cantonalización.

Otro tema del mayor interés desde el punto de vista internacional es la situación en Corea del Sur, que no ha hecho más que empezar, aunque en su línea habitual de manipulación los medios españoles, en particular PRISA, den ya por resuelto todo el asunto. El presidente golpista Yoon Suk-yeol sigue en su puesto, las movilizaciones populares cada vez son mayores, y las implicaciones institucionales también lo son. Tendremos que estar también muy atentos/as a ello, y dedicaremos un próximo editorial al asunto.

Izquierda Castellana, 11 de diciembre de 2024

Comparte este artículo: