El hervidero sirio

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Siria tiene una superficie cercana a los 200.000 km2, un tamaño más o menos similar al del conjunto de Castilla. Comparte una larga frontera con Turquía al Norte, con Irak al Este y con Jordania al Sur. Al Oeste, los vecinos de Siria son el Líbano y el Estado de Israel, que ocupa ilegal e ininterrumpidamente los Altos del Golán sirios desde 1981; además, tiene salida al Mediterráneo a través de una línea costera de unos 150 km, donde destacan las ciudades portuarias de Tartús y Latakia. El país tiene una posición geoestratégica que la convierte en la “espina dorsal” del Eje de la Resistencia frente al sionismo, al conectar Teherán con Beirut, pasando por Bagdad. La mayoría de los sirios están asentados en la cadena de núcleos urbanos que, de norte a sur, unen Alepo con Damasco (las dos mayores ciudades del país), así como en el litoral mediterráneo y en las orillas del río Eúfrates; buena parte del territorio es desértico y permanece deshabitado.

Mapa de la región
Mapa de Siria, con las principales ciudades

En los últimos días se ha reactivado, de la mano de potencias extranjeras -Turquía, Israel y Estados Unidos, con la participación desde el punto de vista militar muy importante de Ucrania a través de sus fuerzas especiales- el intento, iniciado en 2011, de liquidar al Estado multiétnico y plurireligioso de Siria.

La posición geoestratégica del país, como parte del corredor que va desde Irán hasta el Líbano, pasando por Irak, es fundamental en la distribución de armas y recursos para la resistencia antisionista, así como para el movimiento de personas. Por supuesto, también para el transporte de gas y petróleo hacia el Mediterráneo.

Entre las causas de la guerra se encuentra la colisión de dos proyectos de gaseoductos que atravesarían Siria para conducir hacia Europa grandes cantidades de gas extraído del yacimiento de South Pars-North Dome, que comparten Qatar e Irán, y que es el mayor del mundo.

Por otra parte, su costa, aun siendo de un tamaño limitado, es de gran importancia en el control del Mar Mediterráneo. La única base naval rusa fuera de los territorios que compusieron la antigua Unión Soviética está ubicada en la ciudad de Tartús. Siria fue el único país que resistió a la ofensiva imperialista en los inicios de la segunda década de este siglo, conocida como “Primavera Árabe”.

El último episodio de la ofensiva de las potencias occidentales y Turquía para acabar con el Régimen sirio se ha iniciado coincidiendo exactamente con la declaración de alto el fuego/tregua entre Hezbolá y el Estado de Israel. Ese alto el fuego tuvo muchos aspectos sorprendentes y poco creíbles, pero el reinicio del proceso de intento de liquidación del Régimen sirio arroja un poco de luz sobre este asunto.

Hezbolá fue una de las fuerzas de la Resistencia que tuvo un papel más activo en la defensa del Régimen de Al Assad. Seguramente quienes han impulsado la ofensiva en curso consideraron que Hezbolá estaba desgastada como para reactivar su apoyo a Siria. Similar percepción tendrían con respecto a Irán y Rusia, siendo ésta última la gran potencia que pudo dar la vuelta a la evolución de ese intento de liquidación del Régimen árabe y antiimperialista sirio. Esa apreciación seguramente tuvo en parte algo de cierto, y eso asociado a la relativa sorpresa, les permitió tener éxitos militares significativos en los primeros días tras lanzar su ofensiva, con la conquista total -o casi total- de Alepo, la segunda urbe más importante del país. No ha sido así con la ciudad de Hama, que sigue en manos de las tropas del Ejército Arabe Sirio, ni tampoco con Damasco, donde se hizo correr el rumor de que había un movimiento insurreccional y que el Régimen estaba a punto de caer. La situación parece estabilizada después de esos primeros días de cierta sorpresa y de dificultades para defenderse ante la ofensiva militar impulsada por las diversas fuerzas insurgentes, y muy especialmente por las de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), a las que dan cobertura Turquía y el imperialismo-sionismo, todo ello acompañado de la correspondiente manipulación mediática, abanderada en el Estado español, como es habitual, por el diario El País.

Algunos titulares recientes de El País, donde se aprecia con claridad el enfoque que este medio hace del conflicto.

Siria es un auténtico rompecabezas, por su carácter multiétnico y multireligioso, cuya complejidad en general el Régimen ha gestionado razonablemente, en un contexto de progresivas dificultades por las presiones internacionales en todos los ámbitos, desde el económico hasta el militar.

La presencia kurda en el noreste de Siria ha sido una fuente de tensión con el Régimen de Erdogán, al constituir un núcleo de resistencia kurdo que lucha contra la dominación turca. Esta circunstancia, con diferentes grados de expresión en el terreno político-militar, ha guiado la actitud de Ankara en contra de la integridad del Estado sirio, buscando siempre su debilitamiento al considerar que así facilitaría una solución al “problema kurdo”. Junto a la cuestión kurda, hay otra serie de elementos sociales y culturales de cierta significación. Siria es un mosaico religioso donde coexisten, junto a una mayoría de musulmanes suníes, una minoría alawita (una rama del islam chií), varias corrientes cristianas con su propia identidad (algunas de las primeras comunidades cristianas se asentaron aquí), además de una relevante población drusa con cierto poder político y social, conectada a su vez con la minoría drusa libanesa.

Compraventa de trufas, un producto muy codiciado del desierto sirio. Los recolectores son objetivo militar habitual de las fuerzas del Estado Islámico

En estos momentos, el actual Estado sirio se ubica dentro del amplio y diverso mundo del antiimperialismo. Este posicionamiento no es de ahora, viene al menos desde los años 50, cuando Siria se vinculó al presidente egipcio Nasser y a la idea de conformar una República Árabe Unida; desde 1963, Siria ha sido gobernada por el Partido Baaz Árabe Socialista. Actualmente esa decantación es muy significativa, teniendo en cuenta que el imperialismo les ha declarado la guerra, cosa que seguirá impulsando en los próximos tiempos de mano de Trump. Como hemos dicho y reiterado, la guerra para el Sistema imperialista es una necesidad para su supervivencia.

No podemos prever cómo evolucionará la situación en Siria. De momento, parece que el Ejército Árabe Sirio, con el apoyo de la aviación rusa y con otros apoyos de la resistencia en la zona, ha conseguido frenar la ofensiva del islamismo criminal y proimperialista. Seguramente habrá aún mucho tiempo por delante hasta que la cuestión se resuelva, pero hay algo que queremos constatar: el bloque imperialista, con unos u otros aliados, dependiendo del territorio que se trate, está dinamizando conflictos militares de cara a avanzar en el proceso de globalización de la guerra. En el caso de Siria, en donde hemos asistido a lo que podemos denominar “extensión de la guerra en mancha de aceite”, no cabe duda sobre ello, y a ese respecto la participación en el conflicto de tropas y recursos de origen ucranio y uygur (opositores islámicos chinos del Turkestán) es muy elocuente; pero vemos también cómo insisten en llevar adelante en Georgia una escalada con el fin de doblegar las posiciones democráticamente expresadas en el sentido de no vincularse a la UE y a la OTAN, manteniendo su soberanía e independencia; o también en Rumanía, donde parece que los resultados de las elecciones presidenciales les pillaron desprevenidos, o eso es lo que dicen.

Siguen impulsando la guerra, también a través de la articulación de nuevas alianzas militares, como es el caso del Pacífico, con el protagonismo de Japón. Si a alguien le quedaban algunas dudas sobre lo que está ocurriendo, observando con realismo y rigor los hechos, éstas se deberían de despejar. Reiteramos una idea que hemos enunciado en ocasiones anteriores: si no podemos detener la guerra, hay que ganarla. Lo primero parece cada vez más difícil, pero lo segundo, sin que sea fácil, es posible, y esa posibilidad cada día se refuerza y se hace más probable.

¿Quién es quién?

Mapa actualizado sobre la guerra en Siria. En rojo, las áreas controladas por el Gobierno sirio; en amarillo, las zonas controladas por las fuerzas sirias; en dos tonalidades de verde, las fuerzas controladas por HTS y el ENS, fuerzas islamistas amparadas por Turquía.

Ejército Árabe Sirio (habitualmente SAA, por sus siglas en inglés): se trata del Ejército Sirio, que apoya al Gobierno de Al-Assad. Ha adquirido una importante experiencia en 13 años de combate. Se coordina en sus actividades con las fuerzas de Hezbolá, la aviación rusa y las milicias iraquíes e iraníes que luchan contra la oposición salafista.

Hayat Tahrir al-Sham (HTS, en castellano Organización para la Liberación del Levante): Se trata de la principal fuerza político-militar opositora al Régimen sirio, una escisión de Al-Qaeda que en los últimos tiempos había quedado confinada a la provincia de Idlib -fronteriza con Turquía, de la que recibe de forma permanente apoyos- y con capacidad de gobierno sobre cuatro millones de sirios. Su actual líder es el islamista Abu Mohammad al-Jawlani, personaje que hace esfuerzos por presentar al HTS como una fuerza menos extremista para cosechar un mayor respaldo internacional y entre los propios sirios. Son los principales impulsores sobre el terreno de la ofensiva de la última semana.

Ejército Nacional Sirio (ENS): Es una coalición de grupos opositores armados suníes, tanto árabes como turcomanos, respaldados por Turquía y Occidente, que se encuentran asentados también en áreas fronterizas con ese país. Junto al HTS, han protagonizado la reciente ofensiva proimperialista.

Fuerzas Democráticas Sirias (FDS): compuestas mayoritariamente por kurdos, ocupan el nordeste de Siria, al norte del río Eúfrates, controlando un territorio que recibe el nombre de Rojava o “Administración Autónoma del Norte y Este de Siria”. Su actividad militar se desenvuelve bajo el nombre de Fuerzas de Protección Popular (abreviado habitualmente como YPG). EEUU mantiene su presencia militar en esta región y ha influido en la supervivencia de este protectorado, de donde extrae hidrocarburos.

Estado Islámico (EI o ISIS): aunque el califato con capital en Raqqa (Siria) y Mosul (Irak) fue militarmente vencido y el movimiento quedó debilitado, entre otras cosas por el abandono de diferentes facciones, como las citadas fuerzas islamistas comandadas por Abu Mohammad al-Jawlani, el Estado Islámico mantiene algunas capacidades activas en la frontera con Irak, y posiblemente células durmientes en otras partes del territorio.

Izquierda Castellana, 4 de diciembre de 2024

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