Devotos de Agapito Marazuela evocan al maestro del folklore con música y flores

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Dulzaineros, folkloristas, músicos y público en general participaron este miércoles en la ofrenda floral ante la estatua de Agapito Marazuela, en la plaza del Socorro, que todos los años organiza la Ronda Segoviana en conmemoración del nacimiento del maestro, el 20 de noviembre de 1891.

Fieles a la cita, los devotos de Agapito Marazuela lo recordaron con flores, música y jotas delante de la estatua de bronce que el escultor José María García Moro realizó por encargo del Ayuntamiento de Segovia. Fue una celebración sencilla, entrañable, que sirvió para evocar la aportación del maestro al folklore castellano, pero también su vertiente más humana. La virtud que tiene el homenaje de la Ronda Segoviana reside en su carácter popular y anual, pues huye de las solemnidades institucionales y las fechas redondas. Concretamente, Agapito Marazuela hubiera cumplido ayer 133 años.

Nacido en Valverde del Majano, el músico dedicó gran parte de su vida a la recuperación del folklore musical castellano (canciones populares, tonadas y romances, melodías para tamboril y dulzaina…). A los catorce años ya se ganaba la vida como dulzainero y a los veintinueve inició en Madrid su actividad como guitarrista​ concertista, que alternaba con las clases de guitarra. En 1932, su ‘Cancionero de Castilla la Vieja’ fue premiado en el Concurso Nacional de Música convocado por el Ministerio de Instrucción Pública, lo que disparó su popularidad.

Militante comunista, en 1936 las Juventudes​ Socialistas Unificadas le encargaron la selección de los grupos folklóricos que debían actuar en la Olimpiada de Barcelona, frustrada por la sublevación militar contra el Gobierno de la República en julio de ese año. En el Madrid de la guerra contribuyó a organizar las Milicias Segovianas para la defensa de la capital. Por encargo del Gobierno republicano, en 1937 acudió a la Exposición Internacional de París como director de los grupos folklóricos españoles.

Carlos Álvaro

​La Guerra Civil cortó de raíz su trayectoria profesional, como a tantos contemporáneos suyos. Concluida la contienda, fue depurado y cumplió condena en varias cárceles. En 1964 publicó su ‘Cancionero de Castilla la Vieja’ bajo el título de Cancionero Segoviano, patrocinado por la Jefatura provincial del Movimiento. El régimen que lo había perseguido y represaliado reconocía así su labor como folklorista. Agapito vivió sus últimos años entregado a la Cátedra de Folklore que dirigió en Segovia durante los años de la Transición. Falleció el 24 de febrero de 1983.​

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