Prepararse para ganar la guerra, también en el campo de las ideas, al imperialismo y al fascismo

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En este editorial vamos a tratar sobre los principales acontecimientos que están ocurriendo en el mundo -incluyendo los principales escenarios de guerra (también de la comercial)- y en el Estado español. Lo hacemos con una metodología descriptiva, pero también buscamos una interpretación analítica de los hechos, de la que podamos sacar conclusiones. Para ello recurrimos, además de a otras cuestiones, a la reflexión histórica comparativa. Es un editorial un tanto extenso, pero la situación es compleja y no es fácil realizar análisis más sintéticos y que sean útiles para orientar el trabajo militante, siendo esa la finalidad principal de toda nuestra actividad teórica. Nuestras disculpas por adelantado. Recomendamos que el texto se estudie con atención.

Mario Draghi, en una conferencia recientemente impartida en Madrid en el marco del World Business Forum – WOBI, sostuvo que el peso del comercio internacional sobre el PIB de la UE ha llegado a rondar el 50%, el de China el 33% y el de EEUU el 26%; estas cifras indican la relevancia que tiene la actividad comercial para las diferentes economías, y en concreto para la europea. Draghi, el santificado expresidente del Banco Central Europeo entre 2011 y 2019, fue según sus “creyentes” el salvador del euro, aunque si releemos la información de la época veremos que ésta ponía especial énfasis en el papel de China en esa tarea. Los acuerdos Merkel-China eran deseados y celebrados, aunque ahora no conviene recordarlos y al país asiático se le ha ubicado en el “Eje del Mal”, una imposición más del imperialismo angloamericano.

Mario Draghi durante una conferencia en el WOBI.

El presidente electo de los EEUU, Donald Trump, ha anunciado ya, además de una parte muy significativa de su futuro gobierno -sobre lo que volveremos más adelante-, varias cuestiones clave de su política económica, especialmente un tremendo aumento de aranceles con la pretensión de “salvar la economía norteamericana”. La cuestión sobre la política arancelaria como herramienta para salvaguardar la economía propia es muy controvertida, y habitualmente sus resultados han sido poco positivos. Hay una larga tradición de políticas arancelarias, desde los arbitristas del Imperio de los Austrias hasta el caso de los años 20 y 30 en los propios EEUU, que abordaremos con más detalle. Estos gravámenes que pretende imponer Trump son de hasta un 60% para los productos chinos, y también se aplicarán a todas las mercancías que ingresen en América a través del puerto de Chancay en Perú, infraestructura en cuya construcción y puesta en marcha ha colaborado China. Trump, además, pretende potenciar el puerto de San Antonio en Chile para competir con Chancay en la estrategia de impulsar una auténtica guerra comercial global. La administración Biden, aprovechando al máximo los dos meses que le quedan en la Casa Blanca, ha decidido por su parte impulsar la guerra en su vertiente militar, poniendo en segundo lugar la guerra comercial. La autorización a Ucrania para que utilice armamento de largo alcance en territorio ruso, por supuesto con la imprescindible colaboración in situ de las tropas de la OTAN -tal como recoge toda la prensa internacional-, es una grave escalada en ese conflicto al profundizar la guerra. Parece que ya han empezado con tales prácticas, y aunque de momento la impresión es que no está repercutiendo de forma significativa en la evolución general del conflicto, contribuirá a alargarlo en el tiempo para hacerlo confluir con un escenario de guerra global, algo que ya hemos señalado en otras ocasiones.

Retrocedamos en el tiempo hasta finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo XX. En aquel entonces EEUU atravesaba una importante crisis industrial y aún mayor en el sector agrícola, que llevó a la ruina a numerosas granjas (estas circunstancias y ambiente se recogen aceptablemente bien en la película “Las uvas de la ira”, basada en la novela homónima de John Steinbeck). Como consecuencia de la I Guerra Mundial la agricultura europea había quedado absolutamente destrozada, sobre todo en Francia y Bélgica, en buena medida debido a la política de tierra quemada que aplicaron los ejércitos del II Reich. Eso supuso una gran oportunidad para la agricultura norteamericana (también para la de otras partes del mundo, como la argentina), por lo que muchos agricultores invirtieron importantes sumas de dinero para renovar su maquinaria, adquiriendo deudas muy significativas con las entidades financieras. La paulatina recuperación de la agricultura europea a lo largo de los años 20 supuso una pérdida de mercado del campo yanqui, y por tanto de los beneficios, provocando la incapacidad de muchos pequeños y medianos agricultores para saldar las deudas contraídas con la banca, llevando a la ruina y expropiación de sus granjas.

Fragmento de «Las uvas de la ira», 1940.

En 1930 se puso en marcha la Ley Smoot-Hawley bajo el mandato del nuevo presidente Herbert Hoover, personaje que en cuestiones de política económica y social guarda ciertas similitudes con Donald Trump, especialmente en su política arancelaria y migratoria (llegó a expulsar a más de un millón de inmigrantes de EEUU a México, entre los que había decenas de miles de niños/as, por cierto, muchos de ellos de nacionalidad norteamericana). La Ley Smoot-Hawley, discutida durante dos años antes de su aprobación en la Cámara de Representantes y el Senado de EEUU, supuso una muy importante y generalizada subida de aranceles para las exportaciones a los EEUU. Podríamos decir, con todos los matices que se quieran, que la Ley Smoot-Hawley es un antecedente histórico del mayor interés para el estudio de los efectos de las subidas arancelarias que pretende llevar adelante Trump. No hemos visto ninguna referencia en los medios del sistema global a tal cuestión, lo que no es de extrañar para el caso de la prensa española, seguramente ignorante de todo lo relacionado con este asunto; pero hasta el momento tampoco lo hemos encontrado en los principales medios de EEUU.

Buscando literatura fiable sobre los efectos de la Ley Smoot-Hawley en la economía global, hallamos varias citas que restan importancia a la influencia de aquellas medidas en la gran crisis de los años 30 del siglo XX, y por tanto, en las causas de la II Guerra Mundial. Entre los que se sitúan en tal posición está el economista Paul Krugman, un habitual colaborador del New York Times. Pero hemos encontrado algunos estudios que nos parecieron del máximo rigor e interés, como el titulado “La guerra comercial Smoot-Hawley, de K. J. Mitchener, K. H. O’Rourke y K. Wandschneider, publicado en La Revista Económica en octubre de 2022, es decir, poco después de que finalizara la primera presidencia de Trump, en la que ya se puso en marcha su política de subida de aranceles, en especial con China, limitando de forma muy significativa el comercio mundial. En el referido estudio se explica cómo las exportaciones estadounidenses cayeron entre un 28 y un 32% como consecuencia de las contramedidas arancelarias tomadas por los países afectados. Desde luego, el colapso comercial de 1929-1933 fue contemporáneo con el debate y puesta en marcha de la Ley Smoot-Hawley. Las importaciones de los EEUU entre el segundo trimestre de 1930 y el tercer trimestre de 1932 cayeron un 41,2%, y de esa caída los autores del estudio achacan al menos diez puntos a los efectos de la citada Ley.

Caricatura de principios de los años 30 sobre los efectos de la Ley Smoot-Hawley entre los agricultores norteamericanos

No hay diferencias estratégicas entre el Partido Demócrata y el Republicano, pero parece que hay algunas divergencias tácticas en la forma de avanzar hacia la III Guerra Mundial; la administración Biden está aprovechando sus últimos meses en la Casa Blanca para imponerlas, aunque Trump hubiera deseado pasar por una etapa de guerra comercial antes de entrar de lleno en la fase militar, seguramente con la esperanza de que ese tiempo permitiese hacer caja a los principales donantes de su campaña, actualmente nominados para su equipo gubernamental. Fijémonos en Elon Musk, muy vinculado a las criptomonedas y especialmente al bitcoin, una moneda puramente especulativa, que ha subido un 36% durante el mes de noviembre, pero que en las últimas 24 horas ha perdido un 0,57% de su precio debido a la irrupción de la decisión de Biden en relación con el uso de armamento de largo alcance por parte de Ucrania contra Rusia. Similar cuestión ha ocurrido con las bolsas occidentales. Las expectativas de Musk -y su gente- de que en unos pocos días el bitcoin subiría hasta los 100.000 dólares se ha visto frustrada de momento, ya veremos en el inmediato futuro. La visión de Trump de cubrir una etapa de guerra comercial también tiene unos objetivos políticos y sociales, entre otros, mejorar el apoyo social a una guerra global, actualmente en mínimos entre la población estadounidense.

Los tentáculos del Partido Demócrata en Europa y en el Estado español no han tardado lo más mínimo en realizar su genuflexión ante sus amos. La declaración conjunta de los seis ministros de Exteriores europeos, entre los que está, ¿cómo no?, el español, es patética a la vez que dramática. Reproducimos íntegra la declaración.

Comunicado conjunto de los ministros de Asuntos Exteriores de España, Alemania, Francia, Italia, Polonia y el Reino Unido del 19 de noviembre

​Nosotros, los Ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Alemania, Italia, Polonia, España y Reino Unido, nos hemos reunido hoy, conscientes de que nuestra seguridad común se enfrenta a los mayores desafíos que hayamos presenciado en nuestras vidas.
Rusia está atacando sistemáticamente la arquitectura de seguridad europea.
Durante los últimos 1000 días, en su guerra de agresión contra Ucrania, Rusia ha asesinado a varios miles de personas y ha violado repetidamente el derecho internacional.
El temerario revisionismo de Rusia y su constante negativa a detener la agresión y entablar conversaciones significativas suponen un desafío para la paz, la libertad y la prosperidad en el continente europeo y en el espacio transatlántico.
Rusia depende cada vez más de socios como Irán y Corea del Norte para mantener su guerra ilegal.
La escalada de actividades híbridas de Moscú contra países de la OTAN y la UE tampoco tiene precedentes en cuanto a su variedad y escala, lo que crea importantes riesgos para la seguridad.
Para hacer frente a este reto sin precedentes, tenemos la firme determinación de permanecer unidos a nuestros socios europeos y transatlánticos para pensar y actuar a lo grande en materia de seguridad europea. Los países europeos debemos desempeñar un papel aún más importante a la hora de garantizar nuestra propia seguridad, actuando junto a nuestros socios transatlánticos y de todo el mundo.
Por ello, hoy consideramos imperativo:

– reafirmar el papel duradero de una OTAN fuerte y unida como piedra angular de la defensa y la seguridad europeas, que se fundamente en un fuerte vínculo transatlántico y en un compromiso férreo de defensa mutua, así como en un reparto equitativo de las cargas;

– reforzar la OTAN incrementando nuestro gasto en seguridad y defensa, en línea con nuestros compromisos anteriores. Además, reafirmamos que, en muchos casos, será necesario un gasto superior al 2 % del PIB para hacer frente a las crecientes amenazas a la seguridad y cumplir los objetivos de prevención y defensa en todos los ámbitos del área euroatlántica.

– reforzar la seguridad y la defensa de Europa, utilizando todas las herramientas a nuestro alcance, incluido el poder económico y financiero de la Unión Europea y reforzando la base industrial de Europa. Para ello, desarrollaremos el trabajo en la OTAN, la Unión Europea, entre grupos de aliados y con países afines, debatiremos sobre financiación innovadora y eliminaremos los obstáculos al comercio y la inversión en defensa;

– invertir en nuestras capacidades militares críticas, incluida la defensa aérea, los ataques de gran precisión, los drones y la logística integrada, así como en infraestructuras críticas y ciberdefensa, en investigación y desarrollo, y en el uso de nuevas tecnologías;

– mejorar la capacidad de resistencia a la guerra cognitiva y a las amenazas híbridas en Europa, incluso a través de los mecanismos pertinentes de la UE, y promover la resiliencia de nuestras sociedades;

– intensificar aún más nuestro apoyo militar, económico y financiero a Ucrania, al tiempo que acogemos con satisfacción el préstamo de 50 000 millones de dólares del G7 para garantizar que Ucrania disponga de recursos suficientes para el próximo año;

– mantenernos firmes en nuestro apoyo a una paz justa y duradera para Ucrania, basada en la Carta de las Naciones Unidas, reafirmando que la paz solo puede negociarse con Ucrania, con los socios europeos, estadounidenses y del G7 a su lado, y asegurándonos de que el agresor asumirá las consecuencias, también financieras, de sus actos ilegales que violan las normas establecidas en la Carta de las Naciones Unidas;

– ​seguir disuadiendo a Rusia, frustrando la capacidad de Putin para mantener su guerra de agresión y limitando la acumulación de capacidades militares rusas, incluso mediante medidas restrictivas.

Subrayamos nuestro firme compromiso con una arquitectura de seguridad europea basada en los principios de la Carta de las Naciones Unidas y de la OSCE, los cuales Rusia ha violado gravemente en los últimos años.
Estamos convencidos de que este es el momento de actuar y garantizar que nuestros ciudadanos vivan en paz, libertad y prosperidad. Para ello será fundamental conseguir una mayor integración entre los Estados miembros de la UE, una cooperación más estrecha entre la UE y el Reino Unido, y una mayor colaboración entre la OTAN y la Unión Europea. Consideramos que estamos además ante una oportunidad única para reforzar los pilares de nuestras relaciones transatlánticas con los Estados Unidos de América, reforzando la OTAN y garantizando un reparto equitativo de las cargas dentro de la Alianza.

Si las fuerzas que se autoconsideran progresistas conservasen un miligramo de decencia y dignidad tendrían que retirar inmediatamente su apoyo al Gobierno, pero mucho nos tememos que tal cosa no va a pasar. Después se lamentarán por la pérdida de apoyos sociales y electorales.

El nombramiento del Teniente General Francisco José Gan Pampols del Ejército de Tierra como Vicepresidente para la Reconstrucción Económica y Social del Gobierno Valenciano, es una cuestión que no es menor; tiene una importancia simbólica y real mucho mayor que la que corresponde al nombramiento convencional de un vicepresidente de una Comunidad Autónoma. El currículum del Teniente General es en apariencia muy superior, técnicamente hablando, al de cualquier otro de los miembros de ese Gobierno, del conjunto de Gobiernos autonómicos y sin duda alguna del Gobierno Central. Gan Pampols ya comunicó que no aceptaría intromisiones políticas en su línea de acción. Eso le granjeará simpatías, o al menos expectativas, entre una parte significativa de la opinión pública que está harta de las politiquerías de la kakistocracia que gobierna el Estado. Si a ello añadimos la nueva visita programada de Felipe y Letizia a la zona, en la que “no hubo incidentes” (con eso se conforman), estamos ante una nueva maniobra para relegitimar al Régimen de la II Restauración borbónica. Vano intento, que pone de manifiesto que, tal como ocurrió durante los últimos tiempos de la primera restauración, la profundidad y extensión de los problemas les lleva a recurrir a los verdaderos “poderes fácticos” y a prescindir de las soluciones ordinarias. Desde luego, es evidente que el “Gobierno-Zombi” de Pedro Sánchez no ha tenido influencia alguna, y seguramente tampoco conocimiento, en estas últimas cuestiones.

El Teniente General Gan Papols, nuevo vicepresidente de la Comunidad Valenciana.

Para concluir este editorial, queremos hacer la consideración de lo que ocurre a nivel estatal, europeo y global, aunque trágico y doloroso, alumbra grandes esperanzas para un cambio profundo en un sentido auténticamente progresista y revolucionario. El escenario en el que se ha entrado hace que la victoria sobre un imperialismo cada vez más fascista y guerrerista se haya vuelto imprescindible para garantizar el futuro de la humanidad y de la vida en general.

Izquierda Castellana, a 20 de noviembre de 2024

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