Un paso más en el impulso de la III Guerra Mundial

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La decisión conocida ayer de la administración Biden -inicialmente a través de medios afines a ella, como el New York Times- sobre la autorización del uso de misiles de largo alcance de procedencia yanqui para ataques en profundidad en Rusia, decisión que parece ser también han tomado el Reino Unido y Francia, no nos sorprende en absoluto a pesar de ser completamente irresponsable. Supone abrir la puerta al avance hacia la III Guerra Mundial, si cabe más aún, y a que ésta tenga un componente nuclear. Rusia ha dicho reiteradamente que una medida como la aprobada por EEUU y los dos países europeos con armamento nuclear sería considerada como su plena implicación en la guerra contra ella, y que por tanto adoptarían medidas oportunas para la defensa de su integridad territorial. Rusia considera -con pleno rigor- que para manejar desde el punto de vista tecnológico esos misiles de largo alcance es necesaria la presencia de equipos militares de los países proveedores en territorio ucraniano (no solo es el armamento, sino también las tropas respectivas que lo operan).

Rusia ha sido un país invadido reiteradamente por las potencias occidentales: a principios del siglo XIX por los ejércitos napoleónicos y en el XX por los ejércitos nazi-fascistas. En Rusia, a diferencia de lo que ocurre en otros países, se tiene una extraordinaria memoria histórica; no se han olvidado en absoluto de ello y no van a permitir que una situación de esas características se repita. Aunque es bien conocido, cuando la URSS cayó, el Kremlin, EEUU y los países occidentales más significativos desde el punto de vista imperialista acordaron que la OTAN no se ampliaría hacia el Este, e incluso que lo que eran los territorios de la antigua República Democrática Alemana no se incorporarían a la OTAN. Esos compromisos no se respetaron y el imperialismo angloamericano y la OTAN fueron incorporando país tras país de Europa central y oriental a esa alianza estratégica militar. Cuando se intentó extender ese proceso a Ucrania, Rusia adoptó una firme posición para impedirlo. Esa es una de las razones, junto al genocidio que se estaba cometiendo sobre la población de afinidad rusa en el Dombás, que condicionaron la invasión en febrero de 2022. No es difícil recordar que inicialmente había un tremendo entusiasmo entre las filas mediáticas y políticas occidentales sobre la victoria de Ucrania. La realidad indica lo contrario, a pesar de los miles de millones de euros (cerca de un billón) invertidos por Occidente en ese proceso bélico a expensas de la reducción de la inversión en los servicios públicos en Europa occidental, y que tan bien les viene a los EEUU y a la industria relacionada con la guerra.

Rango de ataque de los misiles de larga distancia occidentales en los arsenales ucranianos

El imperialismo occidental ha decidido dar un nuevo paso adelante aprovechando que Biden está en las últimas semanas de su presidencia. Es una auténtica desfachatez que se pretenda crear una confrontación entre la política de Biden y la de Trump; aunque ciertamente éstas tienen sus matices, están de acuerdo en lo fundamental, y lo veremos con el transcurso del tiempo. En cualquier caso, la decisión de Biden limita la capacidad de intervención de Trump en los primeros días de su presidencia en relación con este asunto, y seguramente también con otros.

El bloque imperialista occidental en estos momentos es como una granja de pollos sin cabeza, cada vez más descoordinado. Desgraciadamente aún darán mucha guerra, en el sentido literal del término. No tenemos ninguna confianza en Trump como “pacificador del mundo”, como tampoco la teníamos en Biden. Ambos están al servicio de los mismos intereses imperialistas, con proyectos que en su esencia no son diferentes.

Biden y Trump reunidos en la Casa Oval la semana pasada

Nuestra tarea, como venimos diciendo desde que empezamos a reflexionar sobre la inevitabilidad de la guerra hace unos cuantos años, y que nadie creía entonces, era y sigue siendo aún intentar frenarla en la medida de lo posible. Si ello no es factible, los esfuerzos han de dirigirse a que el imperialismo pierda la guerra con todas las consecuencias. Dentro del dramatismo de la situación, es una ocasión única para derrotar al sistema imperialista en los próximos años. A ello dedicaremos nuestras mejores y mayores energías.

Izquierda Castellana, 18 de noviembre de 2024

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