Una intervención militar, parece que exitosa, con importantes repercusiones políticas

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El bombardeo selectivo, llevado a cabo por las fuerzas militares iraníes (Ejército y Guardia Revolucionaria) y dirigido contra instalaciones militares israelíes en la Palestina ocupada, ha puesto de pleno manifiesto lo que analizábamos en nuestro anterior editorial, titulado “¿Por qué los líderes occidentales confunden cada vez más sus deseos con la realidad?”. No lo hacen solo para engañar a la opinión pública, sino que se creen en muy buena medida sus propias mentiras, expresando con ello el alto nivel de deterioro intelectual que tiene un imperialismo cada vez más neofascista e irracional. Se puede afirmar, con todos los respetos hacia las personas que sufren esa enfermedad, que la gobernanza imperialista padece un severo alzheimer colectivo que les impide desarrollar una actividad cognitiva medianamente normalizada, es decir, alcanzar un conocimiento mínimamente riguroso de la realidad y sus tendencias.

Nos contaban que las fuerzas de la Resistencia y el propio Irán estaban fuera de juego debido a los golpes criminales de los servicios secretos sionistas, con la consabida actividad terrorista. No ponemos en duda la repercusión significativa que tales acciones hayan podido tener, pero sacar de ahí esa conclusión general, absoluta, constituye un claro indicador del deterioro de esa capacidad analítica. La mentira sistemática asociada a ese deterioro, la manipulación de la opinión pública con la colaboración mediática, alcanza niveles insoportables. A través del Canal 24h de TVE se pudo observar en directo el ataque de Irán contra los territorios ocupados, especialmente en Tel Aviv. No hace falta ser un experto militar para ver cómo la mayor parte de los cohetes impactaban en tierra sin ser interceptados por los sistemas de defensa israelíes o los navíos estadounidenses en la zona, pero ahora andan diciendo que la mayoría fueron neutralizados por la «Cúpula de Hierro».

El 1 de octubre se pudo comprobar de forma clara que Irán, y en general las fuerzas de la Resistencia, mantienen su capacidad de intervención, también militar, en un grado lo suficientemente elevado como para confrontar y vencer a la ofensiva del nazi-sionismo, amparado plenamente por los EEUU; éstos han desplazado más fuerzas terrestres a la zona, alcanzando varias decenas de miles de soldados desplegados en la región, así como unidades navales adicionales (que, por cierto, participaron directamente el lunes 1 de octubre en los intentos de neutralizar los cohetes iraníes, según ellos mismos han informado).

Bajo la dirección del Gobierno fascista de Netanyahu, y con un amplio apoyo en el conjunto de la sociedad hebrea, Israel quiere escalar la guerra hasta convertirla, al menos hasta ahora, en una guerra regional. El sionismo cree que ha llegado el momento de llevar adelante su proyecto del “Gran Estado de Israel”, que incluye, además de sus territorios actuales, los de Gaza, Cisjordania y el Líbano entre otros; adjuntamos un mapa de ese proyecto sionista expansionista. Sin embargo, en la realidad-real, su primer intento de entrar en el Líbano desde hace 20 años fue frustrado nuevamente por las milicias de Hezbolá.

Mapa del Gran Israel, proyecto perseguido por una parte del sionismo

Netanyahu pretendía llegar a la fecha del primer aniversario de la incursión de las milicias palestinas en Israel con un elenco de “victorias militares” que le permitieran “neutralizar” las graves derrotas recibidas a lo largo de estos últimos doce meses. En los últimos días tal cuestión se le presentaba de forma muy halagüeña, pero se le ha dado completamente la vuelta; este es uno de los claros efectos políticos de la intervención militar de Irán en Israel del 1 de octubre. Netanyahu ha visto -y con él, la opinión pública- cómo se rompía el relato que tanto rédito e impunidad le estaba dando en la gestión de la guerra-genocidio. Para él, y en buena medida para el propio Estado de Israel, la situación es de “vida o muerte”; es por ello que nos podemos esperar cualquier cosa del personaje y de sus aliados, pero también parece evidente que cualquiera que sea “esa cosa” tendrá en su momento la respuesta adecuada.

Las actuales circunstancias tienen ciertos paralelismos con los últimos momentos del III Reich, en los que la pérdida del contacto con la realidad llevaba a los jerarcas nazis a concebir misiones fantásticas de imposible materialización, pero que según sus impulsores iban a cambiar definitivamente el curso de la guerra. Hitler, como ahora Netanyahu, siempre estaba a la cabeza de tales fabulaciones. El único plan que sí que llevaron adelante con bastante éxito fue el de la “Solución final” contra la comunidad judía, y especialmente contra quienes apoyaban a la Unión Soviética frente a los ejércitos nazis.

Otro efecto político de primera magnitud es que Irán y el conjunto de las fuerzas de la Resistencia en la zona han demostrado que, a pesar de las heridas sufridas, gozan de una buena salud general, con plenas capacidades operativas. También es de destacar como una vez más se ha evidenciado la inutilidad de la ONU, y muy especialmente la hipocresía de los gobiernos occidentales. Las acciones terroristas del Estado de Israel, con la explosión controlada de buscas y walkies que causaron miles de víctimas, o los asesinatos de los líderes de Hezbolá y de Hamás, no merecieron condena alguna de gobiernos ni de medios, que por el contrario se regocijaron de la “genialidad” de los servicios secretos sionistas. Ahora, sin embargo, hay condenas generalizadas desde Occidente por las acciones del día 1 de octubre, que como ya hemos dicho, tuvieron exclusivamente objetivos militares. Es de destacar el comunicado del Gobierno de Argentina, prototipo de gobierno fascista latinoamericano, que reproducimos íntegramente porque merece la pena leerlo y hacer un ejercicio intelectual sobre su contenido.


No vamos a caer en los “vicios” del enemigo: la guerra de la humanidad contra el imperialismo no está ni mucho menos ganada; quedan muchas batallas por delante, pero las expectativas de derrotarlo son cada día mejores.

Izquierda Castellana, 2 de octubre de 2024

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