La contaminación fecal de las Olimpiadas de París

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No se trata de un título simbólico, sino de la estricta realidad. En el Sena está prohibido el baño humano desde hace más de cien años porque las condiciones de salubridad de las aguas así lo aconsejan. No se sabe bajo qué arranque de irracionalidad a las autoridades francesas se les ocurrió considerar que el Sena era apto para hacer diversas pruebas de natación durante las Olimpiadas de 2024. Para demostrar “empíricamente” que las aguas eran seguras, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se dio un breve baño, emulando al Ministro de Información y Turismo franquista, Fraga Iribarne, que hizo lo propio en la playa de Palomares para mostrar que éstas aguas no estaban contaminadas tras el accidente entre dos aviones estadounidenses y la caída de las bombas termonucleares que portaban frente a la localidad almeriense (posteriormente se demostró que la contaminación radioactiva en las aguas y las tierras en la zona era extraordinaria). Pues bien, las pruebas bacteriológicas realizadas en los últimos días sobre las aguas del Sena indican que las bacterias de origen fecal, especialmente la escerichia coli, rebasaban las cifras tolerables para el uso recreativo o deportivo del río.

Las Olimpiadas de París son un despropósito tras otro, comenzando por su diseño. Hay que reseñar la ‘versión queer’ de la Última Cena durante la ceremonia de inauguración. Ni somos católicos -al menos colectivamente- ni profesamos ninguna otra religión, pero defendemos que los elementos más significativos de éstas deben ser mínimamente respetados en una civilización que se considere a sí misma como tal. Esta ‘versión queer’ incorporada en la ceremonia de apertura de las Olimpiadas de 2024 es una evidente ofensa a las personas que profesan la religión católica. El domingo 28 de agosto apareció recogida en los principales medios de comunicación occidentales (NYT, WSJ, etc.) la disculpa por parte de los organizadores, explicando que no habían pretendido ofender a nadie. Paralelamente, algunos patrocinadores de las Olimpiadas retiraron su respaldo. Se pasaron de frenada y han tenido el mínimo sentido común de reconocerlo. Mientras, en los medios de comunicación y en las redes progres en el Estado español, la reflexión se sintetizaba en que “si a los reaccionarios les había parecido mal, que se jodan”, dicho en plata. Toda una nueva expresión de la capacidad intelectual de ese sector social. No es de extrañar que para todo ese mundillo los mayores problemas que la humanidad afronta en estos momentos sean las citaciones judiciales a Begoña Gómez para declarar como imputada y a Pedro Sánchez como testigo. ¿Qué temerán que pueda salir de ahí y que afecte a su estatus de vividores a costa del erario público? Antes o después acabaremos con ellos, porque no tienen voluntad ni capacidad para ofrecer nada positivo a Castilla ni al conjunto de los pueblos del Estado español.

El movimiento queer es el mascarón de proa del neofascismo imperialista actual. Mientras la bandera y las enseñas palestinas estaban prohibidas y se obligaba a la gente a desprenderse de ellas (no sólo en Francia, sino también en Alemania, incluyendo detenciones, como se ve en numerosas imágenes), la simbología queer es explícita y entusiásticamente impulsada.

Es curioso cómo la ‘filosofía queer’ y el neofascismo se dan completamente la mano, lo que debería llevar a reflexionar sobre cuáles son los planteamientos ideológicos que adopta el imperialismo, con una hegemonía cada vez mayor del sionismo. La ideología juega un papel prioritario para el impulso a la irracionalidad y al neofascismo, que al fin y al cabo es la quintaesencia de esa filosofía. No es casualidad que esté prohibida la presencia de Rusia en las Olimpiadas, cuyos atletas conforman uno de los conjuntos de mayor calidad deportiva mundial; es sabido que Rusia se opone a esta filosofía y a sus repercusiones concretas, como el adoctrinamiento hacia los menores en lo relativo a su alteración biológica y psicológica irreversible mediante los denominados cambios de sexo.

Venezuela y Oriente Próximo

En Venezuela, a pesar de todas las maniobras para intentar que no fuera así, o para devaluar el resultado, las fuerzas populares encabezadas por Maduro han ganado las elecciones. Los imperialistas y sus acólitos en los diferentes países tienen cada vez más interiorizado el mal de confundir sus deseos con la realidad, lo que hace que cada vez acierten menos en sus previsiones. Haremos una reflexión más amplia sobre este asunto lo antes posible.

Por otra parte, en Oriente Próximo hemos asistido a lo que parece una provocación por parte del Ejército sionista en los Altos del Golán, territorio perteneciente a Siria y ocupado por Israel. Se trata de un asunto dramático y totalmente reprobable, que ha supuesto la muerte de varios niños y adolescentes de la minoría drusa que jugaban en un campo de fútbol en la localidad de Majdal Shams, arrojando imágenes poco diferentes a las que acostumbramos a ver contra la infancia palestina en Gaza. Israel pretende achacarle la responsabilidad a Hezbolah, organización que ha negado cualquier relación con el ataque y cuya palabra nos merece mucho más crédito que la de la alianza angloamericana-sionista. No hace falta más que recordar la cuestión del Maine, el crucero yanqui fondeado en las aguas de la Habana que fue explosionado por los norteamericanos para tener un casus belli en su guerra contra España. Los líderes políticos del actual Gobierno sionista se apresuraron a decir que habría una respuesta terrible contra el Líbano. No hay que excluir esa posibilidad, aunque parece que están pensándoselo y han rebajado el tono porque EEUU y otras potencias occidentales les han recomendado moderación, lo que tampoco supone ninguna garantía. Irán ha anunciado que de haber una intervención militar significativa sobre el Líbano actuarán en consecuencia, lo que por su parte parece bastante creíble.

Izquierda Castellana, 29 de julio de 2024

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