El mundo que queremos y por el que luchamos

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Desde nuestro último editorial han pasado varios días, más de lo habitual, así como bastantes cosas de importancia, tanto en el escenario global -mundial- como en los tres subescenarios en los que el conflicto militar está plenamente en marcha o calentándose para ello: Europa Oriental, Medio Oriente y Mar Meridional de China. También están sucediendo cosas de interés en el Estado español, aunque su repercusión sea limitada más allá de las propias fronteras.

Intentaremos analizar todo ello según la siguiente metodología: una breve introducción sobre el hilo existente, a nuestro entender, entre el conjunto de subescenarios y el escenario global de guerra; los rasgos más significativos que caracterizan la situación actual del escenario global -fracaso de la acción política e incluso de la acción mediático/cultural por parte del bloque occidental y aceleración de las políticas de guerra aún a sabiendas de que en este frente los resultados son muy inciertos para el bloque imperialista-; y, por último, algunas conclusiones operativas que tengan utilidad para la acción militante en su sentido más amplio.

El retraso al que hacemos referencia en cuanto a la publicación de este editorial está relacionado con la necesidad de tener la suficiente maduración y perspectiva sobre el conjunto de asuntos que vamos a abordar. Esperamos lograrlo en alguna medida.

El hilo conductor es a estas alturas evidente, pero como dice el refrán castellano: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. En los tres “teatros de guerra” actuales, por utilizar la terminología del periódico chino Global Times, tienen una presencia determinante los EEUU y el Reino Unido -siendo los dos elementos más beligerantes del imperialismo angloamericano-. Aquellos que quieran hacer diferencias cualitativas entre lo que sucede en Oriente Medio con el pueblo palestino y sus aliados y lo que ocurre en Europa Oriental (Ucrania y Rusia), o son imbéciles, que algunos lo son, o pretenden engañar a la población, a lo que juegan todos los peones del imperialismo actual en sus distintas versiones. Es patético que uno de los puntos principales del “Nuevo Frente Popular” constituido en Francia sea el de seguir apostando por alimentar la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. ¿Es que no se han enterado de que los resultados electorales en los recientes comicios europeos han estado marcados por el rechazo a esa guerra, especialmente en Francia y Alemania? Muy probablemente a los dirigentes no se les escapa, pero son incapaces de salir del “corralito imperialista”. Aunque consigan unos ciertos resultados en las próximas elecciones, lo pagarán caro a medio plazo políticamente hablando, pero lo peor de todo es que las clases populares también lo harán, sin tener especial responsabilidad en ello. La oposición a la guerra imperialista ha de ser global y también en cada uno de los escenarios en que se desarrolla. Cualquier otra alternativa es hacerse trampas al solitario, lo que solo conduce a la derrota y a la frustración.

Estos días pasados se han desarrollado importantes encuentros en el mundo occidental. Comentamos dos por su especial significación (al menos esa era la pretensión de los organizadores): la Reunión del G7 en Borge Egnazia (Italia) del 13 al 15 de junio y la Conferencia de Paz sobre Ucrania en Suiza del 15 al 16 de junio. Ambas citas han sido rotundos fracasos.

En la Reunión del G7 el único avance que se ha logrado es darle el visto bueno al uso de los fondos rusos depositados en entidades occidentales para financiar la continuidad de la guerra en Ucrania, es decir, dar luz verde a uno de los robos más descarados por parte de Occidente en los últimos años, al que tendríamos que añadir el robo de los EEUU de la refinería venezolana CITGO. Los comentarios y desazón de los medios occidentales en relación con esta reunión son una expresión de ello.

En relación con la Cumbre de Paz para Ucrania en Suiza, el resultado si cabe ha sido aún más desastroso. Al final firmaron el comunicado, ya de por sí muy recortado en sus pretensiones, 80 de los 93 asistentes. Además de ausencias importantes en la Cumbre, varios representantes abandonaron la conferencia antes de que ésta finalizara, como es el caso de la delegación de EEUU, encabezada por su vicepresidenta (Biden no llegó a pisar el encuentro, estaba en actividades para recabar apoyos económicos para su campaña de reelección, a pesar de la insistencia de Zelensky para que asistiera). Pedro Sánchez, cómo no, estuvo desde el principio hasta el fin, cumpliendo con su tarea de defender a ultranza a los despojos más impresentables del imperialismo; ya lo vimos con Juan Guaidó, autonombrado presidente de Venezuela y que acabó siendo exactamente lo que parecía: un traidor corrupto.

La propuesta de Biden para una tregua en Palestina, que denominamos desde el principio como “tregua-trampa”, ya se da como finiquitada por todas las partes, excepto tal vez por el amigo invisible del actual presidente de los EEUU, que se le sigue apareciendo en cada una de sus citas internacionales. La opinión pública ya se habrá acostumbrado a que el evidente estado senil del candidato a la reelección presidencial le juegue malas pasadas, pero el imperialismo global está igualmente senil, por lo que no existen asimetrías importantes entre ambas cuestiones.

Como decíamos, a Occidente no le va bien en su línea de reimpulsar el imperialismo. En el plano político desde luego, pero en el cultural y mediático tampoco. En los últimos tiempos no hay ni un solo producto que salga de sus factorías con un cierto grado de éxito. La tan cacareada Inteligencia Artificial (IA) desde luego no puede sustituir la degradación intelectual y moral cada vez más acusada en el mundo occidental, entre otras cosas porque no acaban de entender cuáles pueden ser sus usos positivos. La última parte del siglo XX y la primera del XXI no pasarán a la historia precisamente por las aportaciones en las ciencias, las letras, el arte o en cualquier otra expresión de creatividad humana en el mundo capitalista occidental. El imperialismo está intelectualmente liquidado. 

La situación de decadencia lleva a que las contradicciones internas en el mundo imperialista se intensifiquen y extiendan. No podemos entrar ahora en un análisis detallado, pero un ejemplo emblemático de ese proceso puede verse en el intento, parece que bastante exitoso, de constituir una nueva bolsa de valores presencial en Texas que compita con Wall Street. Aunque pretendan ceñirlo a una cuestión meramente económica, es obvio que hay poderosas razones políticas e ideológicas para impulsar semejante proyecto, que avanza a buen ritmo.

Al imperialismo solo le queda la baza de la guerra para intentar derrotar al movimiento antiimperialista, que cuenta cada vez con más apoyos entre los pueblos del mundo. Este movimiento global se expresa, entre otras cosas, en los BRICS+, que abarcan a cerca de la mitad de la población mundial (44,5%) y el 36,5% del PIB mundial.

Esa guerra global se impulsa con brutalidad y cada vez con mayor aceleración. En Oriente Medio esto puede verse con Palestina, pero también se observa en otros escenarios: se está preparando a toda máquina la intervención militar contra Hezbolah, pero los propios militares israelíes son reacios a abrir un nuevo frente importante en el Norte mientras siga abierto el frente en el Sur, en Gaza, con Hamás y las otras organizaciones de resistencia del pueblo palestino. Sin embargo, los políticos del Gobierno nazi-sionista empujan cada día con más entusiasmo en esa dirección, y los EEUU no van a frenar esa intervención a pesar de sus “recomendaciones”.

Derrotar en este momento histórico al imperialismo es posible, lo que no quiere decir que sea fácil. Como hemos dicho en reiteradas ocasiones, costará mucho esfuerzo y sacrificio, pero por primera vez en mucho tiempo esa victoria es posible, y sobre sus cenizas se podrá construir un mundo mejor, que ya está germinando en diversas iniciativas, como la de los BRICS+ anteriormente citada. Un mundo en el que la soberanía de los pueblos esté garantizada; en el que el verdadero respeto a la naturaleza avance y no sea utilizado como un señuelo partidista; en el que los derechos de las mujeres tengan un marco favorable para su solución; y en general, los derechos de todo el género humano, que como dice el más importante himno revolucionario, es la internacional.

Para contribuir a ello, desde nuestra tierra, desde nuestro pueblo castellano y con Madrid a la cabeza, se tiene que hacer un gran esfuerzo de organización y trabajo militante, práctico y teórico. La Revolución comunera fue de facto y formalmente la primera revolución contra el imperialismo globalista en su fase mercantil. Tenemos la oportunidad histórica de avanzar en ese proceso iniciado por nuestros ancestros. Entre las metas teóricas inmediatas, está la formación, no solo en los núcleos más cercanos, sino en un sentido más amplio. La formación teórica y práctica, como demuestra una y otra vez la experiencia revolucionaria, es la base esencial para lograr la victoria.

En 2028 se cumplirá el centenario del nacimiento del Ché Guevara, internacionalista y revolucionario por antonomasia. Sería un gran homenaje que para entonces las fuerzas antiimperialistas de todos los continentes del mundo tuviéramos unas condiciones avanzadas para la derrota del imperialismo criminal.

Izquierda Castellana, a 19 de junio de 2024

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