El nazisionismo, la nueva ideología del imperialismo

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El nazi-fascismo es la forma de dominación político-ideológica que asume el capitalismo en situaciones críticas, en las que consideran que la guerra es un recurso inevitable de acción. Así ocurrió en los años 30 y 40 del pasado siglo en Alemania y en sus países satélites, Italia y Japón. No hay que olvidarse de este último país, aunque su desenlace fuera muy particular: el primer y único caso -de momento- en que se usaron bombas atómicas para conseguir la derrota rápida en el campo militar, y con ello evitar que fueran los ejércitos soviéticos los que consiguieran la firma de la capitulación japonesa (similar cosa ocurrió con el desembarco de Normandía respecto a la liberación de Europa). Y posteriormente, respeto y coexistencia de Occidente con la estructura político-ideológica que había conducido a Japón a la guerra, la estructura imperial con Hirohito a la cabeza.

Desde hace unos años estamos de nuevo en una situación de similares características. Hoy parece más que evidente, pero cuando hace un tiempo empezamos a reflexionar sobre este tema en los editoriales, a bastante gente le parecía una “marcianada”. La situación actual tiene una serie de particularidades y concreciones con respecto a otras anteriores; si no sabemos analizar y captar éstas, difícilmente podremos aportar de forma eficiente en esta última guerra del imperialismo contra los pueblos del mundo. Y decimos última porque si las cosas se hacen con inteligencia y convicción, aun a costa de mucho sufrimiento humano, se puede conseguir una victoria definitiva sobre el imperialismo. Esa es la obligación de todos y todas las que nos llamamos revolucionarios/as.

El 16 de abril de 1967 se editó en La Habana, como suplemento de la revista “Tricontinental”, el texto de la intervención del Ché Guevara dirigido a esa plataforma. En ese artículo, titulado “Crear dos, tres… muchos Vietnam”, se desarrolla una visión a nivel internacional sobre la que se pueden encontrar hoy bastantes paralelismos. Las circunstancias que el Ché consideraba imprescindibles para que la lucha antiimperialista triunfase a nivel global, están al menos relativamente presentes en la actual situación internacional. Por cierto, casi nadie habla ya del Ché; fallecido Fidel ya no tiene utilidad manipular la biografía y pensamiento del gran revolucionario en contra del principal líder de la Revolución cubana.

Portada de la Revista Tricontinental

Lo hemos reiterado numerosas veces: hacemos lo que está en nuestras manos para frenar el avance hacia la guerra global, pero de no conseguirlo, no hay otra opción que ganarla. Y para ello es esencial conocer muy bien las circunstancias en que ésta se está desarrollando. El imperialismo es un “tigre de papel”, decía Mao, a lo que nosotros/as añadimos que es un tigre de papel higiénico ya usado.

El imperialismo se viene desempeñando desde hace años en su preparación para la guerra global, pero han infravalorado las capacidades del campo antiimperialista, y por eso no les va tan bien como esperaban, ni en el caso de la guerra contra Rusia ni en Oriente Medio contra Palestina y las fuerzas populares aliadas. No debemos engañarnos: no estamos ante el capítulo final del conflicto, sino en su principio, en una fase de reevaluación de las fuerzas que hay que dedicar a la guerra. En el caso de Europa Oriental esto es muy claro: lo que hasta ayer eran líneas rojas para la intervención occidental en el conflicto han dejado de serlo, y no solo el armamento, sino también las tropas de la OTAN se encuentran ya en Ucrania, emplazados allí teóricamente con la misión de “asesorar”, pero actuando de facto como combatientes directos. Su involucración irá aumentando de manera progresiva a medida que el ejército mercenario de Ucrania lo vaya demandando. El imperialismo sabe que perder esa guerra tendrá una gran trascendencia histórica, y aunque finalmente la perderán, pondrán un precio muy elevado para ello, sin excluir el uso de armamento nuclear. En este sentido, construir un movimiento contra la guerra que incluya también la guerra de Ucrania y la que está precalentándose en el Mar Meridional de China es una tarea muy necesaria para el movimiento popular.

Las guerras, en particular las imperialistas, hay que vestirlas, algo que hicieron razonablemente bien con la guerra en Ucrania, haciendo pasar ésta como una simple agresión de Rusia al pueblo ucraniano y no como una acción defensiva de Rusia y contra la nazificación de Ucrania (y no solo allí, pues similares procesos se están produciendo en otros países de la Europa Oriental, aunque amplios sectores de la población ya están captando su auténtica naturaleza).

La intervención el 7 de octubre de 2023 por parte de la resistencia palestina, encabezada por Hamás, contra el Estado sionista de Israel, los cogió totalmente desprevenidos; de ahí la histeria desatada contra esa organización en el plano mediático, incluyendo a las fuerzas autodenominadas progresistas. La guerra genocida y colonial lanzada inmediatamente contra el pueblo palestino, y apoyada plenamente por los EEUU, está sirviendo para desenmascarar la auténtica naturaleza de tal conflicto. Pese al tremendo destrozo humano que está provocando (cerca de 40.000 muertos confirmados, así como decenas de miles de desaparecidos y heridos), las fuerzas de la resistencia palestina están más cerca que nunca de obtener una victoria política significativa. Esto explica la falta de clarificación en el bando del nazisionismo.

Iniciamos una breve reflexión sobre la cobertura ideológica de esta nueva guerra imperialista que se desarrolla ya en varios frentes. La ideología es un elemento de gran trascendencia para la conformación de cualquier proyecto político, especialmente cuando éste pretende tener una dimensión global, y es además necesaria para justificar el avance hacia la guerra. El “nazisionismo” se ha ido conformando últimamente a pasos acelerados como la ideología que sustenta este proceso.

‘Barbarie – Civilización’ es una ilustración de René Georges Hermann-Paul, que se publicó por primera vez en 1899 en la revista Le Cri de Paris al inicio de la Rebelión de los Bóxers en China.

El pensamiento “ordinario” en el mundo imperialista está en proceso de descomposición, pero tiene como elemento clave y sostenido el ataque a la racionalidad y al pensamiento científico, así como su sustitución por diversos tipos de idealismo irracional, desde el pensamiento queer, que jugó un papel importante en las primeras décadas del siglo XXI y aún lo juega en alguna medida, a la confrontación con el cristianismo (que no es una filosofía racional) por el conjunto de valores morales en que se sustenta y que, aunque parezca mentira, se han convertido en un auténtico estorbo para el imperialismo en su fase actual.

El nazisionismo como ideología tiene una serie de particularidades que lo hacen muy útil para el imperialismo en una situación de profunda decadencia intelectual, moral y social. El sionismo, en su comunicación directa con Yahveh (Dios), ya por sí se escapa a cualquier reflexión racional. Es muy elocuente atender a las declaraciones mesiánicas de los portavoces y líderes sionistas más significativos, especialmente los vinculados al Gobierno de Netanyahu, o las provocadoras consignas que coreaban los jóvenes que participaron en el último desfile por el barrio árabe de Jerusalén: “Muerte a los árabes”, “Gaza arde”, “los judíos tienen un alma pura, los árabes no”.

Los sionistas reivindican la superioridad de los judíos, considerando que el resto del mundo debe desaparecer o, al menos, quedar sometido a la servidumbre frente a esa minoría especialmente ungida por su Dios. Sobre esta base, el sionismo se da la mano con la filosofía nazi, basada en la superioridad racial, con la diferencia de que al menos los nazis se esforzaban por conseguir una demostración científica para sus teorías, algo que hoy está ausente en las explicaciones metafísicas que maneja el sionismo.

Es emblemático el caso del Presidente argentino, Javier Milei, que empezó a hacer su carrera política verdaderamente en cuanto declaró su fervor hacia el sionismo y estableció una estrecha alianza con ese mundo. Milei está completamente impregnado de irracionalidad y pensamiento mágico. Parecidas consideraciones, aunque con ciertos matices, se podrían hacer sobre Zelensky. Otro caso similar, pero en escala menor, es el del líder de Vox, Abascal, al que le ha faltado tiempo para ir a besar el culo al genocida Netanyahu. Ah, ¡si Franco levantara la cabeza…!

El imperialismo, en su fase terminal, arrastra todos los déficits de una estructura aún viva, pero moribunda; es aterradora la pérdida de capacidad cognitiva, de conocimiento y análisis, en el conjunto del mundo imperialista y en los colectivos que tendrían la tarea de dotarle de una cierta “inteligencia”. El pensamiento, el cine, la literatura, el teatro o la ciencia están de capa caída en Occidente.

El avance hacia la guerra global impulsada por el imperialismo vive un tremendo acelerón en las últimas semanas. Se han renovado los planes para la intervención de la guerra de la OTAN en Ucrania, que parece ser que no tardará en extenderse a otros países de la zona; se intensifica la brutal ofensiva sobre el pueblo palestino, contienda a la que se incorporan el Líbano, Siria, Irán o Yemen, y que conducirá inevitablemente a una guerra mayor en la región; y no podemos olvidarnos de la situación en el Mar Meridional de China en Taiwán, donde el conflicto es estimulado por las mismas corrientes naziosionistas que operan desde EEUU.

El sector financiero, que en última instancia condiciona todo lo que está haciendo el imperialismo en los diversos planos, está profundamente asociado al sionismo a través de entidades financieras concretas y diversas organizaciones, una de las más significativas el Grupo Bilderberg, que se reunió en Madrid el pasado fin de semana.

En los años 30 del siglo XX fue necesario el impulso de los frentes antifascistas para derrotar al enemigo común; estamos hoy ante la necesidad de la organización de un amplísimo frente antiimperialista, antinazisionista.

El Gobierno español en los últimos días parece intentar desmarcarse con mucho cuidado y precaución del frente nazisionista, al menos en lo referente a Israel. Está claro que esto tiene una finalidad esencialmente electoral, porque para la supervivencia del “Gobierno de Progreso” es fundamental no perder por una diferencia significativa en las elecciones al Parlamento Europeo; lo que no sabemos es si además de la electoral hay alguna otra cuestión condicionada por los sectores que apoyan al Gobierno y están “a su izquierda”.

Para culminar este editorial, una última reflexión: ¿Quién está azuzando y financiando los dos frentes de guerra activos y preparando el camino para el tercero de ellos? La respuesta es evidente: los EEUU a través de la OTAN y otras alianzas político-militares. Los EEUU son los grandes inversores en esta guerra y los mayores beneficiados desde el punto de vista económico. Además de exigir más inversión a sus aliados en todos los escenarios, son quienes obtienen los mayores beneficios derivados del negocio de las guerras. Son también los que controlan el mensaje mediático de forma absoluta, que se replica desde el New York Times al resto de medios occidentales con mayor o menor fortuna. Y son quienes imponen la pauta a seguir en cada giro táctico.

El frente antiimperialista y antiguerra tiene que tener en cuenta para su construcción todos estos elementos.

Izquierda Castellana, a 7 de junio de 2024

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