
Aunque a veces no lo parezca, porque hay muchos intereses que pretenden que así sea, el imperialismo avanza paso a paso hacia la guerra global, es decir, hacia la IIIª Guerra Mundial. Están tomando nota de toda esta fase de “protoguerra”, o de guerras territorialmente localizadas, para observar cuáles son sus debilidades desde el punto de vista militar, pero también desde el mediático-cultural y el político. Las cosas les están resultando mucho más difíciles de lo que seguramente se imaginaban hace unos años, cuando empezó la guerra entre la OTAN y Rusia sobre territorio de Ucrania (este conflicto no comenzó en 2022 con la denominada “Operación Especial”, sino con el golpe de Estado del Maidán en 2014).
¿Por qué estamos seguros/as de que el proceso hacia la guerra avanza, aun con diversas dificultades y ritmos? La respuesta es precisa. El sistema capitalista, particularmente en su fase imperialista, tal como hemos reiterado en diversos editoriales y la experiencia histórica corrobora, está en una crisis profundísima que supone que su tasa de ganancia sea cada vez menor, con un endeudamiento galopante e inasumible, ni a largo ni a medio plazo. No pueden sobrevivir en “condiciones normales”, pacíficas, pues serían absorbidos por las nuevas potencias emergentes, muy especialmente por China. Como han hecho tantas otras veces en el pasado, necesitan recurrir a métodos extraordinarios, entre los cuáles está principalmente la guerra.
La guerra significa sufrimiento para las clases populares, pero las dirigencias suelen ponerse a buen recaudo de sus efectos más negativos. La guerra supone destrucción de recursos e infraestructuras, pero de ello está sobrado actualmente el capitalismo. También conlleva la destrucción de “recursos humanos”, es decir, de seres humanos, pero desde la perspectiva del imperialismo también hay excedentes de los que perfectamente pueden prescindir sin poner en cuestión su proyecto estratégico de explotación. Es posible, e incluso probable, que en la guerra mundial hacia la que nos están llevando concurra el uso de armamento nuclear, algo de lo que se está hablando con cada vez mayor frecuencia. No hay que olvidar que esto ya ocurrió al final de la IIª Guerra Mundial, sin necesidad militar para ello, cuando el Ejército estadounidense bombardeó con armas atómicas Japón (Hiroshima y Nagasaki) con el objetivo de forzar una rápida rendición nipona. El hipotético uso de armamento nuclear en la guerra aumentará la mortalidad respecto a las anteriores guerras mundiales, pero seguramente no supondrá el final de la humanidad. Actualmente hay alrededor de 8.000 millones de habitantes y si en esa hipotética guerra mundial mueren 1.000 o 1.500, aún quedarían más de 6.000 millones a los que poder seguir explotando; éstos son los cálculos del imperialismo. Por tanto, la expectativa de que durante la guerra se puedan emplear armas nucleares no implica de ninguna manera que ésta no se vaya a producir.

Los EEUU y la UE, especialmente por boca de Von der Leyen y Borrell, están profundizando la ofensiva que tienen contra Rusia y lanzando una hacia China. En la que llevan a cabo contra Rusia acaban de decidir algo que, como otras medidas anteriores, se va a volver como un boomerang en su contra: el uso de las reservas de divisas de Rusia depositadas en entidades financieras occidentales. No es que las hayan bloqueado, sino que, en lo que es un auténtico robo, las van a utilizar para seguir financiando su guerra en Ucrania. Esto va a generar un problema reputacional de gran importancia ante muchos países del mundo, que aplicarán aquel refrán castellano tan elocuente que dice “cuando las barbas de tus vecinos veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Seguramente evitarán colocar sus reservas en entidades occidentales, y de hecho hay ya un movimiento de gran importancia cualitativa hacia la compra de oro como sistema de reserva más creíble y controlable por parte de cada Estado. Como en otras medidas anteriores que tomaron para “hundir” a la economía rusa, el previsible efecto será que el hundimiento de la economía europea se refuerce. Por otro lado, el argumento que se esgrime en EEUU y Europa para confrontar con China es que ésta se está haciendo con el mercado global de los coches eléctricos, por su gran producción en número y calidad, así como por sus precios, con los que el mundo occidental no puede competir. Por esta vía, el proyecto global del Partido Demócrata americano y todos los que le siguen en el mundo -entre los que están los que componen el actual “Gobierno de Progreso” español- se acercan significativamente al proyecto económico de Trump y del Partido Republicano de garantizar una salida de la producción industrial propia a cualquier precio.
Hay dos grandes escenarios de guerra en activo, Europa Oriental y Oriente Medio, y otro en camino de serlo, Extremo Oriente, sobre todo en el mar meridional de China y en Corea. En ese trabajo de configuración de los bloques de guerra, los países imperialistas saben que tienen mucho que mejorar, y están en ello a pasos acelerados. La OTAN no es esa herramienta casi perfecta que consideraban hace unos años, o incluso durante la cumbre de Madrid de junio de 2022. Las cosas evolucionan rápidamente, sobre todo cuando hay guerras de por medio. Intentan implementar nuevas alianzas militares y políticas de mayor eficacia y agilidad en la toma de decisiones, incluyendo intervenciones sobre el terreno, lo que ni mucho menos quiere decir que la OTAN se vaya a disolver; sin embargo, las alianzas emergentes jugarán un papel de protagonismo creciente en el escenario internacional del que estamos hablando. Simultáneamente están agitando todos los escenarios posibles para generar tensiones, contradicciones y conflictos militares locales. Un ejemplo significativo es el de la Guyana-Esequibo, donde el capitalismo pretende generar un escenario de preguerra; o el caso de Argentina, de especial gravedad por su importancia en el conjunto de América Latina: aunque la oposición interior al Gobierno de Milei es cada vez mayor, el problema es que, al menos hasta ahora, y esperemos que se resuelva, no hay una dirección revolucionaria y antiimperialista que pueda confrontar rigurosamente con el proyecto ultraneoliberal y neofascista de Milei.
Vamos a incorporar a este editorial un conjunto de mapas para poder visualizar mejor la situación global.
El conflicto político militar en Europa Oriental en estos momentos tiene un saldo positivo para Rusia, pero no hay que descartar la posibilidad de que esto cambie, al menos circunstancialmente. Hay planes previstos para los próximos meses de inyectar recursos militares de todo tipo para intentar voltear la situación. Varios países de la zona no disimulan su interés por colaborar en ese proceso, entre ellos Polonia. Finalmente ha aparecido el caso de Francia echando más leña al fuego, aunque no hay que tomárselo muy en serio por su poca solvencia en los conflictos militares en las últimas generaciones.
El Reino Unido, con una larga experiencia y una capacidad militar más que respetable, puede poner en marcha en un tiempo corto un gran ejército y prepararse para intervenir en cuanto sea necesario. No hay que perder de vista que el partido conservador está a punto de quebrar, y con ello en buena medida el sistema político bipartadista que hasta la actualidad había gestionado los intereses del Reino Unido. Esa situación seguramente facilitará también la aparición de corrientes guerreristas aún más agresivas, y es probable que surjan otras corrientes contrarias, en un sentido positivo.
Alemania cada vez se parece más a la República de Weimar, aunque en esta ocasión el peligro no parece estar en el ascenso de un partido nazi de nuevo tipo, sino en la creación de condiciones para engancharse a la ofensiva estratégica, política, militar e ideológica del imperialismo global. Mucho ojo con Von der Leyen, dispuesta a jugar un papel parecido al de Hitler en estos nuevos tiempos.
En el Estado español, la gobernanza y sus políticas internacionales no podrían evolucionar peor. El Gobierno de Pedro Sánchez ya no disfruta del crédito que tenía para el imperialismo. Necesitan algo que esté menos quemado y tenga unas posiciones más rotundas que el actual, y no hay que descartar que en unos meses haya cambio de gobierno, con o sin elecciones de por medio. Desde el PSOE y toda su cuadrilla están intentando evitar al máximo esa posibilidad; ante la expectativa de perder el sustento, quienes viven de ese pesebre se pusieron histéricos/as cuando Pedro Sánchez amagó con dimitir. Para la lucha popular un cambio de gobierno en el Estado español no sería ningún drama y clarificaría el escenario, facilitando el impulso y la organización de la lucha popular contra el Régimen del 78 y contra el imperialismo.
La respuesta a nivel general en contra de la agresión contra el pueblo palestino y por su derecho a la autodeterminación y a construir un Estado soberano, muy especialmente en el movimiento estudiantil universitario, es impresionante. Seguramente los jerarcas del bloque dominante occidental no tenían prevista esta respuesta en EEUU y la UE. Eso les está llevando a poner en marcha una clara actitud represiva, policial y militar, penal y administrativa. En EEUU -no tardará en ocurrir en Europa- se debate una ley contra la apología del antisemitismo. Esa ley está generando conflicto incluso entre los sectores más derechistas del Partido Republicano, vinculados al cristianismo, porque censura como antisemita que se pueda aseverar que Jesús fue crucificado con el apoyo de un sector muy significativo de la comunidad judía. La desorientación estratégica y en buena medida táctica del imperialismo es tremenda. Sus debates no están lejos de las “discusiones bizantinas” propias de la fase de descomposición del Imperio Romano.
Hemos tomado partido por quienes defienden un mundo multilateral desde el punto de vista ideológico y político, con plena soberanía de los diversos pueblos, que actualmente se materializa en los BRICS y que se contrapone al modelo económico imperialista basado en la hegemonía del dólar. Efectivamente, otro mundo es posible, y será este frente antiimperialista y progresista el que haga que la historia de la humanidad dé un paso significativo hacia él.
Izquierda Castellana, 10 de mayo de 2024