
En el Estado español estamos, ¿cómo no?, en ciclo electoral: Euskadi en abril, Cataluña en mayo y las Europeas en junio. Sean cuales sean los resultados concretos, nadie con conciencia de la realidad espera que de ninguna de ellas salga nada beneficioso para las clases populares. Ha tocado a su fin el “ciclo mágico” de expectativas de que las cosas pudieran ir a mejor a consecuencia de unas elecciones en el marco del Régimen del 78, que se relanzó de alguna manera después del movimiento 15-M (2011) y la aparición de Podemos y todos sus derivados (Unidos Podemos, Gobierno de Pedro Sánchez…), así como con la incorporación al Sistema de las izquierdas soberanistas en Euskal Herria y Cataluña; en Galicia, ya veremos. Se ha dado un giro de 360 grados y estamos, en cuanto a las posibilidades de que el actual Sistema político asuma algunas de las exigencias populares, como hace 15 años. Ciertamente, por el camino se han quedado cosas importantes en lo referente al movimiento popular de los pueblos del Estado, no así en Castilla, territorio que ha sido y sigue siendo condicionante principal en el devenir del conjunto del Estado español.
Pero eso, teniendo su relevancia, no es ni mucho menos lo condicionante del presente ni del futuro. Lo que se viene llamando la “situación geoestratégica”, que Andrea Rizzi analizaba “a su manera” en un artículo de El País del 15 de abril (“La pesadilla de una conexión de frentes bélicos en Europa, Oriente Próximo y Asia Pacífico”) es lo que auténticamente condicionará el futuro, tanto en lo inmediato como a medio plazo. Y en ese marco, el “pensamiento mágico” impulsado por el Partido Demócrata americano, que ha tenido y tiene aún a la “filosofía queer” como uno de sus componentes esenciales, pierde buena parte de sus utilidades. Seguirán impulsándolo, porque parten de la base, cierta por otro lado, de que ese trabajo de embrutecimiento moral e intelectual de la población no es fácil de revertir, y menos aún sin los recursos del poder. Vietnam solo pudo regenerar a los cientos de miles, quizá millones, de personas que el imperialismo yanqui había degenerado a través de la ideología capitalista-imperialista, muy particularmente a través de la prostitución generalizada, las drogas, etc., una vez conquistado el poder.
Irán hizo una seria advertencia a Israel de que las agresiones recibidas no iban a quedar impunes nunca más. Fue una respuesta más que medida, con la intención de que no supusiera un impulso hacia la escalada para la guerra regional en Oriente Medio, pero el Estado sionista parece que no quiere hacer una lectura correcta de esa intervención, y según medios de comunicación habitualmente bien informados prepara una réplica contundente que incluye la posibilidad de atacar instalaciones nucleares iraníes. Los EEUU y el Reino Unido, los principales agentes del imperialismo global, están recomendando moderación a Israel, pero ésta recomendación responde a motivos coyunturales: la proximidad de las elecciones presidenciales en EEUU, cuyo resultado está en el alero y en las que Trump tiene posibilidades de victoria. Esto sería un desastre para la estrategia del capitalismo globalista, cuyos intereses representa a la perfección el Partido Demócrata con su amplísima influencia en el plano “ideológico-cultural” a nivel internacional, y que tan buenos resultados les está dando en los países europeos a través de la “progresía” (por cierto, se acaba de aprobar en Alemania una ley que permite el “cambio de género” cada año).
En los próximos días o semanas saldremos de dudas sobre la respuesta de Israel, aunque mientras tanto han retomado su labor de genocidio, con el asesinato de cientos de palestinos/as, particularmente niños/as, desde la intervención de Irán del pasado domingo. Sea cuál sea, no va a resolver ninguno de sus problemas. Sí que puede, y seguramente así será, impulsar el conflicto regional en Oriente Medio, lo que será una auténtica tragedia para la humanidad, y no solo para quienes viven en la zona. Un ataque a instalaciones nucleares conllevaría la generación de nubes radioactivas que avanzarán por los territorios circundantes, con alta posibilidad de que lleguen a la Península ibérica. Los mercenarios del imperialismo en Ucrania están atacando la central nuclear de Zaporiyia, y el OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) viene avisando reiteradamente de los riesgos. Uno de ellos es también la aparición de una nube radioactiva, con similar probabilidad de alcanzarnos. Países como Finlandia o Noruega ya toman medidas ante tal eventualidad; por supuesto, en el Estado español ni se menciona el riesgo. Se repetirá lo ocurrido con la pandemia de Covid-19: “No, aquí no llegará el virus. No hay que tomar medidas. Eso es puro alarmismo”. El resultado es que el Estado español se sitúa a la cabeza de los países de la UE que registraron más víctimas mortales por Covid-19 respecto a su población (más de 120.000 muertos en España y 1.200.000 en Europa). Eso sí, la situación de incompetencia y falta de previsión sirvió para que desde los dos grandes partidos del Régimen -PSOE y PP, PP y PSOE- se hicieran grandes negocios a costa de la vida de la gente que ahora se empiezan a conocer. Por cierto, la tan cacareada milagrosa recuperación de la crisis económica asociada a la pandemia para nada se ha superado en el Estado español; según el INE, en 2023 el poder de compra de los asalariados fue un 2% inferior al de 2019, y las familias tuvieron que afrontar el pago de más de 10.000 millones de euros en intereses condicionados por su endeudamiento.
Desde el movimiento comunero, conjuntamente con aquellos colectivos en defensa de la salud pública que consideren útil sumarse a tal actividad, iniciaremos lo antes posible una campaña sobre los riesgos de las nubes radioactivas y las posibilidades de prevenir sus efectos más letales. Seguramente, como ocurrió cuando comenzamos a informar sobre lo que iba a suceder respecto a la pandemia de Covid-19 en enero de 2020, nos llamarán alarmistas. Sin embargo, creemos que la sociedad, al menos su parte menos embrutecida, entenderá las razones; algo a lo que también ayudará el descrédito acelerado del actual Régimen.
Izquierda Castellana, 17 de abril de 2024