Un duro golpe al “sanchismo”.

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Un duro golpe al “sanchismo”.

Algunas consideraciones sobre las elecciones en Galicia del 18F.

Las elecciones autonómicas del 18-F en Galicia ponen de manifiesto una vez más la especificidad del pueblo gallego, que tiene su base en cuestiones estructurales muy profundas. Tales cuestiones estructurales conforman a esa nación como una realidad específica y diferenciada, no solo del proyecto nacional español, sino de otras realidades nacionales en el Estado, como es el caso de Cataluña o Euskal Herria. Por supuesto, también hay especificidades geográficas en su sentido más amplio que tienen su influencia en la conformación de la personalidad de Galicia: en el Estado español es el único país atlántico en su sentido estricto, lo que influye en su carácter, y sólo Portugal dentro de la Península ibérica comparte esa cualidad.

En la conformación social, de clases, no se encuentra en Galicia, al menos de forma significativa, una burguesía nacional cuantitativamente importante, aunque sí lo fue -y lo es- desde el punto de vista cualitativo (de hecho la construcción del galleguismo y nacionalismo gallego moderno tienen entre sus impulsores a intelectuales y cualificados representantes de esa fracción social). Esta cuestión de clase diferencia claramente a Galicia de Cataluña o Euskal Herria; en consecuencia, no hay una organización política que represente los intereses de una burguesía nacional gallega inexistente o muy débil sociológica y económicamente. El Partido Popular de Galicia, con bastantes matices sobre el PP de Madrid, es la representación política más genuina de los intereses de la burguesía dependiente gallega, y esto es así desde el inicio de la Transición. Hubo diversos intentos de organizar otras herramientas para tal fin, bien desde ámbitos fuera del PP, como fue el caso de Coalición Galega, o desde fracciones desgajadas de ese partido, como fue el caso de la escisión del PP liderada por José Luis Barreiro, que sirvió para poder formar el primer gobierno de coalición encabezado por el PSOE en Galicia, del que él mismo fue vicepresidente (1987-1988). En los años siguientes se conformaron dentro del PP dos corrientes, una llamada de “los Birretes”, liderada por Romay Beccaria, y otra, la de “los Boinas”, liderada por Xosé Cuiña, que de alguna manera representaban respectivamente a los sectores urbanos y a los rurales. Eran los tiempos en que Fraga podía con todo. La pérdida de la mayoría absoluta, en parte debido a la desastrosa gestión de la tragedia del Prestige, le conllevó al PP la pérdida del Gobierno de Galicia y la desaparición, o al menos la profunda amortiguación, de esas contradicciones internas. La vuelta del PP con Feijóo a la cabeza en 2009 supuso en cierta medida la recuperación de la hegemonía institucional del PP en Galicia.

En la más que citada Asamblea Nacional del BNG durante el periodo de campaña en el recinto ferial de Amio (Santiago de Compostela), en 2012, en plena ofensiva de las “nuevas políticas” y del pensamiento mágico en el que ideológicamente se sustentaban, se asistió a un intento de liquidar al BNG que contó con importantes complicidades internas. Estas personas acabarían conformando Anova; entre ellas se encontraba Beiras, persona de gran valía intelectual y como comunicador, pero con una trayectoria política más que errática. En nuestra opinión, y seguimos aquel proceso con el mayor interés, si no hubiera existido una actitud de clara firmeza por parte de la dirección nacional del Bloque y particularmente de su portavoz -en aquel momento Guillerme Vázquez-, el BNG hubiera entrado en un más que peligroso proceso de debilitamiento. El poder del Estado y sus terminales mediáticas apostaron claramente por lo que acabaría llamándose “Las Mareas” (a las que se incorporó Anova) y por la neutralización al máximo del Bloque. De aquella Asamblea de Amio el BNG salió cuantitativamente menguado, pero política e ideológicamente fortalecido; este sería el elemento sustancial para la evolución del proyecto, liderado desde entonces por Ana Pontón.

Guillerme Vázquez en la Asamblea Nacional de Amio

Que el BNG tienda a ocupar todo el espacio de representación de las clases populares en Galicia no es un fenómeno extraordinario ni imprevisible, sino que se corresponde con la realidad estructural de ese pueblo. Por supuesto, materializarlo requiere grandes dosis de maestría política, y parece que lo están consiguiendo. El resultado de las elecciones del 18F responde esencialmente a esa realidad, y ese es el aspecto más positivo de éstas. Pero hay otros aspectos que no se deberían olvidar: en esta ocasión, los sectores mediáticos que unos años antes se habían volcado con Las Mareas, han optado de forma más o menos explícita por el BNG. No es una cuestión menor y debería tenerse en cuenta.

El BNG ha dado un gran paso en el campo electoral, que se complementa con los grandes resultados que ya obtuvieron en las elecciones municipales. El BNG es, junto con el PP, el partido que tiene una mayor base social y una mayor representación institucional en los ayuntamientos. Fue la primera fuerza política en votos en la Ría de Vigo, que incluye a la propia ciudad y a otros municipios que suman en conjunto más de 500.000 personas, y que tienen la mayor tradición social de lucha obrera del conjunto de Galicia, junto a la comarca de Ferrol. Sin duda se abre una nueva etapa para la lucha y el avance popular en Galicia. Esperamos y deseamos que esto sea así.

Intervención de Ana Pontón durante el acto del 25 de Julio en Compostela

Es “curioso”, y de nuevo una expresión de la incapacidad analítica de los medios de comunicación más vinculados al Gobierno, el intento por varias vías de quitarle importancia a la derrota sin paliativos del “sanchismo” en las elecciones autonómicas de Galicia. No deja de llamar la atención que El País se empeñe en continuar analizando las elecciones gallegas como si en Galicia hubiera existido una política de bloques similar a la de las elecciones españolas, sumando los votos de Vox al PP y los del BNG al PSOE, Sumar y Podemos. Esto es una gravísima manipulación -seguramente interesada- de lo que fue la realidad. En Galicia no hubo una “política de bloques”, hubo dos partidos referenciales que consiguieron el 87% de las actas de diputado. Otra vía para intentar desacreditar los resultados es que, según estos medios, hay sectores del PP que rebajan la importancia política de esas elecciones y muy especialmente en lo referido a su propia victoria.

Hasta ahora, el discurso de los portavoces y apologetas del “Gobierno de Progreso” era que el PP y su candidato, Alfonso Rueda, y más aún Feijóo, se jugaban mucho en las elecciones, pero como hemos comprobado el PSOE quizás se jugaba más. Finalmente el PP ha vuelto a obtener mayoría absoluta, aunque desde los medios de comunicación y otras instituciones proclives al Gobierno, entre ellos el CIS, se dedicaron a llevar adelante una campaña de intoxicación hacia la opinión pública con datos de sondeos que se han comprobado completamente erróneos, según los cuales, aun considerando alguna posibilidad de que el PP repitiera su mayoría, se estimaba que la pérdida de la Xunta era muy posible, e incluso probable. El “Gobierno de Progreso” y sus terminales, desde hace unos cuantos años, acostumbran a este tipo de maniobras que se vienen abajo por su propio peso.

Resultado electoral – Electomanía

El proyecto que ha salido francamente derrotado en estas elecciones es el del “sanchismo”. El PSOE, que ya partía de una situación precaria, ha bajado hasta los nueve diputados, lo que significa una quiebra de gran importancia desde el punto de vista electoral, y aún más desde el político. Comentaba Ana Pontón, en su primera entrevista para la Cadena Ser tras las elecciones, que no se podía leer el resultado de éstas en clave estatal y que la gente no votó pensando en la amnistía. Estamos de acuerdo con la segunda afirmación, pero no plenamente con la primera.

Es muy probable que el asunto de la amnistía no tuviera gran influencia en los resultados electorales del 18 de febrero -en todo caso, seguramente hay una corriente muy significativa en la sociedad gallega favorable a tal medida-; los comentarios de Feijóo sobre la amnistía-indulto no creemos en absoluto que hayan sido improvisados, tal como considera la imbecilidad de la progresía y sus cronistas; seguramente Feijóo está ya pensando en las próximas elecciones generales y sabe que tiene que darle una respuesta a la cuestión de Cataluña, por supuesto más allá de lo que plantea Vox.

Pero hay múltiples factores que generan rechazo hacia el “Gobierno de Progreso” y hacia quienes conforman la coalición que los sustenta, incluyendo entre amplios sectores de la izquierda social. Pedro Sánchez es un personaje cada vez más antipático debido a su actitud chulesca y su sinvergonzonería, lo que va más allá de consideraciones políticas. El proyecto del “Gobierno de Progreso” queda tocado de una forma muy especial, pero ello no significa que Sánchez vaya a dimitir o se vea forzado en lo inmediato (otra cosa es a medio plazo) a convocar elecciones generales, lo que depende en buena medida de la negociación con Junts, precisamente sobre la amnistía. Además del PSOE, Sumar ha tenido unos resultados ridículos para una organización institucional y con pretensiones, y Podemos aún peores.

No sólo está en cuestión la política del “Gobierno de Progreso”, sino toda su construcción teórica e ideológica, que no es sino la aplicación en el Estado español de la doctrina del Partido Demócrata americano y, por tanto, del imperialismo globalista.

Izquierda Castellana, 21 de febrero de 2024

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