El derribo del avión ruso Ilyushin Il-76, el equivalente al caso Lusitania en esta III Guerra Mundial en la que hemos entrado

Montaje de un avión Ilyushin Il-76 y del transatlántico Lusitania
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El 7 de mayo de 1915, en el marco de la Primera Guerra Mundial, un submarino alemán atacó y hundió el transatlántico Lusitania, un navío dedicado especialmente al transporte de pasajeros. Este hecho tuvo una profunda repercusión en el relato sobre la Guerra y en la caracterización del Ejército alemán ante la mayoría de la opinión pública mundial como un ejército con una actitud criminal. Este cambio en la percepción de la opinión pública llevó a que algunos Estados, que hasta entonces se habían mantenido en la neutralidad ante el conflicto, se posicionaran a favor del bando aliado. En “Historia de la guerra del mundo (I Guerra Mundial)”, de Frank Simonds, se hace una reflexión a fondo sobre la importancia que tuvo el hundimiento del Lusitania en la evolución de la opinión pública en la época.

El ataque con un misil antiaéreo al avión militar Ilyushin Il-76, en el que viajaban 65 presos ucranianos para ser intercambiados por presos rusos, tiene una potencialidad ante la opinión pública muy similar a la del caso del Lusitania, aunque por supuesto no para el juego de las alianzas, que está claramente predeterminadas. El temor a este efecto, conocido perfectamente entre quienes gestionan la manipulación mediática en el mundo occidental, es la única explicación que se nos ocurre para que haya un silencio casi total desde el primer momento ante este auténtico acto terrorista del Gobierno de Zelensky.

Los “medios de información” en Occidente, en una clara expresión sobre cómo funcionan, se dedicaron a borrar el comunicado que el propio Gobierno ucraniano emitió admitiendo su responsabilidad en el derribo. Posteriormente intentaron “arreglar” el asunto diciendo que en ese avión también se transportaba armamento; aunque eso fuera cierto, cosa no demostrada y que niegan las autoridades rusas, se trata de una argumentación demencial, según la cual es legítimo asesinar a 65 compatriotas que iban a ser devueltos en un intercambio de prisioneros porque en el avión se transportaba también algún tipo de armamento. Solo una gobernanza político-militar enajenada mental y moralmente, tal como son los casos de Ucrania o de Israel en su práctica de genocidio en Palestina, es capaz de desarrollar semejante tipo de argumentos.

Después del hundimiento del Lusitania, que costó la vida a 1.198 personas (sobrevivieron 761 pasajeros), el Ejército alemán también arguyó que el navío transportaba cierta cantidad de armamento. Tan obscena argumentación no tuvo repercusión alguna ante la opinión pública, excepto en algunos sectores de la alemana.

Ucrania tiene una doble identidad de origen: la germana y la eslava. Esa doble identidad le lleva a alinearse con las posiciones políticas de Alemania o de Rusia a lo largo de la historia del siglo XX y también del XXI. No es casualidad que una parte de la población ucraniana se convirtiera en aliada del III Reich, y hoy reivindiquen con entusiasmo la memoria nazi en ese Estado y sean la punta de lanza contra Rusia en la ofensiva imperialista actual sustentada por la OTAN y dirigida por el bloque angloamericano.

Lo que los medios de comunicación occidentales -y españoles- están haciendo sobre el ataque y derribo del avión militar en Belgorod es una desvergüenza, aunque ya estamos acostumbrados/as a ello.

Izquierda Castellana, a 25 de enero de 2024

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