
En editoriales publicados (I, II, III) hace varios años reflexionábamos sobre cómo el imperialismo, esencialmente el angloamericano, estaba dando pasos hacia la guerra global. El punto de partida que nos llevaba a esa conclusión era la situación de brutal crisis en que se encuentra el capitalismo a nivel internacional y cómo, tal y como históricamente ha ocurrido, ese Sistema ha buscado en la guerra la solución a sus problemas estructurales, al menos durante un periodo. El impulso a la guerra no es solo -en ocasiones ni siquiera fundamentalmente- una cuestión militar; la preparación de ésta es un proceso que dura años y que requiere de un conjunto de elementos tales como el embrutecimiento de la opinión pública a través de los medios de comunicación, las redes y el viejo método de los bulos (denominados hoy “fake news”), que siguen siendo de una gran eficacia.
El asalto planificado al pensamiento racional es una de las herramientas preferidas por el capitalismo en su impulso a la irracionalidad, y por tanto, al embrutecimiento colectivo. Recordemos cómo desde hace algún tiempo se viene hablando de la “inteligencia emocional”, aunque últimamente los propagandistas del imperialismo tienen preferencia por contar las maravillas de la Inteligencia Artificial (IA), que ciertamente es artificial, pero no es inteligencia. Una cosa es la capacidad de almacenamiento de millones o billones de datos y su ordenación en fracciones de segundo cuando se solicita información sobre ellos, y otra cosa muy diferente -y eso es realmente la inteligencia- es la capacidad de construir nuevos conceptos con esas informaciones. La IA puede ser una herramienta de gran utilidad en apoyo a la actividad humana, también lo contrario, pero lo que no puede es sustituir a la actividad intelectual humana por mucho que pretendan “shockearnos” con tal cuestión.
El último informe PISA alertaba sobre una disminución más que significativa de la capacidad intelectual, al menos entre la juventud, en los países de la OCDE. El Gobierno español, siguiendo su irresponsabilidad habitual, se consolaba alegando que la distancia entre el nivel obtenido por los estudiantes del Estado español y el conjunto de los de la OCDE había disminuido, porque si bien aquí se había producido un descenso importante, en el resto de países la caída había sido aún mayor y la diferencia entre Estados había disminuido. Es la práctica habitual de este Gobierno: esconder la cabeza como hacen las avestruces, aunque su opción favorita sigue siendo la de manipular la realidad hasta límites desconocidos en la historia reciente de este país, y eso que el listón de la manipulación estaba bien alto.
Si nos referimos a la violencia de género, que ha aumentado de forma más que considerable, la actitud es la misma: no solo no asumir responsabilidades, sino buscar cabezas de turco para que toda la rabia se canalice en esa dirección; en esta ocasión le ha tocado a Irene Montero, aunque ciertamente lo tenía merecido. En cuanto a los accidentes laborales, es decir, las muertes causadas por la violencia del Sistema capitalista en los centros de trabajo, la actitud es similar, e igual se podría decir sobre el incremento de suicidios, el aumento de las toxicomanías, la precarización, etc. Este Gobierno no tiene ni tan siquiera la decencia de asumir la situación real de la sociedad, en buena medida inducida por su gestión, pese a que el origen de este problema es el capitalismo y su crisis. No solo organizan guerras en el sentido más literal del término, sino que intensifican y refuerzan la guerra contra las clases populares. Para intentar evitar las consecuencias de esa política, llevan adelante maniobras que conducen a la confusión social y que durante algún tiempo les ofrecen ciertos resultados, aunque cada vez con menos eficacia. Nos referimos sobre todo a la construcción de “falsas trincheras”, previo cultivo de un maniqueísmo social que se ha visto muy intensificado en el Estado español, claramente apreciable en unos debates parlamentarios que son de vergüenza ajena.
Cuando en el año 2021 hubo un nuevo intento desde el Ministerio del Interior de ilegalizar a Izquierda Castellana, en algunas entrevistas que nos hicieron en aquellos momentos nos preguntaban sobre por qué creíamos que el Gobierno, a través de Interior, intentaba proscribirnos. Nuestra respuesta era clara, y dicho con toda humildad: somos la organización que en Castilla, incluyendo Madrid, tenemos una interpretación adecuada de lo que está pasando en el plano estatal e internacional, y con una cierta capacidad de impulsar la acción política correspondiente. El Estado y su Gobierno necesitaban y siguen necesitando liquidar todo resquicio de oposición a sus políticas, que no son sino las del imperialismo aplicadas a nuestra sociedad. En aquel momento fuimos capaces, con el apoyo de diversas organizaciones políticas, de frenar aquel intento; aunque seguramente les sorprendió la capacidad de reacción, estamos convencidos/as de que antes o después volverán a intentarlo.
Por desgracia, nuestras previsiones se están cumpliendo. Ya hay dos focos de guerra significativos y con gran capacidad de extenderse: en Europa oriental, la OTAN contra Rusia, y en Oriente Próximo, el sionismo internacional y el Estado de Israel con el apoyo directo también de la OTAN y EEUU contra Palestina. El imperialismo calienta motores en otros escenarios, como es el caso del Pacífico. En la Asamblea plenaria de la ONU celebrada el 12 de diciembre ha sido aprobada una resolución a favor del alto el fuego en la guerra contra el pueblo palestino. Es una decisión insuficiente, puesto que estas resoluciones no tienen carácter vinculante, pero es muy ilustrativo de cuál es el posicionamiento internacional en estos momentos, y sobre cómo las posiciones de lo que se denomina “el sur global” avanzan a costa del debilitamiento de las posiciones imperialistas, hasta tal punto que algunos Estados que se incluyen en este último campo han tenido que abstenerse o votar a favor de ese alto el fuego.

El desgaste del Régimen del 78 en el Estado español es más que evidente. Para intentar su mantenimiento han tenido que hacer algunas concesiones a fuerzas políticas que hasta no hace mucho tiempo confrontaban con él. A cambio, estos asumen el marco constitucional para cualquier cambio de estatus. La Ley de Amnistía impulsada por el PSOE es un claro ejemplo de ello. Por cierto, no deja de ser curioso que el Presidente del Gobierno y otros portavoces de esa estructura se cansen de decir que hay que desjudicializar la política mientras simultáneamente le ponen una querella a Abascal por sus declaraciones en Argentina sobre el futuro de Pedro Sánchez. Hasta ahora han tratado con paños calientes, e incluso con cariño, a Vox; obviamente el “antifascismo” de este Gobierno, como casi todo, es puro oportunismo. Pero las referencias sobre Pedro Sánchez (en el fondo pensarán que tal eventualidad es posible) les han parecido inaceptables. Sánchez, narcisista donde los haya, se ha debido sentir muy ofendido por esas declaraciones.
El debate ideológico y político en el Estado y en el mundo occidental se sitúa de una forma fundamental en contra de la defensa de la racionalidad y de la inteligencia humana. Durante un tiempo, el poder hacía lo que en ocasiones hemos denunciado como el uso racional de la irracionalidad, pero últimamente la dirección del Sistema capitalista ha caído en la pura irracionalidad, de ahí que casi todas las previsiones que hacen en diferentes ámbitos de la vida sean erróneas y no tarden mucho tiempo en dejarles en evidencia. Para el movimiento comunero del siglo XXI el estudio, la formación y la reflexión con metodología científica son cuestiones clave. No se podrá avanzar en el movimiento popular si no le dedicamos una buena parte de nuestras energías a ello. No es solamente la “batalla cultural”, es la guerra por la defensa del pensamiento racional y científico en todos los ámbitos de la realidad. Son tiempos difíciles, y aún lo serán más próximamente, pero teniendo una visión lo más precisa posible de la realidad actual y de lo que nos espera en el inmediato futuro, los proyectos progresistas podrán salir fortalecidos a costa del debilitamiento progresivo, hasta la derrota, del imperialismo. Esa es la gran esperanza en la que dedicar todo nuestro empeño.
Izquierda Castellana, 13 de diciembre de 2023