
En primer lugar, tenemos que señalar que corresponde al pueblo palestino y especialmente a sus organizaciones más activas y resolutivas tomar las decisiones sobre la orientación política de la lucha en Palestina y sobre el enfoque de las movilizaciones de solidaridad internacional. Sin embargo, en una coyuntura tan significada como la que estamos viviendo en relación con la lucha palestina contra el sionismo imperialista, nos parece muy importante dar y explicar nuestros puntos de vista sobre el asunto, para la lucha en Castilla pero muy especialmente en Madrid. No se puede obviar que Madrid es una ciudad muy relevante desde el punto de vista internacional, especialmente para cuestiones como la que estamos abordando.
Hamás ha demostrado a lo largo de los últimos tiempos, muy especialmente en los últimos meses, que es un agente de primer orden en la lucha del pueblo palestino por su liberación. En la reunión del Consejo Europeo del pasado 15 de octubre, los dirigentes de la UE hicieron una condena a Hamas y de nuevo caracterizaron a esta organización como terrorista, en la misma línea que se sitúan los EEUU y el Reino Unido. En general, el mundo occidental, es muy dado -especialmente en los últimos tiempos- a resolver problemas complejos con adjetivos inspirados en el maniqueísmo. Están muy interesados en inhabilitar a Hamás como interlocutor del pueblo palestino, muy en particular para la negociación de un futuro para esa tierra. Tal pretensión no coincide en absoluto con el sentir de la mayoría del pueblo palestino, que según reconoce incluso la prensa israelí, es la organización que cuenta con más apoyos sociales; según dos encuestas recientemente publicadas, tres cuartas partes de la población palestina -tanto en Gaza como en Cisjordania- consideran que Hamás está ejerciendo un papel positivo.
Pero esa pretensión -y esto es aún más importante desde el punto de vista material- tampoco coincide con la realidad de las cosas. En la articulación de la tregua, que se ha roto el viernes 1 de diciembre, ha quedado claro que, además de los agentes internacionales que la han auspiciado, la negociación de los aspectos concretos del proceso dependía de las posiciones de Hamás y del Gobierno y Ejército israelíes, que se sustanciaron en las correspondientes conversaciones. Esta es la realidad-real existente, de la que se pueden extraer conclusiones para actuar con un mínimo de rigor, o bien se puede ignorar si realmente no se quiere hacer nada que conduzca a resultados positivos.
En nuestra opinión, en este momento histórico es francamente difícil que el ejército israelí y sus aliados puedan infligir una derrota, ni tan siquiera táctica, a las fuerzas de la Resistencia palestina. En el plano político y militar estamos en unas circunstancias muy diferentes a las que había hace cinco años, no digamos 20, tanto sobre el terreno más directamente afectado por la lucha como a nivel internacional. Pero también es muy difícil que en un periodo temporal corto las fuerzas populares palestinas derroten plenamente al Estado de Israel. Esto sería deseable, pero detrás de Israel está el imperialismo angloamericano, el mundo occidental y, con muy pequeñas contradicciones, la OTAN en su conjunto. Todos ellos acabarán siendo derrotados, pero en un proceso a medio plazo que desgraciadamente deberá pasar por la globalización de las guerras que en la actualidad están territorialmente delimitadas.
Estamos en una situación en la que, como ha ocurrido con frecuencia en la historia, el enemigo no tiene fuerza y capacidad suficiente para derrotar a las fuerzas revolucionarias, pero éstas tampoco tienen capacidad suficiente para derrotar al enemigo de inmediato; es necesario un proceso de acumulación de fuerzas mayor. Aquellos casos en los que el imperialismo es incapaz de derrotar a las fuerzas populares suponen en sí mismos grandes victorias políticas para éstas, pero es importante no cometer errores de apreciación para que dichas victorias no se conviertan en lo contrario. Un claro ejemplo histórico de estabilización de fuerzas por incapacidad de derrotar al enemigo por ninguna de las partes en conflicto es el caso de Corea, donde por cierto está habiendo movimientos de gran significación en consonancia con la evolución de la situación internacional.
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— Jamal Dajani جمال (@JamalDajani) November 29, 2023
En nuestra opinión, en estos momentos el mayor problema existente en Palestina, y que se mantendrá en los próximos tiempos de una u otra manera, es el del genocidio, especialmente en forma de infanticidio, en el contexto de una guerra imperialista por la colonización de los territorios palestinos por el sionismo. Consideramos que eso es lo primero que hay que intentar detener. Este objetivo, aunque no es fácil de alcanzar, entra dentro de lo posible. En esta guerra colonial y genocida, como sucede en casi todas las guerras coloniales, hay un altísimo sufrimiento humano, que se ceba muy especialmente con la población infantil. Como militantes revolucionari@s estamos forjad@s en la dureza de la lucha, pero somos human@s y el sufrimiento ajeno nos afecta. No podemos sustraernos a él, porque en ese caso perderíamos esa condición; sin humanidad no se puede ser revolucionari@, pero eso no significa en absoluto que defendamos el humanitarismo como teoría política. Partiendo de esta concepción, debemos impulsar todas las líneas que sirvan al menos para aliviar el sufrimiento de la población, y apoyar simultáneamente desde nuestras posibilidades la lucha revolucionaria para que el proceso actual concluya con una victoria para el pueblo palestino en los términos que antes comentábamos.
Desgraciadamente, el izquierdismo y el reformismo se dan la mano con mucha frecuencia, y en esta ocasión también puede apreciarse. Desde el reformismo y el movimiento pseudorevolucionario no se exige que Hamás participe en cualquier mesa de negociación que se establezca sobre el futuro del país, lo que a nosotr@s nos parece imprescindible; por el contrario, cualquier consideración sobre el conflicto en Palestina la inician con una condena de Hamás como organización terrorista.
No todas las consignas y lemas que se utilizan nos parecen igual de correctas, aunque no por ello vamos a dejar de apoyar ninguna movilización en la calle. Desde nuestros análisis, que procuramos hacer según el materialismo científico, tenemos muy en cuenta las circunstancias y el momento histórico concreto. Hay lemas y consignas que en abstracto son perfectas, pero que en la lucha política concreta no son de fácil materialización en la actual coyuntura; es por ello que no hacer un ajuste táctico de tales cuestiones se puede convertir en un error significativo. La apuesta por un único Estado en Palestina en el que puedan convivir y coexistir todas las comunidades, al margen de etnia o religión, nos parece correcta en el plano de lo abstracto, pero de muy difícil implementación en la actualidad. La reivindicación de la construcción de un Estado Palestino en los territorios establecidos por la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU de noviembre de 1947 parece una alternativa táctica aceptable, lo que no quiere decir que ello lleve implícito que se reconozca automáticamente la legitimidad histórica o política del Estado de Israel, pero supondría un cambio cualitativo para las condiciones de vida del pueblo palestino. Hamás también aceptó en 2017 esta posibilidad. China o Rusia, entre muchos otros Estados en el ámbito internacional, también apoyan esta alternativa. Sabemos que hay gente que cree que aceptar circunstancialmente la vía de los dos Estados es una claudicación inasumible. Respetamos tal punto de vista, pero no lo compartimos.
Cada proceso de lucha de liberación anticolonial tiene sus características propias, y esas han de ser muy tenidas en cuenta para el avance de ese proceso de liberación. Desde algunos sectores del movimiento palestino se hacen paralelismos con la lucha anticolonial en Argelia. Igual que en el país norteafricano, la lucha del pueblo palestino contra el sionismo es una lucha anticolonial. Pero a partir de ahí, hay circunstancias que no se pueden obviar que las hacen sustancialmente diferentes. La dominación francesa en Argelia no fue constituida bajo el amparo de ningún organismo internacional, ni su formación respondía a un momento tan concreto como fue el final del Holocausto, cuando se dio un consenso internacional prácticamente total sobre la necesidad de construir un Estado para la comunidad judía. Tampoco son exactamente comparables, pese a los puntos en común, los “pied-noirs” franceses en Argelia con los judíos en Palestina. Expulsar de Argelia a los franceses era una tarea más sencilla que expulsar a los judíos de Palestina, y los franceses no podían argumentar vínculos o conexiones religiosas o históricas con Argelia.
En algunos medios internacionales e israelíes se está hablando de forma cada vez más intensa sobre qué hacer una vez finalice el actual conflicto militar. Todos están de acuerdo en la exclusión de Hamás de ese futuro escenario, bien sea por la liquidación de la organización y sus apoyos, tal como defiende el actual Gobierno de Netanyahu, o simplemente impidiendo el acceso de esta organización a las negociaciones. El Gobierno de Netanyahu también se opone de facto a cualquier solución política que contemple la constitución de un Estado Palestino. Todos coinciden en sustituir a Hamás por la Autoridad Palestina de Cisjordania, a la que consideran totalmente domesticada. A partir de ahí hay diversas consideraciones. Una de ellas, recogida en el diario Haaretz, es que el alto el fuego o el formato en que finalmente acabe este ciclo de la guerra, sea supervisado por las fuerzas de la OTAN. Desde el punto de vista de los intereses occidentales no es una mala idea, pero obviamente es un planteamiento inaceptable para el movimiento popular palestino y para los Estados árabes de la zona.
Izquierda Castellana, 1 de diciembre de 2023