Algunas reflexiones sobre Argentina y Palestina

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En primer lugar, señalemos algunos datos que nos ayuden a comprender la realidad argentina. Argentina es un país de 46 millones de habitantes distribuidos en 2,7 millones de kilómetros cuadrados; aproximadamente, por tanto, cuenta con una población similar en número a la del Estado español, pero agrupada en un territorio unas 5,5 veces mayor. Más de la mitad de estos 46 millones de argentinos/as vive en 3 de las 23 provincias del país (Buenos Aires, incluyendo su distrito federal, Córdoba y Santa Fe), lo que revela la desigual estructura de poblamiento; grandes áreas, principalmente las vastas mesetas patagónicas al sur del país, están prácticamente despobladas. El 92% de los argentinos vive en las urbes. Volcada hacia el Atlántico, Argentina comparte una larga frontera andina con Chile, pero también es vecina de Uruguay, Paraguay (estos cuatro países conforman el Cono Sur), Bolivia y Brasil.

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El resultado de las elecciones presidenciales en Argentina el pasado domingo 19 de noviembre, por desgracia, no supone una novedad en la historia de ese país. El programa ultraliberal y proimperialista que defendió el candidato ganador, Milei, tiene diversos antecedentes, algunos no muy lejanos en el tiempo. El Gobierno de Menem en la última década del siglo XX se caracterizó por el desarrollo de un programa muy similar, que llevó a Argentina a la ruina social y económica. Pero los últimos años de gobierno del llamado “kirchnerismo”, ya sin Kirchner, han estado tan impregnados de corrupción e incapacidad de gestión que la mayoría de la población ha optado por una opción cuyo único “interés” es el desconocimiento concreto sobre sus consecuencias en estos momentos, aunque no es para nada difícil imaginarlas teniendo en cuenta los resultados de anteriores ciclos políticos más que similares al que se ha abierto ahora. Estas políticas no sólo se desarrollaron durante la mencionada gobernanza de Menem, sino también en los 70 con Isabel Perón como Presidenta de la República, que fueron profundizadas por el Gobierno de la Junta Militar encabezada por el General Videla desde el año 76.

Dichos gobiernos combinaron el neoliberalismo más brutal con la represión más feroz. Baste recordar los asesinatos sistemáticos ejecutados por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), además de los cometidos directamente por los cuerpos represivos contra los líderes sociales y políticos en esa época. La represión durante la dictadura militar quizás es más conocida, entre otras cosas por las dos películas de gran éxito en las que se aborda parcialmente este aspecto (La Noche de los Lápices y Argentina, 1985).

Marcha de las Madres de la Plaza de Mayo

El pueblo trabajador argentino siempre respondió masiva y combativamente en las calles a las agresiones llevadas adelante desde la institucionalidad reaccionaria, pero, por diversas razones, lo que no ha existido nunca es una dirección política revolucionaria y mucho menos unificada que merezca tal nombre. La dispersión y el tremendo fraccionalismo son características que han impregnado la cuestión.

El peronismo ha sido una referencia político-ideológica esencial a partir de los años 40 en Argentina, pero sin una doctrina con auténtica capacidad de transformación real. Muy frecuentemente ha adoptado unas posiciones teóricas y prácticas antisocialistas. En lo que podríamos llamar el flanco de izquierdas del movimiento popular, la hegemonía fue y sigue siendo en buena medida de las organizaciones trotskistas, con todo lo que ello conlleva de dificultad del análisis concreto de la situación concreta, y por tanto, de la elaboración de tácticas adecuadas, además por supuesto de la tendencia “genética” de esa ideología al fraccionalismo y la división.

Ojalá en esta nueva etapa de agresiones contra el pueblo se superen los problemas de dirección política, y a la más que segura respuesta social que habrá en las calles se le añada la construcción de una auténtica dirección política del movimiento revolucionario. Somos bastante escépticos de que esto ocurra, pero deseamos equivocarnos.

Una última consideración sobre Argentina. En las elecciones del pasado domingo no se planteaba para nada un cambio de modelo económico o político. En lo esencial este seguirá siendo el mismo, pero se intensificarán sus aspectos más depredadores y proimperialistas. La declaración de la Secretaria General del Fondo Monetario Internacional, organismo con el que Argentina tiene contraída una gran deuda y al que en los próximos meses tendrá que efectuar los correspondientes pagos por miles de millones de dólares, ya ha informado de que se ha puesto en contacto con el equipo del nuevo Presidente para negociar sobre ello. En Argentina el bloque dominante, como ocurre en el Estado español, adapta las formas de gobierno a lo que mejor le conviene en cada coyuntura concreta.

Volviéndonos ahora hacia Palestina, se ha alcanzado un acuerdo entre el Gobierno israelí y Hamás para establecer una tregua de cuatro días en Gaza que entrará en vigor el jueves a las 10:00, y que se podría ampliar, según informan el diario israelí Haaretz y otros medios. El acuerdo es similar al que Netanyahu y su gobierno rechazaron hace pocos días. Finalmente el pasado 21 de noviembre, el gabinete israelí le dio el visto bueno con el único rechazo de los tres miembros del partido de extrema derecha Poder Judío.

Celebramos esta tregua humanitaria y deseamos que se extienda en el tiempo, y que incluso pueda llegar a ser definitiva, aunque esto no parece fácil. Veremos cómo se implementa. Los sectores más reaccionarios de la sociedad y la institucionalidad israelí están más que preocupados porque esta tregua pueda servir para reforzar política y organizativamente a Hamás. Parece que las presiones internas por parte de las familias de los rehenes y por sectores significativos de la sociedad israelí han tenido más peso en la toma de una decisión final que las reticencias iniciales del Gobierno. Por cierto, de esa conflictividad interior en Israel no se habla en los medios de comunicación españoles.

En el caso de la lucha de liberación palestina en Gaza, y seguramente a no tardar mucho en el resto de Palestina, encontramos una situación muy distinta a la de Argentina. En Gaza existe una dirección político-militar unificada y respetada por su pueblo. De nuevo hay una enseñanza clara y contundente: sin dirección política revolucionaria no hay movimiento político revolucionario.

Izquierda Castellana, a 22 de noviembre de 2023

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