
Hoy, 15 de noviembre, comienza el cónclave para elegir al nuevo presidente del Gobierno español. En principio, y salvo la irrupción de circunstancias ahora mismo no previstas, saldrá investido el actual presidente en funciones, Pedro Sánchez. La principal novedad de este cónclave es que tod@s l@s diputad@s serán “católic@s practicantes”; es decir, que antes de su realización se han acogido a la Constitución del 78, por convicción o por interés; el caso es que ya no habrá “protestantes” en este Congreso. Ese es el gran mérito de Pedro Sánchez y la actual dirección del PSOE: estar ante un Congreso de creyentes que incluso se pelean entre sí para demostrar quién tiene más fe en la vigente Constitución. Cosas veredes que no crederes.
Desde el punto de vista “teológico”, esto es exactamente así. En esta ocasión, tal como suele ocurrir en los debates que se quedan en los aspectos superficiales de la realidad, la cuestión teológica se traslada al campo de la liturgia, es decir, a las cuestiones más o menos formales o simbólicas.
La política en el Estado español está adquiriendo una gran superficialidad formal y un creciente esencialismo religioso, expresado en el campo de la liturgia, sin entrar en las cuestiones de fondo. Por tanto, las soluciones que se aplican no resuelven los problemas, sino que dan una apariencia de solución que se diluirá tras un recorrido no muy dilatado.
Dice Pedro Sánchez que se trata de resolver ya el conflicto estructural entre Cataluña y el Estado español, y para ello propone algunas medidas esenciales, según su punto de vista. Vamos a comentar dos de ellas, que nos parecen las de mayor significación:
– Una Ley de Amnistía, que acogería a todas las personas con posibles delitos en relación con el Procés, lo que incluiría a las fuerzas del órden público que cargaron, en general brutalmente, contra la ciudadanía que quería ejercer su derecho a decidir a través del voto. Esta Ley tardará muchos meses en aprobarse definitivamente, y bastantes más en aplicarse, en caso de que ese momento llegue. La utilidad prevista de que esa Ley se pudiera implementar rápidamente para aprovechar su teórico potencial balsámico no va a ocurrir. Sin embargo, está generando una importante tensión social, especialmente fuera de Cataluña.
– Otra medida, la condonación de una deuda de 15.000 millones de euros a la Generalitat, traerá llegado el momento aún más conflictividad, quizás no en un sentido cuantitativo, pero sí cualitativo. La condonación tendrá repercusiones al aumentar las desigualdades con otras Comunidades del Estado español, desde luego con las castellanas. Castilla viene perdiendo todo tipo de recursos, incluyendo los humanos, desde hace muchas décadas. El Régimen franquista también actuó en esa misma línea, porque el bloque dominante español ha venido desarrollando una política económica, al menos desde finales del siglo XIX, que perjudica seriamente a Castilla y beneficia a Cataluña y Euskal Herria, si exceptuamos el caso de Madrid como capital, primero del Imperio y después del Estado.
La única solución real al “problema catalán”, como al de otros pueblos, es el ejercicio del derecho de autodeterminación, que apoyamos plenamente. Lo que rechazamos frontalmente es que se vaya comprando a plazos, a cargo del erario público, la permanencia de Cataluña en el Estado español.
En principio el jueves terminará el cónclave, y seguramente ya podremos decir que “habemus presidente”. El viernes publicaremos un nuevo editorial con nuestro punto de vista sobre lo acontecido y las expectativas de lo que puede suceder.
Izquierda Castellana, a 15 de noviembre de 2023