Es imprescindible construir una dirección político-cultural para el movimiento popular en Castilla

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Es imprescindible construir una dirección político-cultural para el movimiento popular en Castilla

En situaciones de agudización de los conflictos se pone plenamente de manifiesto la necesidad de una dirección político-cultural. Eso está ocurriendo ahora de forma clara en el mundo occidental, y en particular en el Estado español. La cuestión de la dirección político-cultural afecta a lo que podríamos llamar “ambos bandos”.

Entre los países de la UE hay situaciones mejores y peores. Su posicionamiento varía según el conflicto del que se trate: Hungría y actualmente Eslovaquia tienen un posicionamiento bastante racional en relación con la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, pero en el caso húngaro, al menos, la posición es muy poco correcta en relación a la lucha palestina por su liberación. El resto de países de la UE permanecen en una posición descaradamente reaccionaria e imperialista-sionista, en todos los casos. Al fin y al cabo, son parte de ello.

Hay que partir de la obviedad de que los Estados constituidos, caso de la UE, aun sin disponer de una dirección político-cultural afinada, gozan de unas estructuras “duras” -ejército, policía, servicio de inteligencia, medios de comunicación, etc.- con la capacidad de imponer, incluso por inercia, políticas reaccionarias y guerreristas a sus respectivas poblaciones.

En nuestra parte la cosa tampoco está para tirar cohetes. Articular una política progresista y antiimperialista requiere de forma imprescindible de la construcción de una dirección político-cultural para el movimiento popular. Se trata de una tarea complicada, pero que desde luego es alcanzable aquí y ahora. Las divisiones, limitaciones y déficits del enemigo crean unas circunstancias facilitadoras para ello, pero sin un impulso por parte de las fuerzas políticas revolucionarias y de los colectivos sociales que luchamos por un cambio, resolver dicha tarea es imposible.

La construcción de una dirección político-cultural al servicio del pueblo es y será un proceso dialéctico basado en el estudio, en el conocimiento de la realidad-real y especialmente de las luchas sociales y políticas, que solo se puede hacer desde la participación en ellas. Ese estudio no tiene como finalidad el conocimiento abstracto, la erudición, sino que ha de servir para avanzar en la puesta en marcha del ciclo “teoría-práctica-teoría”.

Por desgracia, en el Estado español y en concreto en algunos de los pueblos que jugaron en su día un papel de vanguardia en la lucha por la ruptura democrática, sobre todo en Euskal Herria, se han dado pasos atrás de gran significación en esa tarea, hasta su práctica liquidación. Y no nos referimos al cese de la lucha armada, seguramente inevitable, sino a la asimilación de una línea política de defensa a ultranza del Régimen del 78 -el de la restauración de la monarquía borbónica impuesta por el franquismo- así como de sus gobiernos, especialmente el actual. Hemos hablado de ello en varios editoriales, y lo seguiremos haciendo en el futuro por la importancia de esta cuestión. Zapatero y Sánchez, además de Rubalcaba como guionista y director principal de esa maniobra, han tenido un papel protagónico, acompañados, por supuesto, de otras entidades de ámbito internacional más poderosas.

En Castilla, en contraste, ha ido creciendo con lentitud y con muchas dificultades, pero creciendo al fin y al cabo, un embrión de esa dirección político-cultural, que aún estando en una fase muy primaria ha sido capaz de avanzar “en sí” y colaborar en el avance de los diversos movimientos sociales.

El irracionalismo como método de análisis se ha intentado inculcar hasta la náusea en toda la sociedad, con la colaboración plena de los medios de comunicación, casi sin excepciones. En paralelo, se ha impulsado la puesta en valor de los conceptos más reaccionarios de la filosofía burguesa: el individualismo atroz y sus derivaciones, como el adanismo o el narcisismo, el hedonismo como principio y fin de todas las metas en la vida, el desprecio por la solidaridad y por lo colectivo, etc. Y, como cuestión que no es menor, el rechazo del esfuerzo y del trabajo, capítulo en que se incluye la consideración del trabajo intelectual -el estudio- como totalmente prescindible. Han querido que todo ello “pasara de moda”, para mayor gloria y facilidad en la reproducción del estatus de su poder.

La política del llamado Gobierno de Progreso en el Estado español ha trabajado con ahínco para extender esa filosofía de la vida; seguramente no saben hacer otra cosa. Los resultados son un retroceso cuantificado en numerosos estudios internacionales del sistema educativo y, por tanto, del nivel de formación de nuestra juventud, o de la degradación de nuestro sistema sanitario, por no hablar del estado de la investigación, que hace unas décadas comenzó a repuntar y ahora está de nuevo hundida. Obviamente el Gobierno de Progreso y las organizaciones que lo apoyan, incluyendo a «Unidos-Sumar», nada tienen que ver con esa dirección político-cultural de la que hablamos; muy por el contrario, son la antítesis de ello, siendo su única finalidad la de alcanzar puestos institucionales que sirvan para que su gente acceda a una vida de privilegios.

Para sacar a Castilla de la profunda crisis estructural en la que la ha sumido el colonialismo interior impulsado por el Estado español y la UE, hace falta movilización y lucha, pero si esta no se acompaña de la construcción de una dirección político-cultural que oriente esas luchas, estas quedarán al fin como un grito en el desierto.

Desde Comuner@s y otros colectivos sociales estamos empeñados en avanzar en esa tarea, nada fácil, pero en la que se van dando pasos firmes.

Izquierda Castellana, 27 de octubre de 2023

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