Mientras el “jardín occidental” se marchita y asilvestra, la “jungla global” se ordena y organiza

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Mientras el “jardín occidental” se marchita y asilvestra, la “jungla global” se ordena y organiza

La guerra de la OTAN contra Rusia en el territorio de Ucrania se ha convertido en una cuestión de primera importancia para la situación y evolución del mundo occidental, y también a nivel global. Ese conflicto ideológico y militar, cada vez más claro en lo relativo a sus orígenes y naturaleza (parece ya evidente que el actual régimen ucraniano representa al neofascismo y a la corrupción generalizada), era la herramienta clave para intentar liquidar a Rusia, con todo lo que ello significa.

A medida que pasa el tiempo y se va teniendo más información veraz sobre lo que ocurre, se evidencia que Ucrania era la herramienta para liquidar al proyecto nacional ruso, soberano en todos los planos, incluido el ideológico-cultural, algo hacia lo que es enormemente beligerante el imperialismo actual a ambos lados del Atlántico.

La guerra está suponiendo la destrucción de Ucrania como Estado viable. Cientos de miles de fallecidos, millones de exiliados -unos 5 millones, la mayor parte, hacia Rusia-, refuerzo del autoritarismo y de la economía criminal: narcotráfico, tráfico de órganos y personas, sobre todo mujeres y niños para la prostitución internacional, etc.

Resultado porcentual de las elecciones en Eslovaquia

La OTAN va perdiendo la guerra, y no solo en el plano militar, también en el económico, el político y el sociocultural. Sectores cada vez más amplios de países que pertenecen a la alianza militar atlantista se posicionan contra esta guerra. El resultado de las elecciones del sábado 30 de septiembre en Eslovaquia es un claro indicador de esta cuestión. Es muy probable que el partido Smer, el vencedor en las elecciones, opuesto a seguir financiando el conflicto, sea el encargado de formar el próximo gobierno.

En Polonia, por diferentes razones, también crece el hartazgo, especialmente por la importación de recursos ucranios sin tener que pagar arancel alguno; algo parecido sucede en Rumanía y Bulgaria.

Mientras, en los EEUU la ampliación temporal a última hora del presupuesto federal ha excluido cualquier inversión en la guerra de Ucrania. Ciertamente hay movimientos contrarios a esta tendencia, auspiciados especialmente por el capitalismo anglosajón (Reino Unido, EEUU, Canadá, Australia…). Por ejemplo, la reunión-espectáculo en la que participaron 38 empresas internacionales de fabricación de armas con el objetivo de que Ucrania se convierta en “el arsenal del mundo libre”, es decir, en convertir al país en el centro de la industria de la guerra. No lo tienen fácil, pero las intenciones son claras.

En el Estado español y en el conjunto de Europa, el mayor problema al que se enfrenta nuestra gente es el de la continuidad de esta guerra. Sin embargo, ni el PSOE ni el PP, ni tampoco las fuerzas soberanistas -ni las de derechas ni las que teóricamente son de izquierdas-, han hecho referencia alguna sobre el tema en la pasada campaña electoral, ni tampoco en el debate de la fallida investidura de Feijóo. El Régimen del 78 en su globalidad apuesta con pleno entusiasmo por la continuidad de la guerra de la OTAN contra el pueblo ruso. Por supuesto, asimilan todos los discursos del imperialismo, en los que además de la guerra va incluida la filosofía queer, el irracionalismo y el anticientifismo como metodología de pensamiento.

El imperialismo considera que Pedro Sánchez es el mejor instrumento en el Estado español para defender e intentar garantizar la continuidad de sus políticas. Desde luego, este ha conseguido ciertos resultados en tal dirección, como la de neutralizar a las izquierdas soberanistas que hasta hace bien poco eran fuerzas favorables a la ruptura con el Régimen monárquico neofranquista del 78. Pero la realidad es terca y acaba por imponerse. Pocos pensaban que las ideaciones de la OTAN y de la UE sobre lo que le iba a suceder a Rusia no fueran más que ensoñaciones; todas las crisis auguradas a Rusia en el plano económico, político y militar se están sufriendo significativamente en el mundo occidental.

Para los comuneros del siglo XXI detener la guerra en Ucrania es una prioridad absoluta, no solo desde un punto de vista humanitario, sino porque su continuidad y avance nos lleva irremediablemente hacia la III Guerra Mundial. Esconder la cabeza no es solo una cobardía inútil, sino que es situarse objetivamente con el imperialismo y el guerrerismo.

Albares y Borrell en Kiev, Agencia EFE

No hace mucho tiempo que Pedro Sánchez equiparó a los protofascistas ucranianos con la resistencia frente al fascismo de la II República. Dijimos que aquello era un insulto a la memoria del antifascismo en el Estado español. No ha vuelto a repetir aquella maldad, con la que expresaba su total ignorancia sobre lo que fue la defensa de la II República. ¿Y ese señor es el encargado de conservar la memoria histórica democrática?

Los datos económicos y sociales en el Estado español son preocupantes, y más al ponerse en el contexto del capitalismo occidental. Estamos entre los países de la UE que han sufrido un mayor decrecimiento del poder adquisitivo real, el 7,3% en 2022, mientras que en Francia, por poner un ejemplo, habría sido del 2%. La tasa de mortalidad sigue en cifras muy superiores a las prepandémicas, así como el descenso de la esperanza de vida. Alemania recortará en todas las áreas de los presupuestos de 2024, excepto en las partidas de guerra. Los Presupuestos del Estado español aún no se han empezado a conocer, pero las cosas seguirán por desgracia ese camino. El BCE ya advierte de que los países más endeudados, entre los que se encuentra el Estado español, necesitarán ajustes para mantener la inversión pública en los próximos presupuestos. El Banco de España calcula que 1,6 millones de hogares no podrán hacer frente a sus gastos esenciales. Se podrían seguir añadiendo otros datos en relación con la precarización social de la clase trabajadora, pero nos parecen suficientes.

No es una frase hecha, solo hay un camino para salir de esta situación: la organización y la lucha popular. La coyuntura internacional y la estatal, aunque a primera vista no lo parezca, es la mejor que hemos tenido para el avance de los proyectos populares en las últimas décadas.

Izquierda Castellana, 3 de octubre de 2023

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