PEDRO SÁNCHEZ, UN ZELENSKY A LA ESPAÑOLA

Spanish Prime Minister Pedro Sanchez (L) and Morocco's Prime Minister Aziz Akhannouch (R) shake hands
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Si a lo largo de estos años de gobierno Pedro Sánchez ha demostrado de forma palmaria su absoluta falta de decencia y su incapacidad para articular un mínimo proyecto político para el Estado español, salvo el de la sumisión plena a los intereses del imperialismo yanqui, en este tiempo transcurrido desde las elecciones generales del 23J sólo se han exacerbado esas nefastas cualidades.

Lo que el resultado electoral del 23 de julio pone de manifiesto con rotundidad, aunque no lo diga ningún “medio” ni “comunicador” del «aparato» (es decir, de todos los que tienen acceso de forma cuantitativamente importante a la opinión pública), es el desgaste del Régimen de la segunda restauración borbónica.

La abstención, apoyada por casi diez millones y medio de personas, a la que hay que sumar otro medio millón de votos nulos o en blanco, supone más de un 30% del censo electoral (no del voto emitido, que es sobre el que se calcula el porcentaje a los partidos políticos), lo que la convierte con mucha diferencia en la opción preferente de la sociedad.

No es de extrañar que todos los partidos del Régimen, especialmente los que apoyan la continuidad de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, hablen con auténtico pánico de la posibilidad de que se tengan que repetir las elecciones generales. Si en la pasada campaña y a pesar de la brutal presión en contra de la abstención, que con frecuencia llegó a un auténtico chantaje emocional, ésta fue la opción más apoyada, ¿qué pasaría en una repetición electoral en la que “los argumentos” utilizados en julio no tendrían eficacia alguna? Entendemos la preocupación del conjunto de la mafia política sobre esa eventualidad.

Las elecciones del 23 de julio las ha ganado el PP con una diferencia de 16 escaños sobre el segundo más votado, el PSOE: 137 a 121. En unas circunstancias ordinarias nadie pondría en duda que el PP es el ganador de las elecciones y por tanto el que debería ser el que en primer lugar intentara formar gobierno, y en caso de no conseguirlo, Sánchez tendría su oportunidad. Pero los medios, y no sólo los del grupo Prisa, que por supuesto están en la cabeza, cuestionan la propia tradición del régimen del 78 y de los sistemas parlamentarios de nuestro entorno, aunque empieza a haber algunos cambios en esta posición. Los “medios” de la derecha del Régimen también están instalados en esa maniobra: “Feijoo no tiene posibilidad de formar gobierno”, y por tanto hay que negarle esa oportunidad aunque ello suponga cargarse las más elementales normas de su Régimen.

Y la pregunta es: ¿por qué está pasando esto? Ahí es donde aparece el sentido de la comparación con Zelensky: Pedro Sánchez es sin duda alguna el candidato de la OTAN y del imperialismo a la presidencia del Gobierno español. A lo largo de estos años ha dado muestras inequívocas de asumir tal papel hasta la subordinación más humillante. Probablemente Feijóo también esté dispuesto a asumir el mismo estatus, pero lo de Sánchez ya lo tienen comprobado más que fehacientemente. ¿Para qué arriesgarse a sorpresas?

Se podría hacer una larga reflexión sobre la plena servidumbre de Sánchez a los intereses del Imperio, aún cuando estos afectan negativa y muy directamente a los intereses del Estado español y al conjunto de pueblos bajo su jurisdicción, pero vamos a seleccionar dos ejemplos que, además de ser muy significativos, son concluyentes. Nos referimos a la relación con Marruecos/Sáhara y a la posición ante la guerra de la OTAN contra Rusia que se está desarrollando en Ucrania.

Antes de ir al detalle de los temas citados, queremos incorporar un par de reflexiones. En esta coyuntura histórica los cambios se están dando de forma cada vez más acelerada y profunda; lo que está ocurriendo en África, especialmente en el Sahel, es una expresión de lo que acabamos de decir. En enero de 2019 Guaidó se autoproclamó “presidente legítimo de Venezuela”; por supuesto, Pedro Sánchez, siguiendo las instrucciones imperiales, reconoció automáticamente tal autonombramiento. Hoy, poco más de cuatro años después, ya nadie se acuerda de aquella farsa orquestada por toda la prensa internacional -y española- al servicio del Imperio. El impulso principal de aquella operación, como la que está ocurriendo con Marruecos, fue el del ex presidente Trump, tan denostado por algunos medios como obedecido en lo fundamental por sus “siervos”. En septiembre de 2020 se firma el Acuerdo de Abraham, uno de cuyos objetivos es forzar al pueblo palestino a firmar una paz absolutamente desfavorable con Israel, que permitiera a éste anexionarse amplias zonas de Cisjordania, además de organizar la confrontación estratégica con Irán. Marruecos es la punta de lanza de esa estrategia de EEUU en el norte de África y, por extensión, en el sur de Europa. A través de ese tratado se trata de conseguir que los países árabes reconozcan al Estado de Israel con todo lo que eso lleva consigo, pero, a cambio de jugar ese papel protagónico, Marruecos exige -y lo consigue- que haya un reconocimiento de la pertenencia del Sáhara a su Estado y que se apoye su alternativa para dar una “solución política” a la cuestión saharaui, es decir, la imposición de una autonomía regional dentro de Marruecos y la renuncia al derecho de autodeterminación, tal como declaró la propia ONU y reconoce el Derecho internacional.

A Pedro Sánchez le faltó tiempo para asumir tal posición, traicionando una vez más al pueblo saharaui y ciscándose las obligaciones que el Estado español tiene como antigua potencia colonial. Pero no solo eso: Sánchez y sus secuaces, que nos vendieron esa felonía como un gran acuerdo internacional, pretenden obviar que Marruecos no solo no se encuentra satisfecho con esas concesiones, sino que exige la devolución de Ceuta y Melilla; y, lo que tiene una tremenda gravedad, que mediante una ampliación de las aguas territoriales del Sáhara, ya bajo jurisdicción marroquí, se dejaría al archipiélago canario en una situación de extrema fragilidad.

El pueblo saharaui a través del Frente Polisario ha retomado la actividad armada como herramienta necesaria en estos momentos para defender sus derechos. Argelia, que siempre ha estado al lado del Sáhara, está reactivando su política internacional orientada a reforzar su soberanía; entre otras cuestiones ha solicitado su entrada al BRICS, que muy probablemente sea atendida en su próxima asamblea de finales de agosto, a celebrar en Sudáfrica. Ellos tienen dignidad.

La segunda cuestión es la implicación en la guerra de la OTAN contra Rusia que se desarrolla en Ucrania y que, por toda la información mínimamente objetiva que va llegando, se ha convertido en una auténtica carnicería para la juventud ucraniana. Sólo en el mes de julio ha habido más de 20.000 víctimas entre las tropas ucranias. A pesar de toda la manipulación mediática es evidente que el Régimen corrupto de Ucrania no puede ganar esa guerra, pero Sánchez nos ha metido en ella sin que tan siquiera mediara un debate parlamentario y mucho menos una consulta a la población.

Para llevar adelante todas estas atrocidades, necesitan tener a la población embrutecida y entretenida en cuestiones totalmente periféricas y dejar al margen de la información y del debate las cuestiones esenciales que nos afectan. No es de extrañar que la hipótesis de repetición de elecciones les ponga en pánico, mientras una continuidad de un gobierno presidido por Pedro Sánchez no les debería provocar menor ansiedad

 

 

 

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