Japón abre la Caja de Pandora con su plan de vertido de aguas radioactivas

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A medida que el gobierno japonés se acerca a abrir una caja de Pandora vertiendo aguas residuales contaminadas con energía nuclear en el mar, aumentan las preocupaciones sobre los riesgos potenciales para el medio ambiente marino, los alimentos y la salud humana. Japón debe abordar seriamente las preocupaciones comunes de la comunidad internacional y realizar consultas adecuadas con las partes interesadas. De lo contrario, atraerá una oposición más fuerte, lo que desencadenará una reacción en cadena negativa que no será un buen augurio para Japón. 

En la última respuesta al peligroso plan de Japón, la Región Administrativa Especial de Hong Kong ha reforzado las inspecciones de las importaciones de vegetales de Japón, ampliando el alcance de los controles más estrictos más allá de los mariscos, informó el miércoles la agencia de noticias Jiji.

Mientras tanto, las importaciones de alimentos y bebidas de Japón, incluidos los dulces y el alcohol, se enfrentan a retrasos en el despacho de aduanas de algunas autoridades de China continental, lo que genera preocupación entre los exportadores japoneses, según los medios de comunicación japoneses. La parte continental de China ha anunciado una prohibición a las importaciones de alimentos de Fukushima y un escrutinio más estricto de los envíos de productos del mar de otras partes de Japón. 

Tales movimientos pueden ser solo el comienzo de las graves consecuencias económicas que Japón tendrá que soportar por su plan egoísta de verter aguas residuales contaminadas con energía nuclear en el mar. Si el gobierno japonés no puede abordar adecuadamente las preocupaciones legítimas de la comunidad internacional y las partes interesadas, y sigue insistiendo en el vertido de aguas residuales contaminadas con energía nuclear, será inevitable un cambio drástico en la cadena regional de suministro de alimentos. 

Los productos alimenticios japoneses, que antes se consideraban saludables, deberán llevar la etiqueta de contaminación nuclear, ante la mirada desconfiada de los consumidores de todo el mundo. Además, para un país que depende en gran medida de los recursos marinos, no es difícil imaginar qué tipo de impacto tendrá la descarga de aguas residuales radiactivas en un período de 30 años sobre los recursos pesqueros del país, los medios de subsistencia de los pescadores e incluso a la industria turística. Nadie sabe exactamente qué sucederá con el medio ambiente mundial, los alimentos y la salud humana. 

Durante mucho tiempo, ha habido oposición y preguntas sobre el plan de Japón de todo el mundo, incluidos China, la ASEAN, los países de las islas del Pacífico y otros, que probablemente serán las víctimas directas que estarán rodeadas de aguas contaminadas con nucleares debido a la proximidad de su ubicación geográfica. 

En vista de las consecuencias graves e impredecibles, se supone que Japón debe realizar consultas estrechas con las partes interesadas para negociar una solución para manejar el agua contaminada con energía nuclear de manera científica, segura y transparente. Pero desafortunadamente, solo ha invertido mucho en relaciones públicas, al parecer haciendo acuerdos políticos con los EE. UU., algunos países europeos y organizaciones internacionales, a cambio de su apoyo al plan de vertido. 

En todo caso, el intento de Japón de cargar a la comunidad internacional con riesgos graves e impredecibles pone al descubierto su egoísmo y arrogancia. Según la investigación, los materiales radiactivos en el agua contaminada, que son altamente tóxicos para la vida marina y el medio ambiente, se extenderán a la mayor parte del Océano Pacífico dentro de los 57 días posteriores a su descarga y continuarán viajando en aguas de todo el mundo durante el próxima década. 

Las posibles consecuencias podrían incluir, entre otras, un impacto grave en el crecimiento y la reproducción de la vida marina, la extinción de especies y daños a la salud humana a lo largo de la cadena alimentaria. La descarga de aguas residuales contaminadas con energía nuclear en el mar no es un asunto privado para Japón, sino un asunto de interés común para la comunidad internacional. 

Japón puede ignorar su propia seguridad alimentaria y la salud de su gente debido a su falta de voluntad para gastar dinero en el tratamiento seguro de las aguas residuales contaminadas, pero no puede obligar a otros países a tolerar una elección tan egoísta. ¿Cómo pueden otros países confiar en el gobierno japonés si ni siquiera puede convencer al pueblo japonés?

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