
El negocio de la política en España y la miseria de la filosofía en el mundo occidental
Estamos asistiendo a un proceso paradójico, pero muy real, caracterizado porque el Sistema capitalista en Europa, especialmente la UE como su máxima expresión, está atravesando la crisis más profunda y extensa de su historia, pese a que pretenden dar una imagen, y en cierta medida lo consiguen, de aparente unidad y cohesión.
La UE está en descomposición. El eje franco-alemán, que fue pilar sustancial de ella, prácticamente ya no existe. Alemania se ha doblegado, por cierto en contra de sus intereses objetivos, a las estrategias del sector del imperialismo capitalista-globalista, gobernado por Biden y su equipo. Alemania ha perdido, al menos circunstancialmente, casi toda su autonomía política en el escenario global, a pesar de seguir siendo la principal economía europea y la cuarta del mundo. En tiempos de guerra, si no tienes un potente aparato militar, no cuentas, o cuentas muy poco. El Partido Los Verdes, que en sus inicios generó unas ciertas esperanzas entre algunos sectores de la población por su defensa ecologista y del medio ambiente, se ha convertido en el más guerrerista del Gobierno de coalición germano. Mientras, Francia amaga una política de mayor autonomía dentro de la UE con respecto a los EEUU, pero los intentos de llevar adelante las políticas sociales que su propio capitalismo exige están generando una fortísima respuesta social, tal como ha ocurrido con el proyecto de reforma de las pensiones, proceso inconcluso que además constituye un aviso contundente de cómo evolucionarán las cosas si hay intentos de llevar adelante nuevas reformas antisociales.
Hay una tremenda preocupación entre los bloques dominantes a nivel europeo, y a nivel de cada Estado, por mantener lo que ellos llaman “paz social”. Necesitan que la gente no se movilice más allá de cosas puntuales, e incluso así, que sea lo menos posible. Para conseguir este objetivo, en el Estado español están dispuestos a hacer todo lo necesario: especial relevancia tiene en estas fechas las promesas electorales, a sabiendas de que no se cumplirá ninguna, y la inversión, al menos nominalmente, de todo el dinero que haga falta, aunque después la mayor parte se quede en simples enunciados o se pierda en las cada vez más burocratizadas y corruptas estructuras institucionales.
Tienen auténtico pavor al movimiento popular organizado, muy especialmente en el Estado español, precisamente porque son conscientes de la debilidad derivada de la falta de legitimidad del Régimen del 78, el Régimen de la Monarquía borbónica. Es por ello que están dispuestos a soportar ”Gobiernos de Progreso” como el actual, cuya finalidad principal es la de anestesiar a la clase trabajadora e intentar impedir el desarrollo del movimiento popular. Desgraciadamente, hay que constatar que en algunos pueblos del Estado, que en su momento generaron potentes movimientos de ruptura con el Régimen monárquico español, se atraviesa hoy por un fuerte deterioro ideológico-político. Desde el movimiento comunero apoyamos entonces esos procesos de lucha de forma plena, asumiendo los riesgos y costes en diversos ámbitos que de ese apoyo se derivaron. Por eso consideramos que en la actualidad tenemos toda la legitimidad para hacer aquellas críticas que nos parezcan pertinentes.
El movimiento comunero en Castilla no sólo no ha sido domesticado, sino que progresa en su avance teórico y práctico. Han intentado neutralizarlo por varias vías, desde la ilegalización de IzCa, pasando por juicios a diferentes compañer@s (de Yesca y de IzCa) con peticiones de varios años de cárcel, y por supuesto mediante una continuada y sistemática línea de criminalización de nuestra actividad. Hemos librado victoriosamente cada batalla, pero esto no ha hecho más que empezar.
Durante la pandemia de Covid-19 pudimos ver en acción todas las argucias y recursos del Régimen para embrutecer a la gente e impedir cualquier atisbo de respuesta social crítica; desde la aplicación indiscriminada y masiva de la Ley Mordaza (esa que iban a derogar), dando impunidad total a las fuerzas represivas, hasta la prohibición de todas las movilizaciones convocadas en Madrid por parte de las organizaciones populares, sin que ocurriera lo mismo con las manifestaciones fascistas, estas sí autorizadas; pasando por una actividad planificada y sistemática en medios y redes sociales, llevada adelante por los sicarios del “Gobierno de Progreso” en contra de cualquier movilización y reflexión crítica con lo que estaba ocurriendo. Es bueno recordar también el sabotaje contra las movilizaciones de tremendo potencial durante la huelga del metal en Cádiz en 2021, sabotaje encabezado por la actual líder de Sumar -Yolanda Díaz- en colaboración con CCOO y UGT.
La «paz social», como ocurría durante el franquismo, es el bien más preciado para el poder. Pero las políticas que van implementando son tan graves que no van a tener nada fácil mantenerla. Cada vez más gente toma conciencia de que sólo mediante la organización y la lucha se pueden defender de las imposiciones, los recortes, la precariedad y la carestía.
Ya hace semanas que hemos entrado en periodo electoral (se podría decir que en este país nunca salimos de él) y el negocio de la política está en toda su efervescencia. Conseguir puestos en las instituciones mediante las elecciones o mediante designación como cargos de confianza por parte de aquell@s que han sido elegid@s es la máxima aspiración de una fracción social cada vez más amplia, que normalmente no tiene oficio o formación conocida que le permita alcanzar el estándar de vida que le da el tomar propiedad de un puesto político en las instituciones, de ahí los codazos para entrar en ellas. En eso se ha convertido en lo esencial el Régimen del 78.
La miseria de la filosofía en el mundo occidental
Seguramente, porque así es realmente, tendremos la percepción de que todo lo relacionado con la oposición a la política imperialista en el Estado español y a nivel global es costoso de implementar. Hasta hace unos pocos años, el principal problema para llevar adelante una iniciativa de movilización popular era su plausibilidad, es decir, el acierto objetivo sobre el problema seleccionado y el formato utilizado para implementarlo. Actualmente, a esa dificultad se han sumado otras de gran importancia, que tienen que ver con el impulso al pensamiento emocional e irracional, así como al refuerzo del autoritarismo en todos sus frentes.
Todo el proceso llevado adelante por el Sistema a nivel del Estado español, y en general en Europa, aprovechando la coyuntura de la pandemia, fue utilizado para reducir al máximo el pensamiento racional y poner en primer plano una combinación de “pensamiento emocional” y “autoritarismo”. Esa combinación, que es propia de las políticas protofascistas, se puso en marcha especialmente a partir de los primeros meses de 2020 y siguió durante todo el curso de la pandemia, que se expresó, entre otros, a través de la intensa intervención de las fuerzas represivas y los Estados de Alarma, tal como hemos dicho anteriormente (por cierto, y aunque tuvo muy poca repercusión mediática, estos Estados de Alarma fueron declarados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional).
Ese «estado mental» que han introducido en la sociedad les tiene gran utilidad para diversas cuestiones. Entre otras, ese impulso les ha servido para aprobar e implementar la ley trans. La mezcla de pensamiento emocional y de métodos autoritarios intenta reducir -y circunstancialmente lo consigue- el espacio del pensamiento racional. Ello condiciona mayores dificultades para que las líneas de trabajo basadas en el pensamiento científico puedan implementarse. En estas circunstancias, es fundamental la lucha filosófica e ideológica, pese a que tiene muchos más obstáculos que la lucha estrictamente política. En esa situación nos encontramos ahora, y esa es la clave de las dificultades relativas que hemos tenido y aún seguimos teniendo en relación con las iniciativas frente al militarismo y la guerra. Mucho más fácil de comprender ha sido, sin embargo, toda la línea de denuncia de lo aberrante del pensamiento queer, pensamiento irracional y protofascista donde los haya.
Desde la Coordinadora 25-S se está impulsando un manifiesto a favor de una negociación que genere un proceso para la finalización de la actividad militar en Ucrania, inspirado en buena medida en la propuesta del Presidente brasileño Lula da Silva. Pudiera parecer que una cuestión tan elemental no iba a tener dificultad alguna para dar buenos resultados, pero aunque se está avanzando, se hace con más lentitud de lo que se podría esperar.
Respecto a la guerra, ya no estamos en el peor momento de esa ofensiva ideológico-filosófica, y de hecho hay elementos que son indicadores de que las cosas cambian lenta pero progresivamente. Algunos artículos de opinión en periódicos guerreristas no tienen más remedio que recoger parcialmente alguna de las iniciativas a favor de la conclusión de la guerra, aunque por la publicación de cada uno de ellos aparece media docena en sentido contrario.
El trabajo que tenemos por delante es complejo y con muchas dificultades. Necesita de una estricta preparación teórica y militante. En los últimos meses hemos visto los frutos de esta línea de acción, pero estamos muy lejos de lo que nuestro pueblo necesita.