
La imagen que están dando los líderes del mundo capitalista occidental es la de un desquicio progresivo, asociado a un caminar “a salto de mata”, en el cuál una improvisación mayor suple a la anterior, tras el fracaso en su implementación. Solo hay una línea estratégica que no varía, a pesar de los indicios cada vez mayores de su condena a la derrota: el avance, paso a paso, hacia la guerra globalizada.
La dirección del capitalismo global ve ese camino como el único que les puede sacar de su crisis estructural, cada vez más profunda. A pesar de que son conscientes del sufrimiento que esa vía trae consigo para los pueblos, ello no les lleva a reconsiderar la línea estratégica que van implementando. La perspectiva de que en el desarrollo de esa guerra global se pueda llegar a utilizar armamento nuclear tampoco les hace reconsiderarla. El mundo tiene cerca de 8.000 millones de habitantes, y si en una nueva guerra global con uso de armamento nuclear perecen varios cientos de millones de personas, aún quedarán muchos miles de millones más; esa es su consideración sobre el asunto.
Hay que recordar que los EEUU ya utilizaron armamento nuclear durante la última fase de la Segunda Guerra Mundial, en la que las ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas con sendas bombas nucleares, con unos 250.000 muertos y un número indeterminado de afectados por la radiación.
La tercera guerra global muy probablemente será la última del capitalismo, pero no porque la humanidad perezca, sino por la defunción del propio imperialismo capitalista. Ese ha de ser un objetivo principal de los movimientos revolucionarios. Hemos de intentar parar la guerra con todas nuestras energías, pero si ello no fuera posible, el objetivo ha de ser transformar la guerra imperialista en revolución popular, de tal manera que el sustrato que las viene generando en los últimos cien años desaparezca de la faz de la Tierra.
Los tiempos son convulsos, de gran incertidumbre. Pero estas incertidumbres afectan sobre todo al capitalismo imperialista, que cada día se lleva una sorpresa no deseada. Una de las últimas que le ha roto los esquemas es la decisión tomada por la OPEP, de acuerdo con Rusia, de reducir la producción mundial de petróleo en un millón de barriles diarios. Inmediatamente el precio del barril empezó a subir en los mercados internacionales, afectando a la línea de lucha contra la inflación de las grandes potencias capitalistas, que ya se había visto afectada por los efectos secundarios no deseados derivados de la subida de los tipos de interés y a la reducción de la masa monetaria, que situaron al Sistema al borde de una recesión más allá de lo soportable. No resulta fácil soplar y sorber al mismo tiempo.
Parece manifiesto que la guerra que la OTAN lleva adelante contra Rusia en Ucrania la van perdiendo, pero se niegan a aceptarlo y a iniciar un proceso de diálogo que permita al menos alcanzar una tregua, tal como plantea China. Los EEUU y el club hegemónico angloamericano en el seno del imperialismo ya han dicho que la propuesta china es inaceptable.
Las propuestas chinas han servido para que un problema tan enquistado como el de la tensión entre Arabia Saudí e Irán empiece a solucionarse. De momento, ya hay un acuerdo para reiniciar las relaciones diplomáticas entre ambos países, y se están dando los primeros pasos para detener la guerra en Yemen. En contraste con la posición de China, los EEUU tensan cada día más la situación en Taiwán, a pesar de que su posición formal es la de apoyar la política de una sola China, asumida por la OTAN y la mayoría de los Estados del mundo (solo 13 Estados de los 193 con plenos derechos en la ONU reconocen a Taiwán).
EEUU cada día agita más todo el asunto relacionado con Taiwán, impulsando en la práctica una política contraria a la que formalmente asumen; “rostro pálido habla con lengua de víbora”, como decían los pueblos autóctonos de Norteamérica en su resistencia contra los invasores, durante la que habitualmente eran engañados en los acuerdos alcanzados. La historia de los EEUU es una historia en la que las mentiras, el genocidio y las guerras de rapiña son una constante.
En contra de lo que nos cuenta la propaganda capitalista occidental, incluyendo las películas de Hollywood, los yanquis no jugaron un papel esencial en la Segunda Guerra Mundial en el enfrentamiento con el nazi-fascismo en Europa, siendo la URSS la que tuvo un papel principal en ese conflicto, con un altísimo coste humano (25-30 millones fallecieron a causa de esta). La guerra antifascista en el Estado español fue la antesala de esa guerra global, pero en un sentido totalmente contrario al que manifiesta Pedro Sánchez: la Ucrania de hoy juega un papel similar al que jugó el bando franquista en España, y nada tiene que ver con la resistencia antifascista del Frente Popular republicano. Hacer el símil que hace Sánchez es una sinvergüencería y una manipulación histórica.
Y si en el escenario europeo fue la Unión Soviética la que jugó el papel principal en la Segunda Guerra Mundial, en el Pacífico la guerra antifascista fue asumida en muy buena medida por China, además de por la propia URSS. El Ejército de Liberación Popular Chino, en colaboración con el Kuomintang, derrotó al imperialismo japonés que había invadido parte de su territorio, incluyendo Manchuria, en donde instalaron un régimen títere imperial encabezado por Pu Yi, el conocido como Último Emperador. La derrota japonesa abrió una guerra civil entre las fuerzas dirigidas por el Partido Comunista Chino y el Kuomintang, en la que las primeras vencieron. El Kuomintang, con su ejército, se refugió en Taiwán, reconociendo que esta provincia era parte inalienable del territorio nacional chino; esta sigue siendo la posición de ese partido, que ha gobernado durante la mayoría de estos 70 años en la isla y que aún gestiona una buena parte de las instituciones de Taiwán y la mayoría de sus ciudades.
No deja de resultar curioso, y necesita una mínima reflexión, el porqué los yanquis respetaron la institución imperial japonesa y la figura personal del emperador Hirohito, quien fuera impulsor clave del militarismo nipón y de la participación de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Hirohito no fue detenido ni acusado de crímenes de guerra, a pesar de su evidente responsabilidad e implicación en ellos. Los EEUU entendían que la permanencia del emperador genocida y del Sistema imperial constituía un factor necesario para estabilizar a Japón como aliado del imperialismo occidental en un momento histórico de grandes convulsiones en la región del Pacífico, y con una fuerte presencia comunista en el propio Japón.
Hoy la situación es francamente complicada para el proyecto de la UE. El debilitamiento es mayor cada día que pasa, y los Estados más importantes que conforman este proyecto adoptan líneas propias en función de sus intereses particulares, que entran en conflicto entre sí. La dependencia creciente de la UE hacia los EEUU, para mayor beneficio de estos, agudiza aún más las contradicciones en el seno de la Unión. El bando proyanqui sin matices, integrado por los Países Bálticos y Polonia, junto con el Reino Unido -ya fuera de la UE-, forma un bloque guerrerista sin disimulos, partidario de acelerar al máximo el proceso de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, no vaya a ser que aparezca alguna oportunidad para gestionar la paz. Francia y Alemania van a su bola, sin abandonar en lo esencial la estrategia marcada por los EEUU. El Gobierno de España, de bufón, como es habitual. El reciente viaje de Pedro Sánchez a Pekín, vendido como un hito histórico, se quedó absolutamente en nada, hasta el punto de que los propios medios de comunicación que lo inflaron dejaron de hablar de ello ante su evidente fracaso, según las expectativas artificialmente creadas.
Las clases populares de diversos estados europeos -Reino Unido, Grecia, Alemania y Francia, entre otros- están movilizándose en exigencia de justas reivindicaciones sociales. En el caso de Francia, formalmente contra el aumento de la edad de jubilación desde los 62 a los 64 años, aunque obviamente detrás de ello hay un movimiento de resistencia global a los recortes en derechos sociales y políticos de las clases trabajadoras francesas, es decir, a permitir un avance aún mayor en la hegemonía de los poderosos en el reparto de la riqueza del país para beneficio de los ricos.
Los medios de comunicación, también las organizaciones sociales y sindicales (y no solamente CCOO y UGT), hacen todo lo posible por mantener un cordón sanitario para que la lucha de las clases populares francesas no se contagie al Estado español. Una expresión de ello fue la incoherente falta de apoyo de una parte del sindicalismo en Madrid a la concentración convocada en solidaridad con el pueblo francés el día 23 de marzo. Temen como a un nublado de granizo el inicio de la movilización social en el Estado español, porque saben muy bien que aquí las luchas sociales acaban desembocando en luchas políticas, dada la tremenda precariedad de la legitimación social del Régimen del 78. Desde la Monarquía borbónica totalmente corrupta, pasando por el Sistema represivo, judicial y policial, heredado en lo esencial del franquismo, a un sistema financiero usurero y protegido plenamente por el poder político y judicial. Siguen, por otro lado, intentando entretener con nuevos espectáculos circenses, de cada vez menor recorrido, y con el mantra de que todo va bien: España es la envidia de Europa, y más allá. Desgraciadamente aún hay demasiada gente, aunque cada vez menos, que se deja engañar por esos delirios. Su último argumento es que peor nos iría con un Gobierno de la derecha formal del Régimen. No estamos de acuerdo: con frecuencia el aparente mal menor resulta ser el mayor de los males. Si el Gobierno de Pedro Sánchez aún cuenta con ciertos apoyos fácticos en el Estado español y en el marco internacional, especialmente en Europa, es por ese papel que juega como anestesista de la conciencia social.
Con fecha del 3 de abril, el Juzgado de Instrucción n.º 1 de Valladolid notificó al CSO La Molinera de Valladolid que en un plazo máximo de 20 días procedería a su desalojo, para lo que pondría en marcha el correspondiente dispositivo policial. Los compañeros/as de la Molinera saben que cuentan con todo nuestro apoyo para que esa operación de sabotaje al movimiento popular y de apoyo al capitalismo especulativo y criminal, orquestada por un juez corrupto, tenga el mayor coste.
Por otro lado, en pocos días se celebrará Villalar 2023. Allí estaremos l@s comuner@s del siglo XXI, expresando la plena actualidad de esa lucha y la necesidad de concluir la tarea que se comenzó en el siglo XVI.
Izquierda Castellana, 10 de abril de 2023