Crónica de la concentración en solidaridad con la clase trabajadora francesa en Madrid

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En torno a 200 personas se concentraron ayer en la plaza madrileña de Callao en solidaridad con la lucha del pueblo trabajador francés, a pesar del amplio despliegue de personal antidisturbios -que identificó a una decena de activistas al inicio del acto- y a pesar de la actitud de la Delegación del Gobierno, que respondió a la comunicación realizada por las y los convocantes con una resolución totalmente imprecisa que planteaba “que no se celebrara la concentración”.

Los colectivos convocantes, en torno a 30, decidieron llevar adelante la concentración, entendiendo que no hacerlo habría significado aceptar de hecho la negación del derecho a las más elementales libertades.

Durante la concentración se realizaron varias intervenciones, mostrando la solidaridad con las manifestaciones y huelgas en Francia, rechazando la represión, relacionando la lucha en defensa de los sistemas públicos de pensiones con los ataques a las libertades, planteando la situación creciente de precariedad en la que vive cada vez más gente en los barrios obreros de Madrid, señalando el incremento de precios, la carestía de la vida, los presupuestos militaristas y la amenaza de guerra global.

Todo el sindicalismo alternativo así como todos los colectivos sociales y organizaciones políticas de izquierda fueron invitadas a apoyar esta concentración en solidaridad con la lucha de la clase obrera francesa. Una buena parte apoyaron la convocatoria y estuvieron presentes en alguna medida, pero otra parte, que teóricamente dice defender la lucha de las clases trabajadoras franceses, ni se adhirieron ni estuvieron presentes. Es posible que el miedo ante la no autorización por parte de la Delegación del gobierno haya paralizado el compromiso exigido, o quizá haya podido haber otras razones complementarias. En cualquier caso, nos parece absolutamente inaceptable. Si la prohibición gubernativa o el sectarismo impiden llevar adelante un ejercicio de solidaridad, apañad@s estamos. Los tiempos en que ya hemos entrado, y que se verán agudizados en los próximos meses, exigen valentía y rechazo del sectarismo.

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