El mal menor es, con frecuencia, la peor de las alternativas

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El mal menor es, con frecuencia, la peor de las alternativas

Es bien conocida la fábula de la rana y el agua hirviendo, que exponemos sintéticamente: un día una rana cayó en una olla con agua hirviendo; la rana de un salto salió del recipiente y salvó su vida. En otra ocasión, otra rana cayó en una olla con agua fría pero que se estaba calentando; mientras el agua se templaba, la rana continuó dentro, y como el proceso de calentamiento era lento, se mantuvo cómodamente allí. Cuando el agua entró en ebullición, ya era demasiado tarde y la rana se coció.

Actualmente en el Estado español vivimos una situación con ciertas similitudes a las de la rana que se dejó cocer. El llamado «Gobierno de Progreso», al que sería mejor denominar Gobierno anestésico, tiene la gran utilidad para el capitalismo español y para el imperialismo de ser un instrumento de cierta eficacia para adormecer las conciencias de la gente y neutralizar al movimiento popular, aunque ciertamente esta “cualidad” se va deteriorando.

El actual Gobierno es probablemente, en su globalidad, el peor de todos los que ha habido a lo largo del Régimen del 78, y no lo tenían fácil. Desde luego es el más mentiroso y seguramente el más irresponsable. No solamente no ha derogado en toda la legislatura aquellas leyes represivas heredadas del Gobierno anterior, tal como habían prometido (caso de la Ley Mordaza), sino que ha reforzado la perspectiva represiva reformando el Código Penal para incluir el delito de «desórdenes públicos agravados», que puede implicar hasta cinco años de cárcel por la ocupación de un espacio público o privado (por ejemplo, de una entidad bancaria) durante actos de solidaridad.

Paralelamente, han puesto en marcha leyes nefastas como la conocida Ley del “Solo sí es sí”, gracias a la cual más de quinientos agresores sexuales han visto reducidas sus condenas y más de 50 han quedado en libertad; o la llamada “Ley trans”, ley al servicio de la irracionalidad y de los lobbies de la industria multinacional farmacéutica, que por otro lado tiene la previsión de sancionar gravemente a aquellas personas o colectivos acusados de transfobia (acusación aplicable a quien no comparta la doctrina que la citada ley sustenta). La inquisición del siglo XXI.

Los servicios públicos sufren un gravísimo nivel de deterioro: educación, sanidad, transportes…, y no solo en la Comunidad de Madrid, sino en el conjunto del Estado. El sistema de pensiones se ve también empujado hacia procesos de deterioro y privatización que exigen el capitalismo español, el capitalismo europeo y las instituciones de la UE.

El endeudamiento público y privado es más que preocupante, pero el Gobierno español, siguiendo las directrices de la OTAN, no solo aumenta de forma irresponsable el gasto militar, sino que envía directamente armas al escenario bélico y tropas a los territorios aledaños para sostener la guerra de la OTAN contra Rusia. Implicarnos en esta guerra es una decisión suicida. Por mucha paciencia que tengan los rusos, insistir en esa actitud nos acabará suponiendo un coste dramático.

Pedro Sánchez interviene en el Parlamento ucraniano, donde toda la oposición ha sido ilegalizada

 

Pero no es únicamente el «Gobierno de Progreso» el que nos ha metido en esta guerra y clama por su profundización. Todo el entramado mediático, financiero e institucional apoya esa posición hasta la náusea. La manipulación mediática, por la vía de la desinformación pertinaz y sistemática, solo tiene comparación con la que impuso el aparato de propaganda nazi para la preparación de la II Guerra Mundial y mientras duró esta. La instrumentalización y el chantaje emocional de la población con «las tristes historias de ucranios/as» es bochornosa. Se olvidan, curiosamente, del sufrimiento de los pueblos palestino, peruano o saharaui (este último traicionado sin ambages por el «Gobierno de Progreso»).

Es importante traer a colación que, según un informe publicado en El País el 24/2/2023, de los 8 millones de refugiados de Ucrania casi tres millones (2.852.395) se fueron a Rusia, una cifra prácticamente similar al conjunto de personas que decidieron ir a Polonia (1.563.386), Alemania (1.055.323), Italia (169.837), España (166.832) y Reino Unido (161.400). ¿Cómo se pueden compatibilizar tales datos con las valoraciones subjetivas de los medios occidentales si no es interpretándolos en el contexto de una brutal manipulación mediática? No parece creíble que la mayoría de los refugiados que se están yendo a Rusia lo hiciesen si la imagen que tuvieran de este país fuera la que los medios de comunicación occidentales transmiten.

Más pronto que tarde la movilización de denuncia de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, simultáneamente con las movilizaciones en defensa de los servicios públicos y contra la precarización de la vida en general, irán en aumento. Al final los lacayos del imperialismo y el neofascismo en el Estado español pagarán por sus crímenes. Perderán la guerra contra Rusia en Ucrania y perderán la guerra de clases en el Estado español.

Además de su inmoralidad y narcisismo, el capitalismo profundiza a pasos acelerados en la plena estupidez. El pensamiento irracional y acientífico es su bandera, y pretende extenderla al conjunto de la sociedad como si de una epidemia se tratara. Desgraciadamente lo han conseguido en alguna medida, pero amplios y cada vez mayores sectores de la población en el Estado español y en el mundo occidental están aumentando su conciencia sobre la necesidad de organizarse y movilizarse, y así lo hacen.

Es también del mayor interés, para comprobar las contradicciones en las que caen con sus mentiras, evaluar el informe publicado en La Vanguardia el 22/02/23, en donde su título («Los europeos quieren la derrota total de Rusia») no es coherente, con rigor, con los datos concretos contenidos en el propio informe. Ante la pregunta de cómo ha de acabar la guerra, un 30% de los encuestados de la UE respondieron que debe acabar cuanto antes, aunque Ucrania ceda territorio a Rusia; mientras, un 38% respondieron que Ucrania necesita recuperar todo su territorio, aunque esto signifique alargar la guerra. Es decir, entre ambas opciones hay una diferencia de 8 puntos, y esto en una encuesta realizada por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un organismo claramente decantado hacia la OTAN; el estudio se realizó con una muestra de 20.000 personas en 10 países europeos (Polonia, Dinamarca, Estonia, Francia, Alemania, Italia, Portugal, Reino Unido, Rumanía y España). Similar encuesta también se realizó en China, Turquía, India y Rusia, en donde los resultados fueron abrumadores a favor de la finalización de la guerra en base a un proceso de negociación. Cualquier analista sabe que en una muestra estadística tan poco significativa (20.000 personas sobre una población de cientos de millones) una diferencia de 8 puntos es irrelevante, pero La Vanguardia, que es juez y parte, le da un valor de contundencia en cuanto a la opinión pública europea en relación con la guerra. Habría que recordar la diferencia entre «opinión pública» y «opinión publicada», algo que los medios occidentales han dejado de tener en cuenta especialmente desde que comenzó la guerra.

El debate sobre la entrada o no de Ucrania en la OTAN o en la UE ha pasado a ser una discusión bizantina: Ucrania no tiene que entrar en la OTAN porque la OTAN ya ha entrado en Ucrania, además colonizándola plenamente. Ucrania ha perdido toda su soberanía y capacidad de decidir, convirtiéndose en una herramienta en manos del imperialismo y el neofascismo occidental cuya única misión es servir militarmente para desgastar a Rusia mientras desarrolla con plena libertad los aspectos más criminales de la economía capitalista. El capitalismo sigue profundizando su crisis, y sus repercusiones son cada vez más significativas en su organización social. Japón, país en franca descomposición, tiene una deuda que en el año 2021 alcanzaba el 262,5% de su PIB; de momento mantienen unos tipos de interés en negativo, -0,1%. Corea del Sur tiene una situación no muy diferente. Si en algún momento no les queda más remedio que subir los tipos de interés, como ha ocurrido en EEUU o en Europa, la ruina pública y privada está asegurada. No es de extrañar el incremento del militarismo en esos dos países. Los Estados de la UE utilizaron 1,7 billones de euros en medidas para paliar los efectos económicos y sociales de la pandemia de Covid-19. ¿Cómo se van a recomponer de esa deuda? La suma de la deuda pública y privada en el mundo era en 2020 equivalente al 257% del PIB mundial. ¿Alguien cree que esto es sostenible en el futuro? Como señalamos en algunos artículos desde hace años, estas son las bases estructurales que impulsan hacia la guerra al imperialismo angloamericano. Estas cifras tienen una clarísima repercusión a todos los niveles: como ejemplo puede atenderse a la situación «tercermundista» de la red ferroviaria en EEUU, tal como se ha puesto de manifiesto en el reciente accidente de Ohio. Solo entre 1990 y 2021 hubo 54.539 accidentes ferroviarios en Estados Unidos por descarrilamiento, una media de 1.704 por año. Otra buena muestra de esta decadencia puede observarse en la infraestructura de recogida de aguas en la ciudad de Nueva York; con un diseño totalmente obsoleto, que unifica las aguas pluviales con las aguas negras domésticas, la Bahía de Nueva York se llena literalmente de heces cada vez que se producen lluvias intensas. Esta imagen de la Bahía de Nueva York llena de mierda flotante es quizás la más útil para ilustrar la situación actual del imperialismo capitalista.

Este fin de semana hay diversas manifestaciones en Madrid contra la guerra y la precarización. La no existencia de una convocatoria unitaria debilita la potencialidad de estas, pero esa circunstancia no tardará mucho en superarse, a pesar de estar en año electoral (cuestión en la que ponen todas sus esperanzas las fuerzas políticas institucionales, incluidas algunas de las que se autodenominan de izquierdas, porque al fin y al cabo viven de las subvenciones del Estado). Nos amenazan además con la posibilidad, cada vez más evidente, de que el próximo sea un Gobierno de la derecha del Régimen, y añaden que, aunque ellos no lo estén haciendo como se esperaba, peor aún será ese Gobierno de la derecha. Aquí es donde enlazamos con el título de este editorial: no queremos ser ranas amodorradas que no perciben cómo el agua se va calentando hasta la ebullición, queremos ser ranas vivas que perciban lo que hay y se defiendan con todos los recursos a su alcance.

Izquierda Castellana, 24 de febrero de 2023

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