Certezas e incertidumbres

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Certezas e incertidumbres

Estamos acabando un año que ha supuesto en la práctica la irrupción de un nuevo escenario en el plano internacional, que muy probablemente tardará varios años en decantarse, pero que en cualquier caso generará un escenario completamente diferente al que teníamos antes del año 2020. Nos referimos en concreto a dicho año porque, aunque algunas de las cosas que están sucediendo ahora tienen raíces muy anteriores en el tiempo, en el 2020 apareció una pandemia (enfermedad infecto-contagiosa de carácter global) que ha sido un elemento clave en la configuración de la actual coyuntura internacional. Obviamente se han producido otras circunstancias de enorme relevancia, pero la pandemia ha tenido -y sigue teniendo- una repercusión de gran trascendencia a nivel global desde el punto de vista económico, mediático y especialmente de la subjetividad de la población de todos los países y, por supuesto, sobre los sistemas sanitarios públicos y privados.

El trato mediático de la pandemia de Covid-19 constituye un claro ejemplo de lo que se conoce como “guerra cognitiva”. Y, en esa guerra, China siempre ha sido el enemigo a batir. A una parte significativa de la población, condicionada por el pensamiento estúpido impuesto por el capitalismo, le pasan desapercibidas las absolutas incoherencias del relato occidental sobre la gestión de la pandemia en China, relato intelectualmente insolvente. En un principio se nos intentó convencer de que la información sobre el virus de la Covid-19 y su expansión epidémica había sido hurtada por las autoridades chinas, basándose en un puñado de elementos anecdóticos. Posteriormente, cuando esta tesis era imposible de mantener, se recurrió al mantra de que China ocultaba el impacto de la epidemia en lo referido a su mortalidad. En esta nueva etapa a la que estamos asistiendo parece que aceptan, seguramente de forma instrumental, que esos datos eran ciertos; eso les permitirá tratar de forma hiperbólica los fallecimientos que haya durante las próximas semanas.

En China y en otros países, especialmente en aquellos que participan de un sistema socialista, se abordó el control de la epidemia de Covid-19 desde una doble perspectiva, tal y como la historia del control de las pandemias nos enseña. Por un lado, mediante la combinación de medidas de salud pública como aislamientos, cuarentenas, etc., y una estrecha observación y seguimiento de los contactos sospechosos de haber adquirido la enfermedad; y por otro lado, con medidas farmacológicas, esto es, mediante el uso más amplio posible de vacunas, dentro de criterios racionales. En estos momentos, el 92% de la población china está vacunada y el 69,8% de los mayores de 60 años han recibido la correspondiente dosis de refuerzo, según recoge El País a fecha de 30 de diciembre de 2022. El Estado español, según otro artículo en ese mismo diario, reconoce que solo la mitad de los mayores de 60 años se han puesto la última dosis de refuerzo. Como quizás han caído en la cuenta de que no hay base documental -aunque esto cada vez les importa menos- para sostener que la población china está insuficientemente vacunada, lo que argumentan es que, aunque haya un amplio sector vacunado, la sociedad china está poco inmunizada, achacando tal cuestión a la presunta baja eficacia de las vacunas chinas. Para hacer tal evaluación con un mínimo rigor habría que contar con un estudio epidemiológico amplísimo, que por supuesto no existe. No se ha hecho ningún estudio específico que permita comparar la eficacia real de las vacunas chinas (Sinovac y Sinopharm) y las occidentales (Moderna y Pfizer). Si nos vamos a un indicador en bruto, que es al único al que podemos recurrir en estos momentos, comprobaremos que la tasa de mortalidad entre las personas vacunadas en Europa y especialmente en el Estado español es muy superior a la tasa de mortalidad por Covid en China.

Dentro de esa ofensiva mediática de la “guerra cognitiva” se lanza la hipótesis de que es posible que con la nueva política china hacia la pandemia de Covid se puede crear un ambiente favorable para la aparición de nuevas y letales variantes del virus, pero no se explican cuáles son las circunstancias que pueden favorecer ese desenlace. Desde un punto de vista del análisis racional, es más lícito concluir que debido a la reiteración de tantas dosis de vacunación de refuerzo, con una cobertura cada vez más insuficiente, como se hace en el Estado español y en Europa, se crean unas circunstancias potencialmente más favorables para la génesis de nuevas variantes más virulentas. Es bien sabido que aquellos agentes infecciosos que sobreviven a procesos para intentar erradicarlos tienden a mejorar sus capacidades de autodefensa. Esto está muy comprobado en cuanto a la aparición de las superbacterias, capaces de resistir exitosamente al efecto de los antibióticos que tradicionalmente acababan con ellas.

En China no se ha producido un cambio conceptual de 180 grados en la política de control de Covid-19, como pretenden hacernos creer, y mucho menos como consecuencia de las manifestaciones virtuales de unos pocos cientos de personas del “movimiento de los folios blancos”. Lo que ha cambiado son las circunstancias para la aplicación de esa línea de acción, entre ellas la presencia hegemónica de la variante ómicron, que tiene una letalidad muy inferior a las variantes anteriores. Estos días hemos visto en diversos medios imágenes de la atención a los pacientes de Covid en China, incluso en las UCIs. Aunque obviamente esa no es la intención de quienes publican tales fotografías y vídeos, se puede observar que en las UCIs hay familiares acompañando a los pacientes; que hay personas ancianas siendo tratadas en ellas; y no aparecen hacinamientos como los que se vieron en el mundo occidental, aunque seguramente no tardarán en aparecer ese tipo de imágenes. No es difícil recordar cómo aquí no se permitía bajo ningún concepto la entrada de familiares a estas unidades para acompañar a los enfermos en sus últimos momentos y el sufrimiento que ello supuso, o cómo los ancianos no tenían acceso a estas unidades de tratamiento intensivo.

¿Cuál es realmente el fondo de este trato mediático absolutamente manipulador? Según los analistas más serios, con la normalización de la vida en China se producirá un efecto espectacular en su economía (que, por cierto, se ha mantenido en unos niveles razonables durante estos años). Ese impulso a la economía llevará con toda seguridad a un aumento de consumo de materias primas, especialmente de las energéticas (gas y petróleo). No es difícil imaginar que esto tendrá un efecto significativo en el encarecimiento a nivel internacional de esas materias y una neutralización de la política occidental en relación a las exportaciones energéticas de Rusia por las últimas medidas del G-7 y la UE.

Ayuso de nuevo se ha salido con la suya. A las pocas horas de que su Consejero de Sanidad solicitara medidas de control para los vuelos que vienen de China al aeropuerto de Madrid, el Gobierno español ha decretado esa medida para todos los aeropuertos internacionales del Estado español. Quizás no son conscientes de que esa medida impactará negativamente sobre el turismo, que es el elemento clave del más que relativo grado de sostenimiento de la economía española.

Vamos a repasar sintéticamente otros aspectos. Las muertes por las diversas violencias estructurales que afectan al Régimen capitalista y monárquico del 78 han empeorado de forma muy significativa en los años 2021 y 2022.

Los accidentes laborales mortales han crecido un 17% hasta octubre (último mes con datos completos), con 688 fallecidos, 100 más que en el periodo enero-octubre de 2021. En cuanto al número de accidentes laborales en general, se elevan también en el mismo periodo en un 11,8%, alcanzando los 528.709 siniestros (463.888 en el centro de trabajo y 64.821 durante el trayecto hasta el mismo).

En cuanto a la violencia machista, las cifras oficiales recogen 46 casos de mujeres asesinadas hasta el 29 de diciembre de 2022, pero hay otros cuatro crímenes por confirmar en las últimas horas, por lo que es posible que esta cifra se eleve a 50. Este mes de diciembre ha sido el mes más trágico desde que existen registros. El portal Feminicidio, por su parte, recoge 99 asesinatos de mujeres, empleando datos más completos. Los huérfanos se cuentan por decenas.

En cuanto a los suicidios, se conocieron recientemente los datos del año 2021, con 4.004 muertes, un 1,6% más que en el año 2020. Del presente año 2022, están disponibles los datos del primer semestre, contabilizándose 2.015 suicidios. Especialmente dramáticos son los suicidios de menores de 15 años, que han aumentado un 57% entre el 2020 y el 2021, y de los jóvenes entre 15 y 39 años (en el primer semestre de 2022, 362 personas se quitaron la vida, mientras que en el primer trimestre del año anterior fueron 317).

Los accidentes de tráfico suponen la cuarta causa de mortalidad externa para ambos sexos. En los seis primeros meses del 2022 han muerto en accidentes de tráfico 761 personas, un 3,3% más que durante el primer semestre del año anterior.

Estos datos, junto a muchos otros que podrían incorporarse, son reflejo de cómo la profundización de la crisis económica y social conduce de forma más o menos directa a un incremento de las muertes, la mayoría perfectamente prevenibles (en cuanto a violencia de género, muertes en el trabajo, etc.). Mientras, el “Gobierno de Progreso” saca pecho por lo que considera avances significativos en estas materias, cuando los datos objetivos hablan de un evidente retroceso y fracaso. Por poner un ejemplo en cuanto a su responsabilidad, a día de hoy 133 agresores sexuales condenados han visto su pena reducida por la aplicación de la Ley Solo Sí es Sí. No parece que tengan la menor intención de rectificar aquellos aspectos de la Ley que lo permiten, por lo que estamos en el legítimo derecho de proclamar que el Gobierno y su Ministerio de Igualdad son cómplices de las rebajas de penas a los agresores sexuales.

Es bien cierto que el actual “Gobierno de Progreso” tiene una cosa a su favor, algo que aquellos que aspiran a convertirse en su recambio difícilmente podrán superar: ha conseguido neutralizar o casi liquidar a los movimientos populares organizados en algunos pueblos del Estado, especialmente en Euskal Herria, donde el movimiento que se desarrolló durante el proceso de Transición fue ejemplar, no solo para el resto de pueblos del Estado, sino a nivel internacional; y en buena medida también lo ha logrado en Cataluña, aunque en este caso pervive un polo rupturista que se mantiene con firmeza a favor de la soberanía y la república.

El enemigo autóctono y el enemigo internacional saben muy bien que la tarea principal para los Estados reaccionarios, tal como es el nuestro, consiste en impedir el crecimiento de movimientos sociales transformadores que tengan capacidad de ofrecer proyectos alternativos para las clases trabajadoras, y en aquellos casos en los que estos proyectos existan, liquidarlos por todas las vías posibles: mediante la vía represiva cuando es necesaria, mediante la compra directa, o bien con una combinación de ambas fórmulas en el tiempo. Como decíamos, hay que reconocerle al “Gobierno de Progreso” que, con el apoyo del capitalismo europeo y yanqui, se ha convertido en un auténtico experto en estas tareas.

Zelensky y Yeltsin en EEUU

Decíamos en el titular de este editorial que estamos en tiempos de incertidumbres, pero también de certezas. Hasta finales del siglo pasado, los tiempos eran de certidumbres en sus términos generales, tanto en un bloque como en el otro, con diversos matices. La caída de la URSS y del llamado socialismo real en Europa -cosa que no ocurrió con el socialismo caribeño, chino o vietnamita- introdujo un conjunto importante de incertidumbres en las poblaciones que habían vivido bajo esos regímenes y también en sus direcciones. Por el contrario, en el mundo imperialista las certidumbres se reforzaron bajo la percepción de que se había alcanzado un mundo unipolar que no cambiaría en muchas generaciones. De alguna manera, aspiraban a establecer un sistema duradero, como el Tercer Reich milenario ansiado por Hitler; pero como en el caso del Tercer Reich, ese milenio se redujo a una única década, y con el cambio de gobernanza en Rusia (con el paso de Yeltsin a Putin) se inició una nueva fase en la que ese Estado comenzó a reclamar con mayor energía su papel político, económico y cultural en el mundo. Esto no estaba previsto por el imperialismo angloamericano, y de ello se derivan una gran parte de las tensiones a las que estamos asistiendo, como la guerra entre la OTAN y Rusia en el escenario de Ucrania. Simultáneamente se da un avance en el plano científico y tecnológico en China, que la convierte de facto en la primera gran potencia mundial, aunque sus maneras y estilo de gestionar ese estatus son muy diferentes a los que acostumbraba y acostumbra el imperialismo occidental.

Estamos al borde de una guerra global, aunque el bando occidental cada día toma consciencia de que con la correlación de fuerzas actual le va a resultar imposible salir victorioso de ese conflicto. Es por ello que utilizan todo tipo de herramientas complementarias, como la mencionada “guerra cognitiva” contra China y Rusia, y se han lanzado a una carrera armamentística para modernizar y reforzar sus arsenales, así como ampliar sus alianzas militares en el mundo. También recurren a impulsar conflictos locales en aquellos países de los que no esperan una actitud de colaboración plena, como son los recientes casos de Irán o Perú.

Periodo, por tanto, de certezas y de incertidumbres. Las incertidumbres son cada vez más y mayores para el imperialismo y el capitalismo. Las certezas son cada vez más y mayores para los movimientos populares consistentes. Desde IzCa no tenemos duda de que ciertamente, pese a la represión y el sufrimiento, lograremos construir una alternativa republicana y popular para Castilla, dispuesta a colaborar con una perspectiva de solidaridad internacionalista con todos los pueblos que se enmarquen en esa línea de lucha antiimperialista y feminista. El movimiento popular castellano siempre ha ejercido, a menudo con un alto coste, la solidaridad internacionalista con otros pueblos. No nos arrepentimos en absoluto de esa trayectoria, que reivindicamos con el máximo orgullo como una de nuestras señas de identidad.

Izquierda Castellana, a 30 de diciembre de 2022

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