Estamos ante el primer aviso. A tiempo estamos de evitar otros

Uno de los paquetes con pólvora recibidos en los últimos días en varias instituciones y embajadas
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El Estado español, siguiendo la tradición franquista de la División Azul, está en guerra con Rusia. Seguramente tiene razón Pedro Sánchez cuando dice que pasará a la historia por haber exhumado a Franco; más allá de formalismos y liturgias, Pedro Sánchez está utilizando en profundidad ciertos elementos culturales propios del Régimen franquista, como el de la rusofobia. Esta tuvo su máxima expresión con la organización de la División Azul por parte del Régimen franquista recién instaurado.

La participación de la guerra contra Rusia, que tiene un escenario principal en la Ucrania fascistizada y puesta al servicio del neoimperialismo, se muestra cada vez más intensa y directa. Además de armas y otros recursos materiales, ahora se está entrenando directamente a tropas ucranianas en territorio español. El pasado 3 de diciembre, el diario El País recogía de forma amplia una información a este respecto (Del Tajo al Dnieper: reclutas ucranios reciben en Toledo un curso acelerado para incorporarse al frente de batalla). Según ese artículo, dicha actividad se está realizando de forma ilegal, o al menos alegal.

Rusia y el Estado español nunca se han enfrentado abiertamente en una guerra. Hubo dos episodios formales de declaración de guerra entre ambos países en los siglos XVIII y XIX, pero no pasaron de ahí. Cabe destacar que en aquella época eran relativamente frecuentes las declaraciones de guerra, aunque estas finalmente no tuvieran lugar (no como ocurre ahora, que las guerras se desarrollan sin que medie ningún tipo de declaración previa al respecto). La única intervención militar significativa -y fue realmente importante- tuvo lugar cuando la URSS apoyó a la República durante la guerra antifascista de 1936-1939. No es de extrañar que toda la derechona aplauda ahora la intervención a favor de la OTAN en contra de Rusia.

Sánchez y Zelensky en Kiev [Agencia EFE]

Actualmente, como corresponde a un peón servil de la OTAN y del imperialismo angloamericano, España participa en la guerra contra Rusia, guerra que se ha venido fraguando durante los últimos 20 años. Sin embargo, en la guerra de Ucrania no está en juego ningún interés objetivo del Estado español. Por supuesto, no hay por parte de la OTAN ningún compromiso de reevaluación internacional del estatus de la colonia británica en Andalucía (Gibraltar) ni ninguna garantía de defensa ante cualquier tipo de provocación o intervención por parte del reino alauita de Marruecos en relación con el Estado español.

El discurso de defensa de los valores de la civilización occidental que arguyen es tan falso como hacer pasar por monedas de oro aquellas que son de vellón. Rusia no cuestiona para nada los valores de la cultura cristiana occidental; por el contrario, los defiende con una singular carga de dogmatismo.

En IzCa no consideramos la invasión militar de Ucrania como una solución adecuada a los problemas derivados de la provocación de la OTAN hacia Rusia, y así lo hemos expresado desde el primer momento en nuestros editoriales. Pero la respuesta de la OTAN a esa intervención, con el pleno apoyo del Estado español, no es que nos parezca inadecuada, es que nos parece absolutamente criminal y conducente hacia la globalización de la guerra, en la que si aún no se han dado más pasos adelante es porque en el bando de la OTAN existen muy serias dudas sobre los resultados finales de tal contienda. Parece ser más bien que consideran que las circunstancias político-militares actuales de esa guerra podrían ser favorables a Rusia y a los países que potencialmente podrían conformar un bloque con ella. Y claro, nadie impulsa una guerra para perderla. En estos momentos están dando un rodeo para agitar el avispero internacional, especialmente en Irán y en los Océanos Índico y Pacífico. Por cierto, en una expresión de que el Régimen iraní tiene cierta sensibilidad ante las demandas de su población, desde luego más que el Régimen monárquico español, parece ser que “la policía de la moral” -bajo cuya custodia murió Mahsa Amini- va a ser finalmente disuelta. Ya nos gustaría que aquellos cuerpos policiales que se han distinguido por su brutalidad en el Estado español durante el franquismo y la Transición, y en lo que llevamos de Régimen monárquico, fueran al menos depurados.

En un artículo publicado en El País, en el que se recoge la información de uno de los episodios de complicidad militar española con Ucrania, con la entrega realizada en la ciudad-puerto de Odessa (desde donde la Ministra de Defensa afirma que se ha enviado “armamento pesado, munición de largo alcance y antitanque”), se da por hecho que esta localidad es parte integrante sin género de dudas de Ucrania. Se informa sobre la visita hecha por la Ministra “al monumento dedicado al español José de Ribas, fundador de la ciudad”. Sería bueno en primer lugar aclarar que José de Ribas no era español (su padre había nacido en Barcelona en el siglo XVIII, y él lo hizo en Nápoles). En ese artículo aparece enlazado otro, en el que se desarrolla la biografía de José de Ribas y su conexión con Rusia. Transcribimos algunas partes de ese artículo publicado en El País el pasado 2 de marzo, fragmentos muy elocuentes:

“La calle principal de Odesa, la tercera ciudad de Ucrania, ahora campo de batalla por la invasión rusa, se llama avenida de José de Ribas (1749-1800), un militar español a quien la zarina Catalina II encargó construir una urbe para albergar el mayor puerto del sur del imperio, Odesa, a orillas del mar Negro. […] ¿Cómo llegó hasta ahí? José de Ribas era hijo del aristócrata barcelonés Miguel de Ribas y Boyons, mariscal del Reino de Nápoles, en esos momentos bajo la égida española. […] Tras participar en la batalla naval de Chesme, donde la flota otomana fue aplastada por los rusos, terminó siendo conocido como Iosif Mikhailóvich Deriba. Gracias a los múltiples idiomas que dominaba ―entre ellos el español, alemán, inglés, francés, italiano y latín―, pronto se convirtió en intérprete de importantes personajes de la corte y del ejército. […] Su amistad con Catalina la Grande y con el poderoso príncipe Potemkin, valido de la zarina, además de su exitosa participación militar, le catapultaron hasta el vicealmirantazgo de la flota imperial que, posteriormente, se convirtió en almirantazgo”

Se desprende de forma muy evidente de la lectura de estos textos que Odesa fue concebida por la emperatriz de Rusia, Catalina la Grande, como el principal puerto del Mar Negro del Imperio ruso. En ningún momento se hace referencia alguna al carácter ucranio de tal ciudad.

Tal como decíamos, la participación en la guerra del imperialismo occidental contra Rusia en Ucrania no tiene objetivo virtuoso alguno. ¿Cuáles son los valores que impulsa actualmente el Régimen ucraniano? Además de la nazificación de las instituciones y de la sociedad ucrania que el Gobierno actual de ese país impulsa sin género de dudas, prácticamente todos los pueblos y ciudades de Ucrania, excluyendo las zonas del Donbass, tienen alguna calle o plaza dedicada al criminal y colaborador del nazismo Stephan Bandera, en la mayor parte de los casos nombradas durante los últimos años. ¿Qué pensaríamos si en el Estado español hubiera un impulso institucional para renombrar plazas y calles con el nombre de General Franco, Queipo de Llano, Millán Astray, José Antonio Primo de Rivera, etc.? En Vox desde luego estarían encantados.

Ucrania tiene los peores datos de Europa en cuanto a salud pública se refiere: tasa de incidencia de enfermedades infecciosas prevenibles, tal como es la tuberculosis, el SIDA, etc.; las menores tasas de vacunación de enfermedades transmisibles, como sarampión, tétanos, difteria, etc.; es el paraíso del negocio de los vientres de alquiler, la trata de blancas, la prostitución de mujeres y niñas… El Gobierno de Zelensky ha perseguido a toda la oposición política en los últimos tiempos, ilegalizando a 13 partidos. Toda la población en edad militar tiene prohibido viajar fuera de sus lugares de residencia habituales. Para cerrar el círculo, han iniciado un proceso tendente a prohibir la Iglesia Ortodoxa, tras una campaña de control de las actividades de esa iglesia por sus teóricas posiciones en contra de la guerra. Nuevamente, en un artículo de El País del 3 de diciembre (Zelensky pide prohibir en Ucrania la Iglesia ortodoxa apadrinada por Rusia) se describe con razonable rigor ese proceso, pero sin criticarse. De ocurrir algo similar en Cuba tendríamos la información abriendo todos los telediarios como ejemplo de persecución religiosa por parte de las autoridades comunistas cubanas.

Viñeta de El Roto

Como se puede comprobar con estos datos y muchos otros que pueden conseguirse con facilidad, el actual Gobierno de Ucrania y una parte significativa de su sociedad no son precisamente merecedoras de que las clases trabajadoras de los pueblos del Estado español se sacrifiquen para que su sistema se mantenga y reproduzca a costa de implicarnos en una guerra que nos obliga a desviar importantes recursos materiales y que nos sitúa en el punto de mira del otro bando.

En los últimos días han aparecido informaciones sobre la recepción de unas cartas incendiarias en las Embajadas de EEUU y de Ucrania, en la Sede de la Presidencia del Gobierno Español, en el Ministerio de Defensa y en la empresa armamentística Instalaza. Parece que finalmente no ha sido más que un episodio de lo que tradicionalmente se llamaba “propaganda armada”, es decir, sin intención de provocar daños físicos y sí buscando la posible repercusión mediática de esas acciones, poniendo sobre aviso del gravísimo problema en que se está entrado. Con las guerras no se juega. Las guerras, las de verdad -no las de los videojuegos-, suponen destrucción, muerte y otras fatalidades. Aquellos gobiernos que se incorporan a ellas de forma irresponsable y sin otro interés objetivo que el de mostrar su servidumbre al amo imperial, tienen que saber que esa actitud criminal tiene antes o después sus inevitables costes. El Gobierno español está convirtiendo de facto a los pueblos del Estado y a sus gentes en objetivos de guerra, y cuanto más nos impliquen en ella, más se desarrollará esa potencialidad.

Exigimos que se deje de apoyar un conflicto que nos hace avanzar hacia una nueva guerra global y que los recursos que a ella se están derivando se inviertan en mejorar los servicios sanitarios, educativos o las pensiones en este país.

Diversas informaciones policiales y de medios próximos a esas fuentes describen la investigación sobre quién o quiénes pueden ser los responsables de esas cartas incendiarias. No es difícil llegar a la conclusión sobre ello: el Gobierno español y sus apoyos son los auténticos responsables intelectuales y morales; los responsables operativos quizás se conozcan algún día.

Izquierda Castellana, 5 de diciembre de 2022

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