
Avanzamos hacia un mundo multipolar que supondrá el final de la hegemonía imperialista. Y nada ni nadie podrá impedirlo
La caída de la URSS y del conjunto de países denominados del socialismo real en Europa -en algunos casos por implosión de aquellos sistemas y en otros manu militari occidental, como el caso yugoslavo, donde la OTAN jugó un papel principal- ayudó a “construir” una visión subjetiva del mundo por el imperialismo angloamericano y sus aliados occidentales, especialmente los de la UE, en la que la evolución social de la humanidad había llegado a su culminación, a su punto omega. La teorización sobre el “fin de la historia” y otras zarandajas se alimenta en ese abrevadero intelectual. El fichaje por parte del imperialismo de Yeltsin en Rusia y la teoría de que China ya no era un país socialista, sino un modelo de capitalismo más o menos planificado de corte oriental, completaba ese análisis increíblemente superficial de la realidad.
Una vez más se pudo constatar la subjetividad del análisis de la “inteligencia colectiva” -muy bien pagada, por cierto- del Sistema capitalista: ninguna voz discordante, todos los productores/as de ideología, propaganda más bien, estaban unánimemente de acuerdo. Los recién llegados a la tarea competían con los más veteranos en la apología del Nuevo Mundo al que el neoliberalismo y la globalización nos conducían. Una nueva Arcadia al alcance de la mano. No había otra opción que destruir aquellos Estados que no se rendían a la “nueva buena”, y ello condicionó un rosario de expediciones de castigo y destrucción que no solo afectaron a los líderes de esas Numancias antiimperialistas (Irak, Siria o Libia), sino que se cebaron especialmente con sus respectivos pueblos. Según los cálculos del imperialismo, aquellos pueblos se lo tenían merecido por sostener liderazgos trasnochados y defensores de sus respectivas soberanías, y por ser perjudiciales para el proyecto expansionista y hegemónico occidental. También lo intentaron y lo siguen haciendo en Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero en esos casos los resultados fueron diferentes.
Nos interesa comentar brevemente el caso de Siria, en donde ya daban al oso por cazado. De pronto intervino Rusia, lo que no tenían previsto, y la evolución de la situación fue muy distinta a la que habían imaginado. Siria no se convirtió finalmente en una nueva Libia o un nuevo Irak, y el Régimen de Al-Assad se mantiene con su Estado sobre la mayoría del territorio sirio. Esta exitosa intervención político-militar rusa en Siria, en contra de la invasión imperialista, es una de las cuestiones que no le perdonan al Gobierno de Putin.
Pero además de esa reaparición exitosa de Rusia en el escenario internacional, hay otra cuestión que les enfurece aún más, porque cuestiona de forma abrupta el análisis que hacen sobre la realidad geoestratégica: se trata del avance de China como una gran potencia socialista con características propias. El imperialismo occidental ya creía que las celebraciones en todos los ámbitos presididas por la bandera roja y la hoz y el martillo habían pasado a los libros de historia, pero no es así. El Estado más exitoso en los últimos 20 años tiene como propia esa simbología, y la exhibe con tremendo orgullo. “¿Será posible?” -se dicen desde la caverna reaccionaria- “Estos rojos son como una plaga. No solo no hemos acabado con ellos, sino que ahí están, con plena potencia”. Las herramientas de criminalización mediática han avanzado en su tarea: el montaje de la salida de Hu Jintao de la sala del XX Congreso del Partido Comunista, ayudado por dos personas ante los evidentes signos de incapacidad física que expresaba, se convirtieron en los medios en una purga de un dirigente del PCCh en vivo y directo, además con escarnio. En definitiva, un reality show a la china, de esos que tanto les gusta emitir como telebasura. Cree el ladrón que todos son de su misma condición.
Curiosamente, mientras se entretienen en organizar esos números mediáticos, son incapaces de informar -opera una censura integral y estratégica en el mundo occidental- de sus propias contradicciones, estas sí muy reales. Por ejemplo, no ha tenido apenas espacio en los grandes medios el hecho de que 30 congresistas del Partido Demócrata exigieran en una carta (que retiraron unas horas después) una salida diplomática a la guerra que libra la OTAN contra Rusia en suelo ucraniano; ni por supuesto tampoco las movilizaciones crecientes que se están desarrollando en diversos países europeos con similar demanda. Parece que les empiezan a temblar las piernas ante la perspectiva de una escalada militar en esa zona de Europa porque aún no se sienten suficientemente preparados para ello, para la que por supuesto aún necesitan un tiempo.
Parece ser que el proyecto digital del Metaverso impulsado por Facebook (Meta) no está dando los resultados sociales ni económicos que esperaban. Es la cruda expresión de los tiempos que vivimos para el capitalismo. Desde luego son complejos y difíciles para el pueblo trabajador, pero estratégicamente lo son aún más para el imperialismo y sus aliados, entre los que se encuentra en primera línea el “Gobierno de Progreso” español. Tenemos una gran ventaja estratégica sobre ellos: la plena superioridad moral e ideológica, también intelectual. Sabemos lo que pasa, y por qué pasa, y eso nos permite manejarnos con solvencia en la realidad.
Los indicadores objetivos de la evolución socioeconómica en el Estado español tienen una tendencia nefasta, aunque desgraciadamente empeorarán en los próximos meses: el aumento de la tasa del paro; la disminución de la capacidad adquisitiva de los salarios y las pensiones mientras las grandes empresas financieras y energéticas multiplican sus beneficios; el deterioro generalizado de los servicios públicos, especialmente la Sanidad -y no solo en Madrid-; el deterioro brutal de las libertades y de la calidad de la información de los medios públicos y privados, cada vez más puestos al servicio de la barbarie y la guerra; y por último, pero no menos importante, la insistencia en la aprobación de la “Ley Queer” (llamarle Ley Trans es un insulto para ese sector social que cuenta con todo nuestro apoyo y respeto). El pensamiento queer está basado “filosóficamente” en el irracionalismo, y por tanto es una puerta de entrada al neofascismo, del que Biden parece reivindicarse como líder global.
Somos una organización al servicio del Pueblo, no al servicio de sus propios miembros o de otros intereses espurios, y esa es una diferencia cualitativa de primer orden. Hoy, la derrota del imperialismo y la construcción de un mundo multipolar basado en la soberanía de los pueblos y el avance hacia el socialismo es plenamente factible. No lo impedirán ni con sus malditas nuevas guerras.
Izquierda Castellana, 28 de octubre de 2022