
A cada cerdo le llega su San Martín
El conocido artículo de Mao Tse Tung “Una sola chispa puede incendiar la pradera” está escrito en una coyuntura de lucha ideológica en el seno del Partido Comunista Chino, que se materializaba en aquel momento entre las diferentes posiciones del Comité Central del Partido por un lado y la dirección del frente militar de este por el otro. Aborda un tema complejo, pero imprescindible en situaciones revolucionarias o prerevolucionarias, como las que estamos viviendo, tal cual es la relación entre la situación objetiva y las situaciones subjetivas. Y en cuanto a estas últimas, no solo en lo referente a las fuerzas del movimiento popular, sino también en cuanto a la subjetividad de las fuerzas de la reacción. Transcribimos algunos extractos del artículo:
Parte de los camaradas de nuestro Partido aún no saben cómo apreciar correctamente la situación actual, ni cuáles son las acciones que esta situación exige de nosotros. Aunque están convencidos de que es inevitable un auge revolucionario, no creen que pueda surgir pronto.
Los camaradas que padecen del mal de la precipitación revolucionaria sobrestiman las fuerzas subjetivas de la revolución y subestiman las fuerzas de la contrarrevolución. Semejante apreciación nace principalmente del subjetivismo, e indudablemente terminará conduciendo al camino del putchismo. Por otra parte, la subestimación de las fuerzas subjetivas de la revolución y la sobreestimación de las fuerzas de la contrarrevolución constituyen también una apreciación inadecuada, que producirá inevitablemente resultados negativos, aunque de otro orden. (…)
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A pesar de que las fuerzas subjetivas de la revolución china san débiles en la actualidad, lo es también toda la organización (el Poder, las fuerzas armadas, los partidos, etc.) de las clases dominantes reaccionarias, organización que se basa en la atrasada y frágil estructura social y económica de China. Así se explica por qué la revolución no puede estallar inmediatamente en los países de Europa occidental, donde, aunque actualmente las fuerzas subjetivas de la revolución son quizá algo más poderosas que en China, las clases dominantes reaccionarias tienen un poderío muchas veces superior al que poseen las clases dominantes reaccionarias de nuestro país. Y aunque en China las fuerzas subjetivas de la revolución son ahora débiles, sin duda la revolución avanza hacia su auge más rápidamente que en Europa occidental, porque aquí las fuerzas de la contrarrevolución son relativamente débiles también. (…)
Al tratar un asunto, debemos examinar su esencia y considerar su apariencia sólo como guía que nos conduce a la entrada, y, una vez que cruzamos el umbral, debemos captar la esencia. Este es el único método de análisis seguro y científico. En forma similar, al evaluar a las fuerzas de la contrarrevolución, de ninguna manera debemos ver sólo su apariencia, sino examinar su esencia. (…)
Comprendiendo todas estas contradicciones, sabremos en qué desesperada situación y en qué caótico estado se encuentra China, y veremos que inevitablemente y muy pronto surgirá el auge de la revolución dirigida contra los imperialistas, los caudillos militares y los terratenientes. Toda China está llena de leña seca, que arderá pronto en una gran llamarada. El proverbio, «Una sola chispa puede incendiar la pradera», es una descripción apropiada de cómo se desarrollará la situación actual. (…) En la situación que va a surgir, ningún otro partido podrá competir con el Partido Comunista en la conquista de las masas.
¿Cómo interpretar la palabra «pronto» en la afirmación de que «surgirá pronto un auge revolucionario»? Muchos camaradas se hacen la misma pregunta. Los marxistas no son adivinos. Deben y pueden señalar sólo el rumbo general del desarrollo futuro y los cambios venideros; no deben ni pueden fijar en forma mecánica el día y la hora. (…)
En este editorial vamos a intentar abordar estos elementos en relación entre la situación objetiva y las situaciones subjetivas en la actual coyuntura en Castilla, y por extensión, y por ser un marco claramente condicionante del devenir histórico en nuestro país, en el conjunto del Estado español.
La Gran Mentira, y las otras mentiras que necesitan ir construyendo para sostener la Gran Mentira
La Gran Mentira, aquella que intenta tapar el pecado original del Régimen del 78, es que el proceso que condujo hasta él fue ejemplar, pacífico y que contó con un amplísimo apoyo social. Su hacedor principal, Juan Carlos I, era un tachado de virtudes. El “Gran Timonel” que nos condujo de la dictadura a la “democracia”, con una diligencia y generosidad que le convirtieron en el héroe de esta. Solo hay que repasar la hemeroteca hasta épocas muy recientes para constatar esta cuestión. Toda la gente medianamente informada sabía ya entonces que Juan Carlos era un golfo empedernido, pero no solo se ocultaba de forma planificada toda información que pudiera dañar esa imagen inmaculada, sino que se reprimía con dureza a las gentes y organizaciones que se atrevían a denunciarlo. El proceso de Transición no cumplió los más elementales criterios democráticos; por no haber, no hubo siquiera un proceso constituyente. No se disolvieron los aparatos represivos del franquismo, simplemente en algunos casos se les cambió de nombre. Por supuesto, la restauración monárquica, tal como había ordenado el franquismo, no se puso en cuestión. ¿De qué se extrañan algunos miembros de los partidos políticos denominados progresistas cuando se producen casos evidentes de abusos policiales? Simplemente están actuando conforme a su naturaleza y origen… Menos hipocresía.
Por aquel entonces se acuñó una frase muy utilizada en los mass-media, que obviamente ya se ha dejado de emplear: “en España no hay monárquicos, pero sí una amplia mayoría de juancarlistas”. Ahora juancarlistas parece que quedan muy pocos, hasta el mismo Miguel Ángel Revilla anunció que Juan Carlos le llamó por teléfono, pero él no se quiso poner… cosas veredes. Nos imaginamos que una amplia mayoría de la sociedad se habrá hecho ahora monárquica gracias al ejemplo tan edificante que los Borbones vienen dando desde que han vuelto al poder.
El Régimen español y sus instrumentos mediáticos están acostumbrados a decir una cosa y la contraria sin complejos, y el respeto por la verdad es una cuestión totalmente accesoria para ellos.
Estamos inmersos en una brutal crisis económica del capitalismo, que por supuesto no tiene su origen en la guerra en Ucrania; esta guerra, y la que están preparando en el Estrecho de Taiwán, son consecuencias directas de la crisis estructural del Sistema capitalista global, y no al revés. Aquí, por supuesto, nos dan sin matices la versión del imperialismo yanqui, porque ya le tienen cogido el tranquillo al hábito de mentirle sistemáticamente a la opinión pública. ¿Y para qué van a cambiar si hasta ahora no les ha ido mal con esa táctica? Otros Estados de la UE (Francia, Alemania, Italia…) matizan sus posiciones e intentan construir, dentro de los márgenes que tienen, un discurso que, sin abandonar las esencias del relato imperial, incorpora algunos aspectos propios de su realidad específica. Aquí ni a eso se atreven.
Nos engañan con el origen de la actual crisis económica, como nos engañan con el origen de una de sus expresiones más graves para las clases trabajadoras: la inflación. La inflación comenzó en febrero de 2021, cuando no había guerra en Ucrania (esta comienza en febrero de 2022, un año después); recordemos que entonces nos decían que iba a ser algo pasajero, que en unos meses se resolvería. Para explicar su origen, nos contaron también la película del aumento de la demanda como causa generadora de la inflación, cuando esta, de tener alguna influencia, sí que sería menor y transitoria. Hay una circunstancia esencial que condiciona la inflación, sí o sí: el incremento brutal de la masa monetaria sin un sustento en la economía real. Es por ello que desde hace unos meses los Bancos Centrales están tomando medidas para reducir la masa monetaria. Pero ello lleva, de forma casi inevitable, a generar un escenario de recesión, tal como ya está ocurriendo. La crisis de nuevo recae sobre las clases trabajadoras de forma exclusiva. El Gobierno, especialmente su sector más progre, se cansa de repetir que en esta ocasión la crisis no recaerá únicamente sobre los/as trabajadores/as, pero esto es pura mentira. Observemos el ejemplo de la electricidad y de la cuestión energética en general. Los portavoces del Gobierno no se cansan de repetir que la energía eléctrica, a pesar de las subidas de precio, es de las más baratas de la UE. El Gobierno y su red mediática confunden -intencionadamente- los precios mayoristas de la electricidad con los precios de la electricidad que pagan las familias. Según un cuadro de precios aportado por Red Eléctrica de España, aquí se registró a lo largo del 2021 el precio más caro de la electricidad para los consumidores domésticos, solo por detrás de Alemania. El incremento de precio durante ese año fue el mayor de la Unión Europea.
En relación con el año 2022, la situación no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado, siendo el Estado español el lugar en que el coste de la factura doméstica de la electricidad es más elevado.
El pasado debate sobre el Real Decreto de Ahorro Energético ha sido una vergüenza, en la cual los partidos de las llamadas izquierdas soberanistas, excepto en el caso del BNG y las CUP, han demostrado la pérdida absoluta de la dignidad y la ética; y lo que quizás es peor desde su perspectiva, la visión política. El Real Decreto de Ahorro Energético es una chapuza absoluta desde el punto de vista conceptual, pero en él sí queda clara la cantidad de dinero que se va a aportar a las eléctricas (1.360 millones) en compensación por las hipotéticas pérdidas en relación con la “excepción ibérica”, a pesar de las ganancias desorbitadas de estas empresas en los últimos tiempos. Difícilmente un Gobierno de la derecha del Régimen podría hacerlo peor.
¿Por qué el Gobierno español apoya la guerra de Ucrania, en la que no se nos pierde absolutamente nada a los pueblos del Estado español, y está evidentemente construida al servicio del imperialismo yanqui?
El Régimen ucraniano, corrupto e infiltrado por nazis, está al servicio de los intereses imperialistas más espurios: especulación de la tierra; industrias sin transparencia, como la de los laboratorios en los que se investiga con agentes infecciosos con finalidades militares, en los que está implicado el hijo de Biden; prostitución y vientres de alquiler; narcotráfico; crimen organizado… todos estos negocios tienen allí un hábitat privilegiado. Ucrania hubiera podido impedir la intervención militar rusa simplemente renunciando a incorporarse a la OTAN y/o declarándose como un Estado neutral, tal como es Austria. Pero prefirieron seguir a pie puntillas las indicaciones de Joe Biden.
El Gobierno español, con Pedro Sánchez a la cabeza como émulo de Zelensky, nos ha metido en esta guerra como si fuera una decisión sin consecuencias. Pero ya las está teniendo, y muy graves en cuestiones económicas y sociales. Si se profundiza en esa línea, tal como se anuncia, con el entrenamiento de tropas ucranianas en territorio español, además del refuerzo de la flota con dos nuevos destructores con presencia permanente en la base yanqui de Rota, las consecuencias acabarán siendo también de naturaleza militar. Pasaremos a ser un objetivo militar por esa implicación directa en actividades guerreristas a favor de una de las partes beligerantes. Solo hay una posición progresista en relación con el Estado español: la declaración de neutralidad total en ese conflicto militar. Los partidos políticos que dicen estar en contra de la guerra pero siguen en un Gobierno que la apoya, adoptan una actitud farisea, peor que la del PSOE desde el punto de vista ético. Si realmente están contra la guerra, que abandonen el Gobierno.
El Gobierno de Progreso traiciona al Sáhara, al Frente Polisario, con quienes tenemos una responsabilidad histórica y jurídica según el derecho internacional, pero se implican en la guerra en Ucrania de manera ilegítima y adoptan posiciones también totalmente favorables al imperialismo en aquellos conflictos, como es el del Sáhara, en los que tenemos una clara responsabilidad.
Tal como decíamos en otro editorial, estamos viviendo una situación prerevolucionaria, que puede moverse en esa dirección si la conciencia, nivel de lucha y organización de las clases populares avanza adecuadamente. El enemigo -el Régimen y su Sistema- lo sabe perfectamente. Es por ello que dedican amplios recursos en todos los frentes para impedir tal proceso. Desde luego, el directamente represivo: la brutal intervención policial en Alcalá de Henares durante la última noche de fiestas en esa localidad, después de una exhibición de todas las habilidades de las Fuerzas Policiales durante el mismo día, es un ejemplo de ello. ¿Alguien se puede creer que para resolver una pelea entre jóvenes los más de 200 policías que estaban desplegados necesitaban realizar cargas, incluyendo disparos de pelotas de goma, durante varias horas? Por supuesto que no. Lo que necesitaban era adquirir experiencia en el control de masas. Ahí está el quid de la cuestión.
El bloque dominante español es muy consciente de sus debilidades; saben que su Régimen es una “democracia de cartón-piedra” sin legitimidad alguna ante las clases populares, y que solo puede sostenerse en base a mantener de forma continuada la Gran Mentira y las mentiras complementarias que construyen según sus necesidades. Saben que eso, con sus altibajos, les ha dado resultados no demasiado costosos, entre otras cosas porque los medios de comunicación, a izquierda y derecha, se emplean a fondo en ello. Únicamente se dedican a promocionar la política partidista para garantizar sus puestos de trabajo, lo que cada vez interesa a menos gente. En las cuestiones esenciales -tal como es el mantenimiento de la monarquía y del Régimen, o el mantenimiento del Estado español en la OTAN y en su política de guerra, totalmente servil a la política del imperialismo yanqui- están plenamente de acuerdo.
Pero las condiciones objetivas son la mejor fuente de información y formación de conciencia para la gente. Ya nos pueden contar en los telediarios que este país es casi un Paraíso, y Pedro Sánchez su arcángel, que ello nada tiene que ver con la realidad que vive la población. En las últimas encuestas demoscópicas hay una coincidencia plena en que, en caso de convocarse ahora elecciones, las ganaría el PP, produciéndose entre los sectores de izquierdas una gran abstención. Esa tendencia sociológica es plenamente comprensible. Nos preocupa, pero en absoluto nos atemoriza, tal expectativa. Desde luego la abstención nos parece una posición totalmente legítima en estos tiempos, y no hay peor cosa que un Gobierno pretendidamente de izquierdas haciendo políticas de derechas.
La preparación que desde el Gobierno y sus medios afines se está haciendo del debate en el Senado entre Pedro Sánchez y Núñez Feijóo es una vergüenza. Se vende como si fuera un combate de boxeo en el que se trata de noquear al contrario, no de plantear un debate sereno sobre los problemas del país y la búsqueda de soluciones. Esto sería pedir demasiado a los partidos políticos que estructuran al Régimen del 78.
No es descartable que un Gobierno de derechas facilite la dinamización del movimiento popular y, por tanto, la construcción de una agenda propia por parte de este, cuestión imprescindible para su avance.
En estos días pasados hemos tenido conocimiento de un incremento de la mortalidad en los meses de verano muy por encima de la registrada en otros países europeos, sin que aparentemente se encuentre explicación a ello. Ni las muertes por Covid-19 ni la ola de calor justifican plenamente dicho incremento. Hay dos líneas que nos parece imprescindible investigar en relación con ello, aunque somos totalmente escépticos en que tal cosa se haga. Una primera es el deterioro generalizado de las condiciones de vida de las clases populares, muy especialmente entre el grupo etario de mayor edad; y una segunda cuestión es la posibilidad de que ese incremento esté relacionado de alguna manera, al menos parcialmente, con efectos secundarios derivados de las terceras y cuartas dosis de la vacuna contra la Covid y, en general, de la vacunación en edades infantiles.
El bloque dominante español tiene una clara conciencia de sus debilidades estructurales, de ahí sus líneas de acción. El movimiento popular, sin embargo, no tiene aún la suficiente conciencia de sus potencialidades para articular un proyecto político y social victorioso, cada día más imprescindible si no queremos que Castilla y el conjunto de pueblos del Estado español acaben liquidados como realidades vivas. Es muy necesario mejorar la autoestima y reforzar los sentimientos de capacidad para organizarse, luchar y vencer. En los últimos tiempos se ha avanzado significativamente, pero queda mucho por avanzar.
Izquierda Castellana, 1 de septiembre de 2022